El texto de Eduardo Lalo titulado “Los
mercaderes del odio” tiene un notable error y un notable acierto. Veamos:
·
Notable error- Dice: “la criminalización del
independentismo liderada por Muñoz Marín y el PPD en tiempos de la Ley de la
Mordaza”.
Es cierto que existió la Ley de la
Mordaza, pero al ver el contexto histórico, encontramos que fue un liderato
encabezado por Albizu Campos el que se auto-criminalizó por buscar imponer por
la fuerza de las armas lo que no podían lograr en las urnas democráticas por la
falta de capacidad de convencimiento. No sirve bien esa mente extremista de ver
como “traidor” y “enemigo de la patria” a toda persona que piense diferente o
entienda que se puede lograr un mejor presente y futuro en la ruta de una buena
relación de Puerto Rico con Estados Unidos. En eso no hay heroísmo ni
patriotismo. Patriotismo es desarrollar forjado amor a la patria en vez de odio
y cainismo. Patriotismo es crecer en el concepto Patria-Pueblo fomentado por el
verdadero héroe y patriota, Luis Muñoz Marín.
·
Notable acierto- Dice: “Un grupo de pastores evangélicos pretenden
desarticular el ‘mito’ de la separación de Iglesia y Estado por las ondas
radiales. Cada noche odian al prójimo como a sí mismos. No ven contradicción
con las Escrituras, acostumbrados como están a la cita profusa, obsesiva y
arbitraria. Su ‘nosotros’ llegará más allá del Fin de los Tiempos gracias a su
ofensiva contra otros cristianos, contra las iglesias competidoras, contra los
periodistas, los ateos, las sexualidades y los ciudadanos pensantes. Reclaman
la salvación por la puerta estrecha de su demagogia y al final de la senda que
los aleja de Satanás, acceden a la bóveda de los diezmos”.
Lamentablemente es cierto que
vivimos tiempos en que ciertos líderes religiosos fomentan egoísmo, buscar
silenciar y condenar a todo el que piense, alimentar apetitos desmedidos y todo
lo opuesto al Príncipe de Paz. Siento empatía hacia los maltratados por no
decir “Amén” a los estilos cuestionables y mensajes de discordia. Cuando surge
el estilo más agresivo desde ciertos religiosos en vez de desde lo político, y
más expresiones cristianas y humanitarias desde lo que no es religioso, se
confirma que vivimos tiempos atípicos. Cuando al día de hoy se da exclusión,
duda y suspicacia hacia quien se expresa a favor de la equidad y de que todos
somos hijos de Dios, se confirma que hay mucho que educar y revelar. Se
confirma que Dios emplea los medios que Él desea para responder, obrar y
edificar. Eso de vivir tiempos atípicos, se puede tomar en lo positivo para
buscar mejores formas de ver y hacer las cosas. Se confirma que se ha fallado
cuando no se ha dicho la verdad a las congregaciones y al país. Siento empatía
hacia los maltratados por no decir “Amén” a ciertos estilos y mensajes; hacia
quienes no han tenido otra opción que dejar roles ministeriales, o incluso no
congregarse o asistir solo el domingo. Que haya
pleno apoyo a quienes cumplen bien. Que las iglesias den ejemplo de lo
correcto. Que no haya impunidad en lo que se desvía y daña. Que la efectiva
aplicación de la justicia divina, comience en este mundo.
Para edificar mejor a la patria,
ciertamente hay que superar raíces de odio y amargura. Dios ilumine a
todos.
·
“La patria tiene el paisaje que amamos,
sus colores y las estaciones, el olor de su tierra que humedece su lluvia, la
voz de sus aguas de quebrada (la de mar es más como la de todas las patrias que
dan al mar); sus frutos y canciones y formas de trabajo y de fiesta; sus platos
de celebración y los austeros y socorridos con que afronta el sustento de todos
los días; sus flores y hondonadas y veredas –pero, por sobre todo, su gente: el
pueblo, la vida, el tono, las costumbres, las maneras de entender, de hacer, de
llevarse unos con otros. Sin eso, la patria es nombre, o abstracción, o a lo
sumo, paisaje. Con la gente, es patria-pueblo. Por eso digo que quienes
profesan amar la patria y desprecian al pueblo sufren un grave enredo de
espíritu. Lo sufren –y no debemos suponer que sea de perversidad o mala fe–
quienes con palabra o por implicación de sus acciones dicen, ‘¡que se salve la
patria aunque se hunda el pueblo!’ El cariño ha de ser a la patria entera, a la
patria-pueblo. ¿Cómo no lo hemos de sentir? ¿Y quién puede decir que hace daño
sentirlo? Es grato al espíritu y es enaltecedor sentir ese cariño. De lo que
tenemos que resguardarnos en el mundo en que vivimos es de confundir el amor a
la patria-pueblo con el concepto fútil de pequeño e ingenuo estado nacional. No
hay mandamiento de ley divina o humana que diga que las patrias tienen que
estar aisladas, ser suspicaces, vanidosas y cerreras, máquinas generadoras de
la desconfianza y del odio entre los seres que pueblan la ancha igualdad que
hizo el Señor sobre la tierra”. –Luis Muñoz Marín
·
"Reposará en la estepa la Equidad, y la justicia
morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la
Equidad, una seguridad perpetua”. --Isaías 32:16-17
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