domingo, 1 de septiembre de 2013

Doy GRACIAS por el padre que tuve y por el Padre que tengo.


Hoy domingo 1 de septiembre de 2013, ya no se habla de eventos de verano o de “Back to School”. Sin embargo, las buenas relaciones humanas superan el comercialismo, los rituales y la dirección del viento.

 

No dudo que hace exactamente un mes, unos pensaban que terminaban las vacaciones de verano, otros pensaban en el “Back to School”, y no faltaban quienes pensaban que no tuvieron vacaciones.

 

Tomando en cuenta que en Estados Unidos comienzan las clases en septiembre, hubo quienes dieron viajes veraniegos en agosto. Hubo quienes viajaron, hubo quienes hicieron turismo interno, y hubo quienes tuvieron que improvisar ante la retadora situación económica. Ante ese escenario, contemplaba mis dramas…

 

Al escribir hoy, ya se está de lleno en la dinámica de estudios. Me trae recuerdos de cómo mi padre se encargaba de prepararnos bien a todos en el “Back to School”, y junto a mi madre, daba el debido seguimiento durante todo el año escolar.

 

Recuerdo también el esmero de los maestros, y los sanos juegos bajo el inmenso árbol del patio escolar que era como abrazo divino a la inocencia. Mucho respeto había en el salón de clase y buen compartir había en el recreo. Con honestidad, no puedo decir que en esos tiempos todo era mejor que en el presente, ya que se iban desarrollando serios problemas socio-económicos. Se dice que la historia es cíclica y es lógico que cada tiempo tenga su afán. Seamos justos con el pasado y el presente, para hacer futuro. Lo grande es que todo se integraba para dar permanentes lecciones de vida.

 

El timbre escolar que finalizaba una jornada, comenzaba los intensos relatos de niño; esas historias de lo ocurrido en el día que daban el mejor toque a la sobremesa. Había espacio para hacer las asignaciones y para ver buenas series de TV (en ocasiones, era toda una hazaña lograr armonía cuando solo había un televisor y cada cual quería ver algo diferente; no siempre prevalecía lo justo y en demasiados casos le tocaba más al menor ceder, pero lo mayor es mantener sustento y un hogar a flote para todos).

 

Son recuerdos que hasta pueden permitir que se asome una lágrima de nostalgia y rocío. El que con el paso de los años se puedan tener unos aciertos y cometer errores, no le resta a esa etapa formativa. Uno no se hace a uno mismo, uno es parte de una sumatoria. Se crece al agradecer tales bendiciones y honrarlas con amor.

 

Hoy, doy gracias Dios porque mi madre está viva como milagro de Dios. Pero destacando el rol paternal que se asocia a preparativos escolares y más, fui más que bendecido al tener a un padre que fue mejor de lo que merecí y que no siempre entendí. Pienso que el mayor reto de todo padre es lograr dar serenidad en la crisis.

 

De los recuerdos de mi padre, valoro los buenos momentos, las lecciones que enseñan a no buscar culpables sino a asumir responsabilidades, y el haber estado ahí.

 

Sobre el tema de las fallas como hijo, junto a quienes estén leyendo estas palabras, veo que no es posible asegurar que los padres se gozan en el cielo por todo bien o rectificación que se pueda hacer. Pienso que es importante buscar hacer todo mejor con humildad, y con serenidad ante las debidas cosechas de toda falla (sin olvidar que tiene que tener sentido lo de poder hacer todo nuevo en el Señor).

 

Felicito a todos los que cuenten con la presencia física del padre. Respeten, amen y apoyen a los buenos padres. Respeten, amen y apoyen a quienes asumen bien el rol paternal más allá de lo tradicional, como las madres solteras y los padres solteros. Procuren la debida corrección hacia los padres que fallan, sin olvidar que nada avala el tomar la ruta equivocada.

 

Doy GRACIAS por el padre que tuve y por el Padre que tengo. Sea la felicitación a cada padre, la reafirmación de un sabio compromiso de conciencia, de generaciones. Sea la vida una causa de amor. Bendecidos.

 

--Gerardo L. Berríos Martínez

 


 

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