El amor de una madre es lo más parecido
al amor supremo. Inmensurable es el dolor que se siente cuando una madre sufre
una enfermedad o dolor. El relato de la madre que dio la vida por su hijo en el
ataque de terrorismo-homofóbico, deja sin palabras. Se siente un ahogo profundo
y un silencio ensordecedor, como las lágrimas que siguen dentro. Que la causa
por la Equidad sea creciente, de todos y triunfante ante los dolores e
injusticias que ocurren desde antes del ataque, para forjar una buena tierra.
La masacre en Orlando es tragedia
que clama por solidaridad con todas las víctimas. El ser heterosexual y hombre
que busca crecer en la fe, me convoca a buscar ser mejor ser humano. Veo que el
Dios de amor y verdad emplea los medios que Él desea para obrar y en eso no
discrimina. Almas que son homosexuales, han hecho grandes aportaciones a la
humanidad con unción y vocación, y acentúan la dignidad humana. Si se acepta
que todo fue creado por Dios o por la genética, entonces tienen en común las
esencias trazadas por lo supremo y lo trascendente, y eso merece respeto.
La masacre en Orlando es radiografía
que presenta los alcances de la maldad que hay que derrotar y dejar atrás como
lección de que ninguna civilización progresa si se deja timonear por quienes
recurren al extremismo, la violencia y la inequidad destructiva. Porque la
Equidad es Buena y Agrada a Dios, que el más abarcador, maduro y visionario
amor, se manifieste en solidaridad edificante y buenas obras revolucionarias.
Ante lo que no debió ocurrir, que el perfil del criminal muestre
hasta dónde puede llegar lo deformado con oscurantismo. Luz poderosa es el amor
infinito de la madre heroica; seguirá conmoviendo, jamaqueando y forjando en la
causa de vida justa y plena.
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"Reposará en la estepa la Equidad, y la justicia
morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la
Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
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“Muchas maravillas hay
en el universo; pero la obra maestra de la creación es el corazón materno”. --Ernest
Bersot
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“Quien quiere a su madre
no puede ser malo”. --Alfred de Musset
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