lunes, 3 de abril de 2017

La ironía de “Ghost in the Shell”…

La película “Ghost in the Shell” presenta la historia del personaje japonés Motoko Kusanagi y de cómo en el futuro se puede remplazar partes humanas y hasta trasplantar cerebros a nuevos cuerpos.

El personaje de comics y anime, es un ciborg total. Eso significa que todo su cuerpo fue sustituido cuando ella era pequeña. En su nueva vida desarrolla grandes aventuras y al mismo tiempo, su mayor tesoro está en los recuerdos de su vida anterior que pudo rescatar.  El título de “Ghost in the Shell” se asocia muy bien con el mensaje de que el alma es más que lo efímero y las maravillas tecnológicas.

El tema está bien, pero lamentablemente el cine japonés desarrolla tramas lentas y con un misticismo que no siempre convence. Objetivamente, la producción no tuvo la acogida que pudo haber logrado y al mismo tiempo, la ironía de “Ghost in the Shell” es que gracias a la hermosa y talentosa Scarlett Johansson se salvó.

Scarlett Johansson le permitió a la película poder tener una proyección internacional. Con su rostro encantador, energía y cuerpo le dio credibilidad al personaje. Con su capacidad histriónica le dio el toque humano y sensible a Motoko. Por ende, el filme debió aprovechar más la presencia de Scarlett (lograr que fuera más ella), dar un mejor ritmo al desarrollo de la trama y la acción, y accesibilidad a los conceptos.

“Ghost in the Shell” es una película dirigida por Rupert Sanders que merece ser vista como un ejemplo de arte diferente, y considerada en su contexto y mensajes al mundo. Grande es el mensaje que humaniza lo científico, y poderosa es la realidad de que una mujer -- Scarlett Johansson— salvó a la producción entera. Siguen las mujeres haciendo la diferencia y por eso he escrito que, si hay un nuevo mundo a edificar, ¡qué mejor que el Corazón de Mujer para inspirarlo y forjarlo!














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