sábado, 18 de febrero de 2012

Whitney Houston: Adiós a quien muere; Bienvenida a quien nace…

La noche del sábado 11 de febrero de 2012 pasa a la historia por la noticia de la muerte de la estrella Whitney Houston. Hoy sábado 18 de febrero es la fecha del acto fúnebre y pasa a la historia porque se dice adiós a quien muere y se da la bienvenida a quien nace…



Lo triste es que un significativo número de los que comentan la trágica partida de la Diva, de no haber muerto no la tendrían en mente. Lo positivo es que el legado de ella no muere y merece ser recordada como fue en sus mejores días. Lo aleccionador es que este mundo tiene que crecer  y evolucionar en todos los sentidos.



¿Cuántos admiradores de Whitney oraban de verdad, con sana conciencia y buen corazón por ella? Fuimos afortunados los que vivimos los tiempos en que sus éxitos inspiraban, unían y establecían precedentes y hoy las nuevas generaciones la descubren. Reconozco que no fui fiel admirador de ella y ni siquiera tengo sus discos, pero siempre recuerdo su rol en la película “The Bodyguard”.



En la película, una dama aprende a superar la arrogancia y vanidad gracias al hombre serio, humilde y disciplinado; mientras que ese hombre aprende a crecer en la sensibilidad y la expresión de sentimientos gracias al amor.



Whitney supo brillar en todo escenario. En mi caso, a quien más admiro es a la dama con belleza inenarrable, energía, llamado único y presencia sin igual con el nombre artístico de Melina León.



Todos los discos de Melina hechos hasta el presente son excelentes y los tengo. Sin embargo, de manera especial destaco la producción “Corazón de mujer”. Es un disco que exalta la esencia de la mujer y lo que hace a un hombre de verdad.



Es un disco que en la medida que jamaquea conciencias, confirma que “música cristiana” no es sólo lo que se cataloga dentro de un género, sino lo que lleva algo de Dios con fuerza de edificación, por lo que ciertamente Melina León es la dama y cantante cristiana que más admiro.



Con esa perspectiva, los grandes admiradores de Whitney que son movidos por la fe, podrán decir que ella fue la dama y cantante cristiana que más admiraron. Las altas y bajas que ella vivió no son más que eso.



Muchos han dicho que Witney comenzó cantándole al Señor, creció y prosperó, pero en algún punto se desvió. Lo cristiano no es olvidar lo bueno, acentuar fallas y condenarla; lo cristiano es recordar todo bien que hizo y en oración, agradecer sus pensamientos y obras edificantes y bendecirla para que en la muerte, renazca con la perfección que Dios depositó en ella. Cristianismo es amor, no lo contrario.



Que no se tome a la fallecida estrella -que seguirá brillando desde sus producciones y logros admirables- como ejemplo de escarmiento o medio para manipular y condenar (aún con palabras sutiles), ya que hay quienes tras una falsa imagen cometen peores actos, como comercializar la Palabra y la música sacra, buscar satisfacer los peores apetitos e instintos, o abusar de la confianza y traicionar la fe.



Son más las almas que inspiró bien Whitney Houston que la suma de sus pecados, y aún se sigue esperando que sea lanzada la piedra por quien esté libre de pecado, por lo que ella merece ser recordada como fue en sus mejores días. Los dones brillarán desde la eternidad mucho más que las expresiones hirientes de los que Jesús identifica como “sepulcros blanqueados”.



Porque nadie es perfecto y todos compartimos una misma esencia, es más humano, cristiano y constructivo destacar lo que enseña a ser más comprensivos, solidarios y capaces de levantarnos y consagrar una nueva vida. 



Cada día de vida es gran día para redescubrir precisamente en el Corazón de Mujer (en todo rol en que se desempeña), todo lo grande, transformado y sublime que Dios quiere para el mejor desarrollo de la humanidad entera. Cada alma que lea estas palabras pensará en mujeres con particular distinción y mujeres que desde el infinito siguen inspirando por su ejemplo; Todos podremos coincidir en que con el Corazón de Mujer se hace patria.



Whitney hizo su parte. Merece ser recordada como fue en sus mejores días. Ese nivel de conciencia, amor y misericordia edifica, humaniza, cristianiza y agrada al Altísimo. Mientras haya vida, seguimos en la batalla de perseverancia, ya que en cada alma, Dios deposita perfección. No esperemos a la llegada de la muerte para recordar y valorar. Expresemos ahora el amor, aprecio y admiración; con una base de oración vivificadora, pura y sincera. Hagamos la diferencia ahora. Demos el paso de fundamentar lo que sentimos y deseamos en cumplir grandes promesas al Señor, en pos de vivir reales testimonios que den luz. Adiós a quien muere; Bienvenida a quien nace… Dios ilumine a todos.

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