Veamos las siguientes palabras de Jesús:
* Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? --Mateo 7:7-11
* El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. --Juan 10-10
* De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. --Juan 14:12-14
Por un lado, la colonización de hace más de 500 años impuso ideas nocivas como el culto a la pobreza y el sufrimiento; no por espiritualidad, sino para facilitar el dominio por la vía del conformismo y el estancamiento.
Por otro lado, está el extremo de crearte la idea de que eres indigno o sin méritos. Es un nivel de conciencia que se presta más a la manipulación que a la bendición.
La realidad es que nadie es perfecto y porque nadie se engaña a sí mismo, si la conciencia dicta que se falló, procede la dinámica del perdón y tomar medidas reales para reparar y cambiar de verdad. Si fuiste formado por ideas limitantes o de sumisión, rompe cadenas, dobla rodillas solo ante Dios, y abraza la voluntad divina de la dignidad por el hecho de vivir por una razón, de sanidad y prosperidad.
Así, se llega al punto en que por tu fe y tus pasos para ser buen ser humano, mereces ser feliz. Jesús nunca fomentó la esclavitud de la miseria o que nunca podrás superarte. Puedes aspirar a la sana felicidad que es humilde, no es egocéntrica, consagra todo, define la fe con buenas obras, y genera la sonrisa contagiosa y el corazón grande.
La felicidad tiene un significado, unos detalles y unos requerimientos únicos para cada cual. En escasez no puedes ser parte de las soluciones, en depresión no puedes levantar a otros y en el foso de sentir que no se merece o que tus obras nunca serán suficientes, nunca podrás salir adelante.
Es desde tu felicidad, real y no por mera autosugestión, que mejor puedes inspirar a otros para superarse y prosperar, aportar a la obra del Señor y a lo humanitario, y magnificar tus propósitos con quien amas. Comienza el proceso dando gracias y persevera para que vean la efectividad de la Ley de Siembra y Cosecha, la obra del Señor en ti y como puedes ser feliz y canal de bendición.
Puedes sanar heridas internas, levantarte aunque parezca todo perdido, y más: Puedes marcar una nueva pauta para tu linaje y para generaciones, ya que los grandes milagros de amor y de integral realización, positivamente rompen estereotipos y superan fronteras de edad, formación, nivel socioeconómico, idioma, cultura y geografía.
Mereces ser feliz por la medida que te llena y es bendición mayor porque ilumina tus días y va más allá de ti. El Señor necesita tu felicidad en la breve existencia como clave redentora para lo temporal y para trazar la ruta hacia la Eternidad desde la realización de sueños, la capacidad para bendecir y la plenitud en esta tierra.