Los partidos políticos
son instrumentos de participación democrática. Existen en los diferentes
sistemas; aunque en regímenes totalitarios son una extensión de lo dictatorial
e impositivo.
En Puerto Rico la
política es intensa. Está la sazón propia de la pasión de la cultura latina y
los partidos son mucho más que los candidatos. Los partidos no son religiones,
pero tienen fundamentos ideológicos y programáticos, y sobre todo la estructura
de base de pueblo (sin esa base, no hay partido).
Ante una base tan amplia,
es injusto e incorrecto estigmatizar a algún partido como corrupto, o culpar al
partidismo por los problemas del país. Conozco personas decentes en las
diferentes ideologías.
Es un hecho que lo
partidista incluye también asesores y estrategias. También es un hecho que no
hay estructura perfecta. La política es lucha de poder y hay dramas que van más
allá de lo visto por la ciudadanía. No todas las intensas batallas ideológicas
son por la misma motivación.
Sin embargo, ante la
diversidad de luchas e intereses, el que haya personas decentes, requiere una
visión justa y amplia. El problema de Puerto Rico no es el partidismo; el
problema es complejo. Por ejemplo:
·
La falla no está en el
partidismo. La falla está en no tener mejores criterios de selección de
candidatos y en no participar ampliamente en las primarias (cada cual en la
primaria de su partido).
·
En la gestión
gubernamental, las dos mayores peticiones son de empleo y vivienda. No es
ilegal o inmoral acudir a un partido con peticiones así en mente. Es deber de
sus funcionarios electos buscar ser efectivos en la atención de esos temas y
otros. De hecho, de los resultados electorales surgen también nombramientos de
jefes de agencia y funcionarios a nivel estatal y municipal que deben atender
las necesidades del pueblo. Lo que crea problemas no es el partidismo como tal,
sino crear falsas expectativas, no ampliar las vías de ayuda, olvidar a las
personas que se les pidió el voto y la activación, no tener correcto concepto
de servicio público y ver a los demás como súbditos, perder empatía y hundirse
en trabas burocráticas, o ignorar bases de mérito.
·
La corrupción y los
crímenes no surgen del partidismo, surgen del pecado. Combatir eso, requiere
acción en diversos frentes, como enseñanza de valores, controles contra la
corrupción y fomentar contar con talentos que brillen más por la honestidad que
por lo publicitario. En la política y fuera de la política, en todo, se aplica
el principio de que una persona corrupta no convierte a la organización en
corrupta; y el deber de velar para no caer en mensajes y estilos que puedan
justificar y/o promover la corrupción, como señalar casos de corrupción en el
adversario cuando falla quien se apoyó, o avalar que robe si reparte fondos y
hace obras. Debe imperar lo enseñado por Jesús de que a quien más se le da, más
se le exige; y la sana óptica partidista de fiscalizar más a quien se apoya por
el bien institucional.
·
La estrategia de
manipular el tema del status político como varita mágica que resuelve todo, no
surge del partidismo como tal, sino de personas que buscan posiciones y fines
particulares.
Muchos más ejemplos se
pueden dar. Lo irónico es que en el partidismo se desarrolla una escuela de
liderazgo; y si imperase lo partidista bien definido, por el deseo de ganar la
próxima elección, habría un gran trabajo en todas las áreas del servicio
público, obras y buena administración, y cumplimiento de todos los compromisos
programáticos.
En Puerto Rico, cada
partido tiene sus bases fundadoras. Cada fórmula de status político tiene
validez y eso en sí, es una bendición. Apoyar la Estadidad no es sinónimo de
menos puertorriqueñidad; apoyar la Independencia no es sinónimo de morir de
hambre; y apoyar al Estado Libre Asociado no es sinónimo de colonialismo.
En lo partidista, se
busca prevalecer en las urnas y eso justifica que haya la campaña política y la
estrategia electoral, debates y ataques a la postura del opositor. El objetivo
es ganar porque sin el poder avalado por las urnas, es imposible establecer
programas de gobierno y desarrollar obras.
Eso no significa que no
se pueda tener unas normas de sana convivencia; o que no se pueda coincidir en
buenas iniciativas por la patria, como cuando el gobernador estadolibrista
Rafael Hernández Colón y el líder estadista Luis A. Ferré se unieron en la
efectiva defensa de la Sección 936.
Cuando se bloquean
consensos, no es por el partidismo como tal, sino por agendas personales o
extremos ideológicos. Por consiguiente, el partidismo se perfecciona en la
medida que desde cada partido, los afiliados exigen buenos enfoques y debidos
cumplimientos. Las instituciones son más que funcionarios de turno y
circunstancias del momento.
Puerto Rico necesita
que lo mejor del partidismo, se manifieste en el fortalecimiento de cada
partido con candidatos de excelencia, en ver la fórmula de status político como
un instrumento de servicio al pueblo y no como un ideal supremo o un fin en sí,
en colocar a Dios primero y en la capacidad de lograr consensos para que
soluciones y puntos clave del modelo de desarrollo socioeconómico se puedan
mantener indistintamente de resultados electorales y cambios de administración.
De eso se trata.
Historia del PPD: https://www.youtube.com/watch?v=-IzlQPJUDR0
PPD, Himno de la vergüenza:
https://www.youtube.com/watch?v=vF5j6j8Ro7U
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