domingo, 4 de septiembre de 2011

Hoy domingo...


Algo propio para hoy domingo:



Dice la Biblia en San Mateo 28:19-20 la “gran comisión”: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Ese llamado es a todas las generaciones y no es sólo a los maestros, profetas, predicadores, apóstoles, obispos, pastores o sacerdotes, es a todos los creyentes. Eso justifica la existencia de tantos esfuerzos y medios de evangelización, pero las mejores formas de evangelización son el ejemplo y las manifestaciones de amor.



En barrios, comunidades y residenciales públicos se dan en canchas las llamadas “campañas de evangelización”. Es algo que no condeno porque hace mucha falta, pero requiere mejoras para que el remedio no sea peor que la enfermedad.



Por un lado, con gritos descontrolados no se transmite bien la Palabra y el mensaje de restauración y potenciación. Cuando el Espíritu Santo toma control y se manifiesta, el grito deja de ser grito y se convierte en energía con poder. Cuando hay el grito que no infunde paz, debe haber mucha oración que preceda para que se desarrolle lo mejor.



Por otro lado, en términos de los mensajes, veo que se necesita evolucionar. Es decir, y sin ánimo de criticar y juzgar, veo que hace falta superar la etapa de fundamentar mensajes demasiado en el inventario de viejos pecados, como si se echara de menos ese pasado o si hubiese que tener a la vieja criatura como el punto de referencia. Es un arma de doble filo: En parte se puede ver como testimonio de que no es imposible salir del estancamiento, en parte puede llevar el mensaje equivocado de que se puede pecar confiadamente porque siempre habrá un perdón y una vía alterna de vida.



Es un tema delicado que requiere análisis profundo y la justa observación de cada caso; es mejor orar por las almas que hablar de las almas y todo depende del corazón que no puede engañar a Dios. Aunque pido a Dios que sea nutrido quien necesite de esa línea de predicaciones, lo que veo más cuestionable, es el abonar a la división y estigmatización de comunidades, como si en tales lugares dominara la droga, el vicio y la degeneración y todos estuvieran en eso. ¿En qué medida en los lugares que se etiquetan de “buenos” y de “buenas familias”, en donde no se da ese tipo de culto, ocurren las peores cosas?



El residencial público de hoy en Puerto Rico no es lo mismo de antes. El concepto de residencial público no ha fracasado, lo que falló fue el no fomentar una nueva conciencia en quienes abandonaban peores condiciones de vida; se puede perfeccionar para superar todo lo asociado al arrabal y fomentar el crecimiento y progreso integral. La prueba de que la idea del residencial es buena en principio, está en las nuevas comunidades con edificios a los que se les ha bautizado por el pueblo como “cacheríos”.



Los residenciales públicos que en un inicio se concibieron como vivienda temporera, han pasado a ser vivienda permanente para muchos que tienen ingreso bajo o moderado y no pueden pagar otra vivienda. Hay muchos en el residencial que estudian, trabajan, pagan renta, aportan al país, y merecen respeto y consideración. Veo que hace falta un nuevo mensaje en las comunidades, en que también haya testimonios de sanidad, restauración y lecciones de abundancia y prosperidad.



Así, mi gran recomendación para la campañas de evangelización, es emplear centros comunales en vez de canchas, transmitiendo el mensaje de unción, paz y prosperidad (Jesús dijo que vino para que tengamos vida en ABUNDANCIA). No está bien empelar canchas y pretender forzara todos a escuchar algo que en la medidas que pierda la consideración hacia los demás, deja de ser evangelización para ser alteración a la paz. Es cierto que la, peor alteración a la paz está en el crimen, los vicios y el pecado, por lo que de los cristianos se espera legítima y razonablemente mucho más.



Sonará fuerte y debe quedar claro que apoyo la evangelización cristiana. Lo que no veo bien es la gritería y el ruido ensordecedor hasta altas horas de la noche que va en contra de las familias que desean compartir ante la televisión y conversar, o en contra de trabajadores, niños y ancianos que desean disfrutar del derecho a descansar. Por simple lógica, es imposible que el Espíritu esté en donde se inspira depresión en vez de paz. Bendigamos a los maestros, profetas, predicadores, apóstoles, obispos, pastores y sacerdotes que hacen la diferencia y oremos para que no se desvíen del buen camino, sino que fructifiquen. Oremos para que llegue un nuevo tiempo en el evangelismo, libre de los estilos que han perdido su vida útil y abundante en el poder del Altísimo. Oremos para que la gran evangelización palpite en la obra social (tal como se expone en San Mateo 25:34-40), la visita hospitales, la ayuda al desvalido y el buen consejo.



En resumen: somos llamados a congregarnos ordenada y pacíficamente para vivir en orden y dar paz. Ante la Palabra de Dios, ya que lo que mejor nos define es lo que vivimos, que las mejores formas de evangelización sean el ejemplo y las manifestaciones de amor. Dios ilumine a todos.

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