El país está
en tiempos de plena campaña política y aún los más optimistas, expresan dudas
sobre la capacidad para enfrentar efectivamente los graves problemas sociales.
La realidad es
que en la vida siempre habrá problemas y no hay puntos finales, sino etapas de
desarrollo y evolución generacional en una ruta interminable.
No critico a
quienes se debilitan en la fe y la esperanza. Por eso he escrito: “Ser
‘cristiano’ no es ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser
‘cristiano’ es ser creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al
palpitar, al ver, creer, pensar y hacer”. De eso se trata la perseverancia y
comparto dos factores que reviven la esperanza en Puerto Rico:
·
Reconozco que el 19 de agosto voté “Sí” a la
limitación del derecho a la fianza (con el razonamiento de que se
buscaba dar discreción para limitar el derecho a la fianza en casos que afectan
y consternan a todo un pueblo y no se elimina el derecho a la fianza) y “No”
para reducir el número de legisladores (con el razonamiento de que procede
respetar el mandato democrático del pueblo dado en el 2005 con el 83.4% de los
votos por un sistema legislativo unicameral). Ya que la sinceridad facilita la
comprensión, reconozco que lo volvería a hacer. Sin embargo, veo
lo más esperanzador de la victoria del “No” en ambas propuestas, en que el
pueblo va superando aquello de seguir ciegamente a líderes y a la disciplina
del partido. El gran mensaje es que quien quiera prevalecer, debe convencer con
argumentos serios y no con la manipulación que menosprecia al intelecto y al
ser humano.
·
Dos casos que han estremecido al país son el asesinato
del niño Lorenzo y el asesinato de Carmen Paredes. No se trata de olvidar que
hay muchos otros casos que son grandes reclamos de justicia que deben ser
resueltos. Se trata de que son casos que impactan porque acentúan las
desigualdades y abismales brechas sociales existentes en la Isla. Aún ante
tragedias que consternan y que no debieron ocurrir, veo lo más esperanzador en que el país ha
sabido identificarse con lo primero, que es hacer justicia a la víctima. El
país ha sabido no desviarse de eso.
Son dos factores
que reviven la esperanza en Puerto Rico porque confirman que en la forma de
responder a un tema, se pone al descubierto de qué y cómo uno está hecho. Es
desde esa definición individual que se define el escenario colectivo.
Como toda obra humana, no es
perfecto el sistema democrático, pero aún ante los graves problemas sociales,
los asuntos pendientes, las desigualdades y las fallas de los que traicionan el
deber y la confianza del pueblo, el que puedan surgir factores que reviven
la esperanza, es gran señal de que se pueden superar las manipulaciones y los engaños
y el “tanto tienes, tanto vales”; que un mejor país es posible y es agenda
de constante progreso y perfeccionamiento integral para todas las generaciones.
Demos gracias por los dos factores
que reviven la esperanza en Puerto Rico que abren
puertas a nuevas y mejores posibilidades. Dios ilumine a todos en la Isla del
Cordero.
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