lunes, 12 de agosto de 2019

Comienzo de clases desde la zona histórica de Ponce…



Viví los días de nivel elemental en la década de 1970 en escuela la Ramiro Colón Colón en Ponce, Puerto Rico. Ramiro Colón Colón fue un destacado ponceño que desarrolló un gran amor por la agricultura. Atesoro los recuerdos y al escribir así, está sobre el tapete el tema de cierre de escuelas. Para mí, cada cierre de escuela es una tragedia.


El sistema de escuelas públicas fue un logro de generaciones con una base de justicia social. Cerrarlas con el argumento de la baja poblacional, es el mayor error. En la historia de Puerto Rico ha habido etapas en que baja la población y etapas en que aumenta la población. Cuando sea necesario reabrir escuelas, las que se hayan deteriorado mucho, costará demasiado habilitarlas. 

En mayo de 1979 me gradué en la Ramiro Colón Colón; hubo la despedida a la directora Judith Rodríguez por el retiro, y los niños íbamos hacia nuevas etapas de crecimiento. Animados por los Juegos Panamericanos que se celebraron en la Isla en 1979, el lema de la graduación fue: “Estudiar, competir y amar a Puerto Rico es compromiso de todos”. El día de la graduación en ese patio escolar, el poema “Adiós a la escuela” fue muy bien pronunciado por el más brillante estudiante de la Clase, Juan Carlos Velázquez Pola. Siempre agradezco que mi hermana me llevó a ver la película “Superman: The Movie”; y muchos de los que comenzamos en esa escuela, llegamos hasta la Ponce High.
          
De aquellos días, recuerdo la magia de las grandes series de televisión (como “Wild Wild West”, “Land of the Giants”, “Batman”, “I Dream of Jeannie”, “Voyage to the Bottom of the Sea”, “The Six Million Dollar Man”, “The Bionic Woman”, “Wonder Woman”, “Planet of the Apes”, “CHIPS” y otras) y de las producciones de Chespirito en aquellos días de infancia, tan determinantes en la formación de la persona. Eso no rivalizaba con las producciones locales; había espacio para todos. Aunque en el paso del tiempo detalles se van olvidando, recuerdo que eran días en que al día siguiente de los episodios, el patio escolar se convertía en taller de imaginación e interesantes conversaciones. Los juegos de los niños prolongaban y maximizaban lo visto en la pantalla chica. Cada uno de los personajes adquiría nueva vida y alcances bajo un gran árbol en ese patio.

Eran días en que los niños se levantaban bien temprano los sábados y domingo para ver los dibujos animados en la televisión; pero qué difícil era para la mayoría de los niños levantarse temprano para ir a la escuela… No sé cuánto daría por volver a esos días en que con ojos de niño veía con ilusión única los juegos, los juguetes y las series, los dibujos y la plasticina; con paz como si hubiese algo de eternidad en ese tiempo, con mi madre como ama de casa y mi padre velando que nada faltara.


El nivel intermedio lo viví en el cambio de la década de 1970 a la década de 1980. Fue mi tiempo escolar más difícil. Estudié en la escuela Dr. Rafael Pujals. El doctor Pujals fue natural de Humacao e hizo mucho en el área de la salud en Ponce.

Frente a la escuela Dr. Rafael Pujals, están el bufete legal y la residencia que fueron obra del licenciado Rafael Hernández Matos. El licenciado Hernández fue nominado a ser juez asociado del Tribunal Supremo del Estado Libre Asociado de Puerto Rico por el gobernador Luis Muñoz Marín. Hernández Matos era republicano y estadista. Muñoz Marín era estadolibrista, pero vio más los méritos de don Rafael que la ideología. 

Hernández Matos se casó con doña Dora Colón Clavell, quien era independentista. El verdadero amor les unió en forma perfecta. Esa visión que ve más lo que une que lo que divide, es toda una cátedra de calidad humana. De esa escuela de amor, sentido de compromiso y tolerancia, nacieron tres hijos, siendo el mayor Rafael Hernández Colón. Hernández Colón definió su causa en lo fundado por Luis Muñoz Marín.

Siendo este servidor estudiante en la Dr. Rafael Pujals, en el tiempo del fallecimiento de Luis Muñoz Marín y la elección de 1980, la dinámica política captó mi atención. En el sepelio de Muñoz el 2 de mayo de 1980, expresó Hernández Colón: “Lo que Puerto Rico pierde, lo gana el cielo. Marcaras una huella indeleble en nuestro recuerdo como persona y como Maestro. Líder incuestionable de tu pueblo, forjador de voluntades, padre de la patria, no había pequeñez en tu alma ni mezquindad en tu pecho. Sentiste compasión no solo por los oprimidos, sino aún por los que se oponían a ti y a tu obra”.

Me convenció el mensaje maduro, lleno de energía y constructivo, de Hernández Colón. A veces miraba aquella casa frente a la escuela con cierta curiosidad. Jamás hubiese imaginado que los caminos me llevarían a hacer tareas para el gran líder, gobernante y maestro que fue el licenciado Rafael Hernández Colón. En 1984 expresó Rafael: “Por encima de las diferencias que tengamos en cuanto a status político están los lazos que nos unen, las esperanzas compartidas, las metas personales y familiares que todos tenemos, los valores de justicia, democracia y conducta moral en que creemos”.    

Hernández Colón fue gran profesional del Derecho, pero su pasión era la arquitectura. Le sirvió bien a Puerto Rico en la responsabilidad electiva y luego del tiempo de ese rol, siguió sirviendo y consagrando mucho, a tono con su vocación y calidad humana. Hernández Colón falleció el 2 de mayo de 2019 y al ver el rótulo en la escuela Dr. Rafael Pujals en su memoria, medité sobre la realidad de que mis padres y mi gran líder están en cielo, con nostalgia y con acción de gracias a Dios por tanto que me bendijeron. Les aplico lo que dijo Rafael: “Lo que Puerto Rico pierde, lo gana el cielo”.   

    
En agosto de 1982 comencé los días de escuela superior en Ponce High. Ponce High es la escuela superior de más larga historia en Ponce y, sin restarle méritos a oras instituciones educativas, es emblemática de la Ciudad Señorial. Fue construida por iniciativa de la política educativa del régimen estadounidense en la Isla.  


Al pensar en Ponce High, muchos recuerdos pasan por mi mente. Mis padres en pleno vigor, la ruta rumbo a la escuela, el orgullo con que usaba mi uniforme, días dorados en los salones de clase, los educadores, las muchachas tan hermosas, las clases de arte, las presentaciones orales, la biblioteca, jugar UNO, mi primera participación en una campaña política, las series de televisión, en fin, fue un gran episodio. En mayo de 1985 fue la graduación; hubo la despedida a la directora Ana Adela de Armas por el retiro, y a nosotros que nos encaminábamos hacia inéditos capítulos.


Para mí, un momento definitorio fue pronunciar la Invocación en 1985 en mi graduación en Ponce High. Invoqué la excelsa presencia del Señor al estar todos ante umbrales. Otro momento definitorio fue cuando en el 2015 acepté volver a estudiar (habiendo completado el Bachillerato en 1990). Pude dar motivos para el no, pero dominó el deseo de un sí para dar un revolucionario testimonio.

He vivido otros momentos definitorios, como cuando falleció mi padre en forma sorpresiva, o las vivencias en torno a la enfermedad y el fallecimiento de mi madre. Hubo también factores definitorios en torno al proyecto del libro de mi clase Graduada de Ponce High de 1985. Lo grande es que cada nuevo amanecer, si se ve como un nuevo milagro de vida, tiene una esencia definitoria.   

De los momentos definitorios más icónicos, puedo destacar los que enseñan:

·         Que la vida es demasiado valiosa y bonita para perderla en contiendas, y perdonar libera más a quien perdona que a quien es perdonado;

·         Que la oración no se confina en protocolos y abre el corazón;

·         Que se honra a los padres (en vida y en su memoria cuando han partido) pensando en cómo se sentirían antes de tomar unas decisiones;

·         Que las ideologías políticas y religiosas no justifican sentir que se posee la verdad y crear enemistades; es la forma de transmitir el mensaje civilizado y saber escuchar por buenos ideales humanos lo que mejor habla de la fe y los valores que se tienen;

·         Que reconocer los propios errores que se cometen y buscar superarlos positivamente abona a evolucionar, tener comprensión y empatía, y el sentido de responsabilidad es crecer en humanidad, credibilidad y sensibilidad; y  

·         Que al buscar del Altísimo cuando todo parece estar perdido, es un paso notable que enaltece la humildad y hace un nuevo ser en la medida que no se olvida lo expresado en la crisis y antes de ser estabilizado el ambiente luego de la tempestad.    

Ante el comienzo de clases, afirmemos la decisión y la voluntad de ser forjadores, y generadores de bonitos y aleccionadores recuerdos.

Demos gracias con la determinación libre de colocar a Dios primero en todo. Demos vida a la vida. Demos magia a cada etapa mediante el buen ánimo de juventud que supera lo cronológico y es corazón gigante de alegría y sabia perseverancia. Demos nuevos alcances a la fe; mediante las buenas obras y más mediante la capacidad de no renunciar, tender puentes y edificar. Demos valor a las canas y los años, ya que si se piensa en la misma forma que cuando se culminó la etapa escolar, entonces lo vivido hubiese sido una pérdida de tiempo. Demos heroísmo a las nuevas etapas mediante la mirada poderosa que ama, ilumina y transmite integral paz de conciencia.      
                                             
·         “El hombre que tiene hoy un conocimiento que ayer no tenía es hoy, en ese mismo grado, un hombre más libre de lo que era ayer, porque ignorar es servidumbre y saber es libertad”. –Luis Muñoz Marín

·         "La educación, como la luz del sol, puede y debe llegar a todos”. --José Pedro Varela

·         “La educación como vía hacia el pensamiento crítico, la amplitud humanista, la cuestión trascendente y la calidad de nuestra civilización.”. –Rafael Hernández Colón

Adiós a la escuela

Ha llegado el momento de dejarte,
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte,
con la nostalgia de la despedida.
Patio con Sol que nunca olvidaremos
aulas donde aprendimos tantas cosas,
pedacito de cielo que aún te vemos
por la ventana abierta entre las rosas.
Ya no vendremos más a tu llamado
vieja campana de color ceniza
ni escribiremos en el encerado
con la barrita blanca de la tiza.
Queda entre tus paredes nuestra infancia
el primer goce y el primer quebranto,
la amistad, esa flor de tolerancia
y las maestras que quisimos tanto.
¡ADIOS ESCUELA!
Con el alma henchida de gratitud
la caravana parte
nuestro blanco escuadrón
hará en la vida más de un alto
tal vez, para venerarte.
Ha llegado el momento de dejarte
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte
con la nostalgia de la despedida.





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