El 19 de junio de 2021, me impactó y sorprendió grandemente el fallecimiento de Noemí Muñoz. Quedé sin palabras. Me enteré en víspera del Día de los Padres, por lo que opté por acompañar esta reflexión escrita con una foto de Noemí con su padre, y otras fotos. Noemí tuvo un padre y una madre ejemplares y fui bendecido al poder saludarles. Una gran dama Ponceña partió a la Patria Celestial...
El 21 de junio se llevó a cabo el velatorio en Shalom Memorial y la despedida final fue en el Camposanto de Cristo Resucitado. El servicio en la funeraria que fue buen bálsamo. El ambiente de sentimientos fue inenarrable.
Al almorzar en Paradise Pizza frente a la Escuela de Bellas Artes en Ponce, Puerto Rico, tres sillas vacías ante mí, me recordaban las veces que compartí con Noemí y sus hijos. Al recibir la pizza doble queso, recordé y honré el amor con que Noemí complacía el gran gusto de sus hijos por el queso; dos buenos hijos son una dicha, un constante testimonio que honra a Noemí, y les bendigo.
En mi memoria, recordaba las conversaciones, las sonrisas y las ocurrencias. Éramos cuatro almas en sana amistad y profunda fe. Los caminos de la fe son más que lugares de congregación; son senderos en que uno se va descubriendo a través de las vivencias propias y a través de otras almas y personas significativas.
Conocí a Noemí en el 2001 en la Iglesia Fuente de Agua Viva en Ponce. Este lugar de congregación ya no existe, pero personas que ahí se congregaban no detuvieron su desarrollo espiritual, como Noemí.
Fue mi primera vivencia fuera del catolicismo. Aprendí a valorar lo bueno del catolicismo, a unirlo con el mensaje de Jesús de que vino para que tengamos vida en abundancia (ver Juan 10:10), y a reconocer que en los diversos lugares de congregación cristiana, hay personas buenas y son lugares respetables y con Presencia. En un mundo imperfecto, hay quien falla y hay quien obra bien; y el amor y mensaje de Jesús es para todos. Ampliando la perspectiva, se ve y se crece.
Noemí tuvo una de las más amplias perspectivas y fue más que bendecida en línea con el Altísimo. Fue emprendedora y empresaria, amó con intensidad a sus padres y los cuidó, fue siempre atenta con su hermana y entregó todo su ser en la formación de sus dos hijos, los gemelos, en un buen hogar. Esos detalles en sí, son más que suficientes para recordarla, pero sumó más quilates a su valor y heroismo.
En la dinámica de fe y religiosa, no se confirmaba con observar. En el templo, le daba suma importancia al Devocional y a las manifestaciones y revelaciones del Espíritu Santo. En ella se combinaron maravillosas vivencias espirituales y sobrenaturales, con la capacidad de real oración y la formación integral que generaba edificantes conversaciones y lecciones. Fue una dinámica líder con grandes iniciativas. Daba infinitamente más que la milla extra y ejemplificó el valor de la Mujer Cristiana.
Fue estudiosa constante y junto a su profesión y vocación, desarrolló conocimientos teológicos. Sabia sostener su visión con firmeza, sabiduría y respeto. Manifestó evolución en el sentido de misericordia y en la cristiana empatía hacia los demás.
Doy gracias a Dios por haberla conocido. Llegamos a coincidir en lugares de congregación y actividades. Armonizó en su ser al carácter firme, con la dimensión de serenidad en el Señor, alegría y la sonrisa sincera. Ella tenía poder de convocatoria en los quehaceres de la fe. En la etapa más reciente al momento de escribir estas palabras, múltiples tareas nos ubicaron en diferentes senderos, pero siempre hubo respeto y los mejores deseos para los nuevos testimonios.
Cuando Noemí Muñoz abrazaba una causa, se entregaba en tal forma que superaba toda consideración humana y siempre colocando al Señor primero. La fe dicta que hoy se reencuentra con sus padres en la Patria Celestial; y lo humano dicta que su recuerdo seguirá inspirando y educando. Haya gozo eterno para su alma y paz para su familia.
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