El 30 de abril de 2020, se han cumplido 40 años del fallecimiento del gran líder, patriota y maestro Luis Muñoz Marín. Para mí, ese momento en que hubo un ambiente de Semana Santa en el país, es como si hubiese sido ayer.
Para mí, es un viaje en el tiempo. En ocasiones es como visitar un museo vivo. En ocasiones, es una profunda nostalgia que me recuerda el amor a mis padres en pleno vigor y cómo me convenció el mensaje de Rafael Hernández Colón aún sin tener edad para votar. Jamás hubiese pensado que llegaría a hacer tareas para él.
Cuando murió Muñoz Marín, fue la primera y única vez que ví a mi abuelo llorar. Eso me indicó que alguien grande había partido a la eternidad. Comencé a buscar información y 40 años después, confieso que cada día admiro más a Muñoz. Descubrí que Muñoz Marín y Hernández Colón fueron grandes por la vivencia de fe y la dimensión inmensa del corazón en la realidad humana con virtudes y defectos.
Cuando Luis Muñoz Marín era una de las figuras principales en el desarrollo cotidiano de Puerto Rico, ocurrió lo siguiente:
* En el liderato independentista hubo división. Un grupo optó por la ruta electoral con el doctor Gilberto Concepción de Gracia y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) llegó a ocupar el segundo lugar. Otro grupo optó por la ruta terrorista con Pedro Albizu Campos. Hoy, hay quienes buscan reescribir la historia; pero la realidad histórica es que el gran intelecto que fue Albizu, no toleró la derrota electoral y en vez de buscar convencer y ganar democráticamente, perdió control de sí mismo y se consumió en odio y violencia.
* En el liderato estadista también hubo división. Rumbo al plebiscito de 1967, Miguel Ángel García Méndez optó por el retraimiento y Luis A. Ferré participó con el grupo Estadistas Unidos. De ahí, surgió el Partido Nuevo Progresista (PNP).
Luis Muñoz Marín también tuvo que enfrentar problemas internos en el Partido Popular Democrático (PPD). En un momento dado, los más aferrados a la independencia emigraron al PIP. Luego, hubo quienes emigraron al PNP.
Muñoz Marín supo explicar la buena base fundadora del Estado Libre Asociado (ELA). Hernández Colón supo explicar su naturaleza no colonial y su capacidad para unir como Casa Grande en que caben todos.
Ante todo eso, la gran lección de sana convivencia es:
* Ninguna causa basada en maltrato, soberbia, odio y división es buena.
* Nuestro ideal va con respeto y tolerancia sin perder las bases fundadoras.
* El verdadero patriotismo es un sentido de amor y familia. Eso es poder mirar con seguridad y serenidad a quien se aprecia y decirle que, aunque pienses diferentes, te amo de verdad por tanto que vales como alma y como ser humano.
En el momento de mayor poder y éxito político, Luis Muñoz Marín no abusó del poder y fomentó la Ley de Minorías. Gracias a esa disposición las minorías pueden tener adecuada representación en la Legislatura. La gran ironía es que el sector extremista que más enfermizamente ataca a Muñoz Marín, jamás otorgaría derechos a las minorías en el régimen que fomentan.
Fomentar sana convivencia es esa obra de apertura; y es también lo que se logra en los seguidores. Muñoz nunca se proyectó como ser supremo y siempre fomentó que el pueblo tuviese confianza en sí mismo.
Como muestra, recuerdo que tuve en Ponce High un gran maestro que decía que no quería que fuesemos como él, sino mejor que él. He conocido educadores universitarios con esa calidad al estilo de Muñoz que le decía al pueblo confía en ti mismo, "tú mismo eres tu fuerza". También hay educadores universitarios que se guían con la soberbia y la arrogancia, al estilo impositivo del extremo ideológico que no convence, no dialoga y no tolera.
La sana convivencia es no odiar a esas personas confundidas, buscar orientarlas bien en toda forma posible sobre el buen camino, y tenerlas presentes en las edificantes oraciones. La sana convivencia es el poder de la humildad que opta por el heroísmo de fomentar y consagrar amor, paz y armonía, en vez de la ruta fácil de la guerra interminable. La sana convivencia es el crecimiento y progreso integral; es el nuevo yo y el luminoso nosotros.