jueves, 15 de agosto de 2019

Saludos y bendiciones a la Clase Graduada de la escuela elemental Ramiro Colón Colón de 1979.




La tradición es que los reencuentros de Clase Graduada son del nivel de escuela superior. Recuerdo que cuando estudiaba en la escuela elemental, decía que debería haber también reencuentros del nivel elemental. Por algún motivo que solo Dios sabe, hoy –con canas, mis padres en el cielo y los afanes propios de mi edad-- realizo en parte esa idea que tuve hace años.  

Viví los días de nivel elemental en la década de 1970 en escuela la Ramiro Colón Colón en Ponce, Puerto Rico. Ramiro Colón Colón fue un destacado ponceño que desarrolló un gran amor por la agricultura. Atesoro los recuerdos. Siempre recuerdo la alegría con que recibimos dos libros que nos obsequiaron cierto día de 1974, siendo el doctor Ramón A. Cruz, secretario de Instrucción Pública (hoy llamado Departamento de Educación de Puerto Rico):
·         Cuentos para ti
·         Mi primer libro de versos


En la “Dedicatoria” del libro de cuentos, dice:
·         “Una biblioteca es un sitio acogedor donde guardamos unos libros que queremos mucho. Ellos nos devuelven todo el cariño que les brindamos. Nos regalan la belleza de los sentimientos que guardan en sus páginas.
El Departamento de Instrucción desea que tú empieces a formar tu propia biblioteca en tu hogar. Poco a poco puedes tener tus libros”.

En la “Dedicatoria” del libro de veros, dice:
·         “Esta vez el Departamento de Instrucción Pública pone en tus manos un libro de versos. Se titula Mi primer libro de versos. Es tuyo. Es un regalo de ritmo, de belleza, de bondad, sus páginas recogen una sonrisa, una palabra de cariño, un mimo de una rosa, un susurro de la brisa, un rayo de sol, una gota de agua”.

El doctor Cruz era natural de Barranquitas y dirigió el Departamento con sumo respeto y dedicación. Se le recuerda como estudiante positivista y callado con inquietudes de poeta. No es casualidad que su honestidad, laboriosidad, entendimiento, sensibilidad y sobre todo vocación, armonizaran con tan noble proyecto de los libros infantiles.

Aun siendo infantiles, esos libros contenían profundas enseñanzas y eran un buen taller para promover a los escritores y artistas del país. La literatura infantil tiene gran importancia en la formación de los niños, por lo que se puede ver como una zapata en el intelecto del ser humano.

Recuerdo que en clase fueron leídos todos los versos y cuentos. Hoy reconozco que fui afortunado al contar con maestras comprometidas con la visión que buscaba fomentar en los niños la lectura, el pensamiento profundo y el aprecio a los libros. Ante ese punto, tiene relevancia hacer un paréntesis para recordar palabras del entonces gobernador Rafael Hernández Colón, en el mensaje de estado pronunciado el 29 de enero de 1976:
·         “Para servirle bien al desarrollo del puertorriqueño, nuestro sistema educativo deberá fortalecer sus esfuerzos para mejorar la calidad de su enseñanza, coordinar ésta con los requisitos de los empleos existentes o por crearse en la economía de Puerto Rico; y a la vez transmitir el buen saber que permita al puertorriqueño interpretar su existencia a la luz de los valores trascendentes que le dan sentido y propósito a la vida. Sin ese saber, no puede haber ni verdadera educación, ni verdadero desarrollo, ni verdadera civilización”.

Hoy veo que indudablemente, fue esencial para fomentar ese buen saber y esos valores trascedentes, la iniciativa de dar libros a los niños. Lo más que recuerdo de aquellos días en escuela elemental, era cuando se analizaban las enseñanzas de los versos y cuentos. Las manos de los niños para lograr contestar y participar, parecían querer tocar el cielo. No hay palabras para describir en todos sus alcances, las imágenes de los niños mostrándole a sus padres, eso nuevo que le dieron en la escuela.
                                                    
Cuando navego en las redes sociales de internet, o comparto con quienes saludo en la calle, descubro a aquellos niños que hoy son hombres y mujeres de provecho, que ciertamente son parte del legado educativo de la administración y el esmero en el salón de clase, que sembraron esa buena semilla. Son los frutos del buen saber que en la sumatoria, se incluye aquellos dos libros que abrieron cauces al pensamiento productivo y la creatividad luminosa. ¡Con genuino orgullo somos fruto de la escuela pública!

Al escribir así, está sobre el tapete el tema de cierre de escuelas. Para mí, cada cierre de escuela es una tragedia. El sistema de escuelas públicas fue un logro de generaciones con una base de justicia social. Cerrarlas con el argumento de la baja poblacional, es el mayor error. En la historia de Puerto Rico ha habido etapas en que baja la población y etapas en que aumenta la población. Cuando sea necesario reabrir escuelas, las que se hayan deteriorado mucho, costará demasiado habilitarlas.


En mayo de 1979 me gradué en la Ramiro Colón Colón; hubo la despedida a la directora Judith Rodríguez por el retiro, y los niños íbamos hacia nuevas etapas de crecimiento. Animados por los Juegos Panamericanos que se celebraron en la Isla en 1979, el lema de la graduación fue: “Estudiar, competir y amar a Puerto Rico es compromiso de todos”. El día de la graduación en ese patio escolar, el poema “Adiós a la escuela” fue muy bien pronunciado por el más brillante estudiante de la Clase, Juan Carlos Velázquez Pola. Siempre agradezco que mi hermana me llevó a ver la película “Superman: The Movie”. Viví en el desaparecido cine Santa María en Ponce, algo que se convirtió en un símbolo de la época: aplaudir cuando Superman rescata a Lois Lane, con ella en un brazo y sosteniendo un helicóptero con el otro brazo.


En los reportajes se destacó la película como algo sano para toda la familia. Por ejemplo, en la página 8-B del periódico “El Mundo” del 10 de marzo de 1979, un reportaje se titula “Superman: Una fantasía romántica y divertida” y en parte dice:
·         “Lo más increíble del filme ‘Superman’ no es el hecho de que trate de aventuras fantásticas, sino que esas aventuras parezcan tan reales, tan posibles, tan fascinantes… llega el momento en que nos adentramos en un mundo tan maravilloso de romance y aventura que todo parece posible…”.
¡Qué mucho se necesita eso hoy para fomentar el heroísmo de verdad!  

          
De aquellos días, recuerdo la magia de las grandes series de televisión (como “Wild Wild West”, “Zorro”, “Land of the Giants”, “Batman”, “I Dream of Jeannie”, “Voyage to the Bottom of the Sea”, “The Six Million Dollar Man”, “The Bionic Woman”, “Wonder Woman”, “Planet of the Apes”, “CHIPS” y otras) y de las producciones de Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”. Aunque hay detalles que se escapan de mi memoria, recuerdo con gran aprecio a mis padres y cómo tantos niños y familias llenaron el coliseo Pachín Vicens de la Ciudad Señorial para ver la presentación de Chespirito y su equipo. No tuvimos los recursos económicos para pagar asientos cercanos a la escena, pero la magia única tocaba bien a cada espacio del lugar. 






Doy gracias a mis padres por haber hecho posible esa vivencia y por tanto, ya que es cierto el pensamiento de que tal amor es lo más cercano al amor de Dios. Son recuerdos que pueden permitir que se asome la lágrima emotiva que es como rocío. Lo importado no rivalizaba con las producciones locales; había espacio para todos. Recuerdo que al día siguiente de los episodios, el patio escolar se convertía en taller de imaginación e interesantes conversaciones. Los juegos de los niños prolongaban y maximizaban lo visto en la pantalla chica. Cada uno de los personajes adquiría nueva vida y alcances bajo un gran árbol en ese patio.


Eran días en que los niños se levantaban bien temprano los sábados y domingo para ver los dibujos animados en la televisión; pero qué difícil era para la mayoría de los niños levantarse temprano para ir a la escuela… No sé cuánto daría por volver a esos días en que con ojos de niño veía con ilusión única los juegos, los juguetes y las series, los dibujos y la plasticina; con paz como si hubiese algo de eternidad en ese tiempo, con mi madre como ama de casa y mi padre velando que nada faltara.


En la graduación de escuela elemental vi a niños llorar ante las emociones y el cambio. En ese momento no lloré, pero en la noche en mi cama, sí lloré ante los recuerdos y el cambio de vida que enfrentaría. Los años siguieron su curso.

En 1985 vi en la graduación el retiro de la emblemática directora Miss de Armas. Al graduarme en mayo de 1985 en Ponce High, nuevamente la historia se escribió desde el patio escolar. Es una gran lección hecha por el Creador y la conciencia, de que mucho de lo celebrado en el nivel superior comenzó en el nivel elemental.


Definí ideales. Asumí responsabilidades. Llegué a lo universitario y laboral. Recuerdo que siendo este servidor estudiante en la Dr. Rafael Pujals, en el tiempo del fallecimiento de Luis Muñoz Marín y la elección de 1980, la dinámica política captó mi atención. En el sepelio de Muñoz el 2 de mayo de 1980, expresó Hernández Colón: “Lo que Puerto Rico pierde, lo gana el cielo. Marcaras una huella indeleble en nuestro recuerdo como persona y como Maestro. Líder incuestionable de tu pueblo, forjador de voluntades, padre de la patria, no había pequeñez en tu alma ni mezquindad en tu pecho. Sentiste compasión no solo por los oprimidos, sino aún por los que se oponían a ti y a tu obra”.


Me convenció el mensaje maduro, lleno de energía y constructivo, de Hernández Colón. A veces miraba aquella casa frente a la escuela con cierta curiosidad. Jamás hubiese imaginado que los caminos me llevarían a hacer tareas para el gran líder, gobernante y maestro que fue el licenciado Rafael Hernández Colón. En 1984 expresó Rafael: “Por encima de las diferencias que tengamos en cuanto a status político están los lazos que nos unen, las esperanzas compartidas, las metas personales y familiares que todos tenemos, los valores de justicia, democracia y conducta moral en que creemos”.    

Hernández Colón fue gran profesional del Derecho, pero su pasión era la arquitectura. Le sirvió bien a Puerto Rico en la responsabilidad electiva y luego del tiempo de ese rol, siguió sirviendo y consagrando mucho, a tono con su vocación y calidad humana. Hernández Colón falleció el 2 de mayo de 2019 y al ver el rótulo en la escuela Dr. Rafael Pujals en su memoria, medité sobre la realidad de que mis padres y mi gran líder están en cielo, con nostalgia y con acción de gracias a Dios por tanto que me bendijeron. Les aplico lo que dijo Rafael: “Lo que Puerto Rico pierde, lo gana el cielo”.      

De hecho, fueron tan especiales esos días de la niñez, que mucho me gustaría que se creara la cultura de reencuentros de Clases de escuela elemental. Si hubiese reencuentros de escuela elemental, ¡muy bien debería ser de la Clase de 1979 de la escuela Ramiro Colón Colón! Sigamos creciendo y fructificando con la fe, energía y magia de los mejores inicios.
                                              
·         “El hombre que tiene hoy un conocimiento que ayer no tenía es hoy, en ese mismo grado, un hombre más libre de lo que era ayer, porque ignorar es servidumbre y saber es libertad”. –Luis Muñoz Marín

·         "Es el niño en el hombre la fuente de su originalidad y creatividad, y el patio de recreo es el medio óptimo para el desarrollo de sus capacidades y talentos”. --Eric Hoffer

·         “La educación como vía hacia el pensamiento crítico, la amplitud humanista, la cuestión trascendente y la calidad de nuestra civilización.”. –Rafael Hernández Colón

·         “La musa más poderosa de todas es nuestro propio niño interior”. --Stephen Nachmanovitch

·         "No importa la edad que tenga, si mantiene el deseo de ser creativo, no envejecerá". --John Cassavetes

·         "Amor es el arquitecto del universo". --Hesiodo

Adiós a la escuela

Ha llegado el momento de dejarte,
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte,
con la nostalgia de la despedida.
Patio con Sol que nunca olvidaremos
aulas donde aprendimos tantas cosas,
pedacito de cielo que aún te vemos
por la ventana abierta entre las rosas.
Ya no vendremos más a tu llamado
vieja campana de color ceniza
ni escribiremos en el encerado
con la barrita blanca de la tiza.
Queda entre tus paredes nuestra infancia
el primer goce y el primer quebranto,
la amistad, esa flor de tolerancia
y las maestras que quisimos tanto.
¡ADIOS ESCUELA!
Con el alma henchida de gratitud
la caravana parte
nuestro blanco escuadrón
hará en la vida más de un alto
tal vez, para venerarte.
Ha llegado el momento de dejarte
nuestra labor del año está cumplida
somos el escuadrón blanco que parte
con la nostalgia de la despedida.






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