La versión de Jesucristo en la película "The Gospel According to Matthew" y la pintura que se presenta en el libro “El cielo es real” son al extremo similares, prácticamente idénticas. No tiene que generar conflictos esa realidad; y las imágenes no tienen que ser una copia fiel y exacta la una de la otra en todo detalle para que se confirmen unas líneas y una inspiración en común. Con sinceridad, veo dos imágenes iguales.
Es válido pensar que la pintura se hizo luego de ver la película y/o que se establecieron algunas diferencias para que no fuera tan obvio el modelo (nada de fraude tiene eso en sí; la grave falta estaría en negarlo de ser cierto o en no tolerar que puede ser así). Es válido también pensar que la pintura y la película, al igual que otras imágenes, reciben una guía sobrenatural para superar las ideas tradicionales de un Jesús al extremo diferente a la naturaleza humana. Es sabio tener los ojos bien abiertos y analizar con sumo cuidado, ya que creer en Dios no equivale a creer en toda persona que clame poder trazar lo sobrenatural en lo natural, y las revelaciones cristianas, en manos malintencionadas, pueden ser como un arma der alto poder en manos de un niño.
Lo que no veo válido, es tratar de imponer que son imágenes totalmente diferentes, ya que algo así anula la inspiración divina en un mismo Espíritu; no en un espíritu de manipulación, sino en un espíritu para profundizar mejor en el Señor que quiso ser tan cercano a nosotros, que se hizo carne y vive para todos los tiempos y generaciones.
En las imágenes, es notable el factor común en la simpatía, la barba poblada, el pelo que no llega hasta los hombros y los rasgos definitorios. Nada malo o pecaminoso hay en reconocer una influencia común. Profundizar en lo que une a ambas imágenes es positivo al fomentar el intelecto y la capacidad para separar al grano de la paja.
Porque en la vida no hay casualidades, sino causalidades, puede haber niveles de duda y suspicacia, pero puede haber también mayor mirada trascendente: Es evidente la búsqueda de presentar al Jesús real, a tono con el tiempo y el clima de los lugares en donde estuvo. Dos imágenes iguales en inspiración, en líneas definitorias, y en el mensaje de paz y plenitud de que Jesucristo es el Señor. Sea el Señor real en lo que creamos, amemos y vivamos.
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