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“La noche del 30 de abril me llamó del hospital el
sargento Sierra. Don Luis había muerto.
El pueblo se volcó
en el Capitolio donde se le expuso. Tras dos noches de vigilia durante los
cuales pasó una muchedumbre interminable frente al féretro, salió el entierro
hacia Barranquitas, parando primero en la Catedral de San Juan. Silencioso y
adolorido, el pueblo se alineó por toda la ruta para decirle su último adiós.
Ese día las nuevas generaciones descubrieron a Muñoz”.
--Rafael Hernández
Colón, “Retos y luchas”
El 30 de abril se recuerda el
fallecimiento del prócer, padre de la patria y maestro Luis Muñoz Marín. Para
1980, estaba en escuela intermedia y mi gran recuerdo de cómo entendí que
falleció alguien grande, fue ver por primera y única vez a mi abuelo llorar.
Recuerdo que se dio en el país ante la
muerte del fundador Muñoz Marín, un ambiente de Viernes Santo, que luego en la
medida de recuerdos y anécdotas, iba reverdeciendo esperanzas en el nivel de la
Pascua.
Aunque el rostro de Muñoz reflejado en
el cuadro pintado por Rodón proyectaba unos dolores y choques, en el contexto
total de un país con complejos retos y problemas socioeconómicos, con una
calidad de vida en deterioro, el pensamiento del líder era vital punto de
referencia para descubrir que la gesta refundadora es realizable.
Es así que comenzó en mí la curiosidad
que me llevó a encontrar grandes lecciones de vida en los mensajes de Luis
Muñoz Marín y Rafael Hernández Colón. Soy parte de la generación que descubrió
al gigante que potenció la palabra “compatriotas” en la jornada, en su muerte;
quien descubrió en incontables lágrimas, muchos rocíos…
Recordar a Luis Muñoz Marín es alentar
el forjar generaciones y perfeccionar al Estado Libre Asociado (ELA); ahora más
que nunca, eso tiene vigencia. La vida y obra de Muñoz y sus causas de progreso
integral y justicia social, nos recuerda que la equidad es buena y agrada a
Dios. Porque todo lo mejor del ser humano nace y se manifiesta desde la conciencia
que todos somos hijos de Dios, cada alma que busca hacer y sembrar el bien, es
instrumento de Dios y canal de bendición.
Muñoz sigue presente en lo vital del mensaje
de bien y en la magnitud del propósito de la obra de progreso, justicia y
dignidad humana, que como dijera el maestro en 1964, “trasciende en el tiempo y
es una que une a todos los puertorriqueños que quieren el bien de Puerto Rico
en términos en que hondamente se propone hacer el bien de Puerto Rico”. Muñoz
es el prócer de generaciones, pero la gran hazaña fue su ejemplar liderato con
la fuerza de un pueblo unido. En el siglo 21 podemos hacerlo de nuevo.
Hoy nuevamente se necesita liderato
del nivel fundador y el nuevo paradigma está en la mujer que abre caminos e
inspira corazones y voluntades. Porque el país nos necesita a todos,
consagremos las nuevas causas y esfuerzos. Dios ilumine a todos.
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“Preserva siempre tu voluntad, claridad de entendimiento,
sensatez y firmeza de decisión. Esa es tu fuerza…” –Luis Muñoz Marín
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“Descansa, Muñoz, Maestro querido, descansa en paz, que
tu pueblo sigue tu lucha. Ese pueblo que forjaste, sencillo, inteligente,
generoso y valiente, te honrara superándose cada vez más ante los retos de la
historia”. –Rafael Hernández Colón