lunes, 5 de agosto de 2019

El problema de Puerto Rico no es el partidismo; el problema es de fondo...



Los partidos políticos son instrumentos de participación democrática. Existen en los diferentes sistemas; aunque en regímenes totalitarios son una extensión de lo dictatorial e impositivo.

En Puerto Rico la política es intensa. Está la sazón propia de la pasión de la cultura latina y los partidos son mucho más que los candidatos. Los partidos no son religiones, pero tienen fundamentos ideológicos y programáticos, y sobre todo la estructura de base de pueblo (sin esa base, no hay partido).

Ante una base tan amplia, es injusto e incorrecto estigmatizar a algún partido como corrupto, o culpar al partidismo por los problemas del país. Conozco personas decentes en las diferentes ideologías.

Es un hecho que lo partidista incluye también asesores y estrategias. También es un hecho que no hay estructura perfecta. La política es lucha de poder y hay dramas que van más allá de lo visto por la ciudadanía. No todas las intensas batallas ideológicas son por la misma motivación.

Sin embargo, ante la diversidad de luchas e intereses, el que haya personas decentes, requiere una visión justa y amplia. El problema de Puerto Rico no es el partidismo; el problema es complejo. Por ejemplo:

·         La falla no está en el partidismo. La falla está en no tener mejores criterios de selección de candidatos y en no participar ampliamente en las primarias (cada cual en la primaria de su partido).

·         En la gestión gubernamental, las dos mayores peticiones son de empleo y vivienda. No es ilegal o inmoral acudir a un partido con peticiones así en mente. Es deber de sus funcionarios electos buscar ser efectivos en la atención de esos temas y otros. De hecho, de los resultados electorales surgen también nombramientos de jefes de agencia y funcionarios a nivel estatal y municipal que deben atender las necesidades del pueblo. Lo que crea problemas no es el partidismo como tal, sino crear falsas expectativas, no ampliar las vías de ayuda, olvidar a las personas que se les pidió el voto y la activación, no tener correcto concepto de servicio público y ver a los demás como súbditos, perder empatía y hundirse en trabas burocráticas, o ignorar bases de mérito.

·         La corrupción y los crímenes no surgen del partidismo, surgen del pecado. Combatir eso, requiere acción en diversos frentes, como enseñanza de valores, controles contra la corrupción y fomentar contar con talentos que brillen más por la honestidad que por lo publicitario. En la política y fuera de la política, en todo, se aplica el principio de que una persona corrupta no convierte a la organización en corrupta; y el deber de velar para no caer en mensajes y estilos que puedan justificar y/o promover la corrupción, como señalar casos de corrupción en el adversario cuando falla quien se apoyó, o avalar que robe si reparte fondos y hace obras. Debe imperar lo enseñado por Jesús de que a quien más se le da, más se le exige; y la sana óptica partidista de fiscalizar más a quien se apoya por el bien institucional.

·         La estrategia de manipular el tema del status político como varita mágica que resuelve todo, no surge del partidismo como tal, sino de personas que buscan posiciones y fines particulares.

Muchos más ejemplos se pueden dar. Lo irónico es que en el partidismo se desarrolla una escuela de liderazgo; y si imperase lo partidista bien definido, por el deseo de ganar la próxima elección, habría un gran trabajo en todas las áreas del servicio público, obras y buena administración, y cumplimiento de todos los compromisos programáticos.

En Puerto Rico, cada partido tiene sus bases fundadoras. Cada fórmula de status político tiene validez y eso en sí, es una bendición. Apoyar la Estadidad no es sinónimo de menos puertorriqueñidad; apoyar la Independencia no es sinónimo de morir de hambre; y apoyar al Estado Libre Asociado no es sinónimo de colonialismo.

En lo partidista, se busca prevalecer en las urnas y eso justifica que haya la campaña política y la estrategia electoral, debates y ataques a la postura del opositor. El objetivo es ganar porque sin el poder avalado por las urnas, es imposible establecer programas de gobierno y desarrollar obras.

Eso no significa que no se pueda tener unas normas de sana convivencia; o que no se pueda coincidir en buenas iniciativas por la patria, como cuando el gobernador estadolibrista Rafael Hernández Colón y el líder estadista Luis A. Ferré se unieron en la efectiva defensa de la Sección 936.

Cuando se bloquean consensos, no es por el partidismo como tal, sino por agendas personales o extremos ideológicos. Por consiguiente, el partidismo se perfecciona en la medida que desde cada partido, los afiliados exigen buenos enfoques y debidos cumplimientos. Las instituciones son más que funcionarios de turno y circunstancias del momento.

Puerto Rico necesita que lo mejor del partidismo, se manifieste en el fortalecimiento de cada partido con candidatos de excelencia, en ver la fórmula de status político como un instrumento de servicio al pueblo y no como un ideal supremo o un fin en sí, en colocar a Dios primero y en la capacidad de lograr consensos para que soluciones y puntos clave del modelo de desarrollo socioeconómico se puedan mantener indistintamente de resultados electorales y cambios de administración. De eso se trata.


PPD, Himno de la vergüenza: https://www.youtube.com/watch?v=vF5j6j8Ro7U








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