En la política única de Puerto Rico,
el resultado del plebiscito del 11 de junio de 2017, dejó dos grandes grupos
proclamando victoria:
1.
El liderato estadista proclamando que triunfó la
Estadidad con más de 90% de los votos emitidos y contabilizados.
2.
El liderato que apoyó el boicot, proclamando que triunfó
el rechazo a la consulta por vía de la abstención. Unos objetaron el proceso y
que se excluyera al ELA, y otros argumentan que no participan si se incluye al
ELA. Ante eso, he escrito que todo líder y
candidato del PPD que tenga un pensamiento contrario al ELA y/o al concepto de
unión permanente de Puerto Rico con Estados Unidos, debe considerar seriamente
rectificar, o emigrar al movimiento político más afín a su ideología personal.
No es correcto comparar un plebiscito con una elección
general y cada evento electoral es único. Hoy, con realidades como la Junta de
Control Fiscal, analizar con óptica del pasado es un error. Otro hecho es que
de haberse mantenido la papeleta de dos columnas y haber prevalecido el
junte-mogolla de izquierda con la participación vista el 11 de junio, hubiesen
proclamado victoria sin pensar en quienes no votaron.
Ante el resultado
plebiscitario, la Casa Blanca optó por seguir el debido proceso (que no es
zapatearse del tema, sino canalizar): “Now that the people have spoken in
Puerto Rico, this is something Congress has to address” (palabras del Secretario
de Prensa del Presidente, lo que constituye la voz del Ejecutivo).
Por la experiencia histórica
de todos los trámites plebiscitarios y de status, se sabe que le toca al
Congreso tomar acción. Es cierto que lo ideal es no enfocarse en el tema del
status político, sino en solucionar la crisis y promover la restauración del
país. También es cierto que la realidad de la Junta de Control Fiscal surgió
por una deuda causada por malas prácticas administrativas, no por el ELA.
Enfocar demasiado lo del status y no tocar
la raíz del problema en la mala administración, se presta a hacerle el juego a
quienes buscan perpetuar las malas prácticas administrativas y beneficiarse de
eso. Sin embargo, es inevitable atender el tema del status para buscar más estabilidad
y mayores herramientas de desarrollo integral.
En un mundo imperfecto, el resultado
plebiscitario puede ser un medio para buscar soluciones salomónicas ante la
participación y el boicot. Estamos en una nueva etapa evolutiva y hay que obrar
a la altura de eso. Se necesita armonizar todo avance constitucional con una vitalidad
democrática que potencie el poder del voto para hacer patria. Objetivamente, ante
el éxodo de Puerto Rico hacia los Estados Unidos (no hacia otros destinos), y
la realidad de que la nación norteamericana evoluciona como nación
multicultural (algo que en lo cotidiano y en cada testimonio de echar pa’lante
sin perder la herencia cultural, supera a los funcionarios de turno y los
dramas políticos), hablar de una ruta de izquierda para Puerto Rico es un error
contrario a la historia, a las realidades puertorriqueñas y a lo recomendable
para la Isla. Que los nuevos pasos en el tema del status, propendan a perfeccionar
la unión de Puerto Rico con Estados Unidos.
·
“El pueblo de Puerto Rico quiere la unión permanente
con Estados Unidos. Lo ha demostrado consistentemente. Pero la quiere con el
mayor ejercicio de su autoridad sobre sí mismo que sea compatible con esa
unión”. –Luis Muñoz Marín
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