Al llegar a la sede de la Fundación Rafael Hernández Colón, de entrada se hace historia, ya que por primera vez en la Isla, bajo un mismo techo hay dos edificios: uno del 2015 y otro de 1897.
La Fundación Rafael Hernández Colón sigue el modelo de las Fundaciones Presidenciales de Estados Unidos, en que al terminar su mandato, el Presidente establece una Fundación para facilitar el contacto con la información relacionada con su vida y su gestión de servicio a la nación, así como actividades educativas y culturales.
En Puerto Rico, la primera institución de esta naturaleza es la Fundación Luis Muñoz Marín. En la Fundación Rafael Hernández Colón lo más importante es su Archivo Histórico, con lo documental y audiovisual y memorabilia, porque son las fuentes mayormente primarias que evidencian orígenes, obras y lecciones edificantes.
El Archivo Histórico de la Fundación Rafael Hernández Colón tiene pasado, pero no es pasado. Tiene pasado por las fechas, pero no es pasado por las lecciones siempre vigentes.
En la Fundación, el contenido de su Archivo Histórico y su Museo, nos presenta una trayectoria admirable, obras visionarias y una vocación que no terminó al completar la responsabilidad en la Gobernación del Estado Libre Asociado. Ante algo tan completo, procede destacar que el orden de prioridades para Rafael Hernández Colón fue:
1. Dios
2. Familia
3. El pensamiento de Luis Muñoz Marín
Lo más importante en la Fundación Rafael Hernández Colón es su Archivo Histórico por el patrimonio que conserva. Sin embargo, lo más importante en la Fundación sobre Rafael Hernández Colón (el ser humano, el hijo y hombre de familia, el líder, el gobernante, el maestro), es un pensamiento de él escrito en un panel en el Museo, que comienza así: "Interpreto al mundo partiendo de Jesús".
Lo más importante sobre Rafael Hernández Colón en los dos edificios que constituyen a la Fundación, es esa vision espiritual. Reconozco que recurro a esas palabras para dar gracias o buscar respuestas.
Recuerdo que en 1980 falleció el padre de la patria Luis Muñoz Marín. La curiosidad me movió a buscar información al notar un ambiente de luto en todo el país y en eso, me convenció el mensaje de Rafael Hernández Colón. Jamás imaginé llegar a hacer tareas para él.
Esa oportunidad y bendición que veo como fruto de la misericordia de Dios ante mis realidades y luchas, da testimonio de que es falso lo que afirmaban las campañas negativas de que Hernández Colón fuese elitista o arrogante. De haber sido así, nunca me hubiese reclutado.
Sin idealización y con franqueza: Hernández Colón era organizado y disciplinado, con suma energía y en todo buscaba cumplimientos y no desperdiciar el tiempo; pero más allá de eso, tambien estaba la vena comprensiva que daba oportunidades, creía en el positivo potencial de las personas y no seguía el criterio clasista que tanto afecta al país. Como ser humano con virtudes y defectos, su espiritualidad era puesta en práctica; en silencios, con humildad y en el nivel que solo Dios ve.
Al escribir estas palabras, llevo más de 20 años en la Fundación Rafael Hernández Colón; en un mundo imperfecto y en una Isla en que hay discrimen por edad y no siempre se respeta a las canas, la experiencia y la dignidad humana. Ante eso, Hernández Colón me sigue convenciendo e inspirando, y hay más:
Hernández Colón me inspira desde lo espiritual, a agradecer mis bases formativas por mis padres y a reconocer que cuando dominan la oscuridad y soledades, incomprensiones y dolores, procede reconocer la causa de la perseverancia personal y lo que uno vale y significa ante uno mismo, ante las realizaciones que uno desea consagrar y testimoniar, y para el Eterno. De eso se trata todo.
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