Ser hacedor de la Palabra es buscar que lo que mejor defina uno sea lo que uno viva. Ser hacedor de la palabra no es religión o solo cantar, es fomentar la paz y libertad integral; es dar vida a la fe y sentido a la oración mediante buscar ser mejor cada día y dar atención a las diversas formas de cumplir con la obra social. Jesús lo explica en San Mateo 25:34-40:
“Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis; Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿O desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”.
La voz educadora de Jesús es clara y directa. ¡Basta de los juegos de palabras para tergiversar lo de gracia vs obras, no por fe, sino para evadir unas responsabilidades! ¡Tan corrupción es el clásico acto de robar dinero, como el de engañar o el de proyectar una falsa imagen para luego seguir maltratando y abusando!
¡Cuántos piden tiempo adicional de vida para luego ser peores! ¡Cuántos hacen promesas y piden milagros para luego olvidar y deshonrar al Creador mediante la mala conducta! Ciertamente hacen falta testimonios de cumplimientos de promesas. No es un secreto que desde hace un tiempo doy atención a ese tema de las promesas del que no se quiere hablar. ¡Ahora más que nunca somos llamados a profundizar en ese tema para hacer el nuevo y mejor mundo que comienza en cada persona!
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