El tiempo navideño comienza para mí con Halloween; en esa noche coloco el arbolito navideño y nada malo hay en eso. Porque nadie se engaña a sí mismo, la más perfecta libertad en el Señor es tomar decisiones en pos de una vida feliz y consagrar todo sin temores o presiones.
Cada año en Plaza del Caribe en Ponce, Puerto Rico, hay un despliegue de talentos, creatividad y sobre todo unificación familiar en la noche de Halloween. Nada de malo hay en eso.
La existencia es fugaz. La niñez pasa rápido. Hay quienes están hoy en los días navideños que el próximo año no estarán. No empañemos los momentos bonitos. No caigamos en lamentar ante un ataúd el daño hecho y el tiempo desperdiciado por lo impositivo y por herir en lugar de bendecir. Demos una tregua a las diferencias y generemos recuerdos edificantes.
Si hay quienes abrazan la oscuridad en esa noche, lo que procede es orar y no condenar o buscar seguidores en base al miedo. Si se opta por el nuevo y positivo Halloween, lo que procede es respetar y admirar cómo el amor y el enfoque en el Señor hacen todo nuevo.
Voy más allá: Hay quienes solo tienen esa fecha en el año para usar disfraces; no le quitemos eso en un mundo en que hay tantas injusticias. Hay quienes han tenido serias pérdidas o están en soledad; no se caiga en la crueldad de pretender quitarle también ese breve oasis.
En un mundo en que hay desigualdades, el poder testimoniar motivos de gratitud es la riqueza que perfecciona lo material y lo espiritual y doy gracias; dan lástima y necesitan oraciones quienes se esclavizan y no trascienden.
El tiempo navideño es para mí recordar luminosos días de niñez, escuela y mis padres en plena vida. Unifica a las comidas típicas hechas en casa, Santa Claus, juguetes, Jesús, María, José, los pastores, los ángeles, los Reyes, en fin, la fe entera.
En un mundo imperfecto y una isla con el tamaño territorial de Puerto Rico, el llamado a respetar, amar y convivir debe ser infinitamente más que buscar contiendas, imponer ideas o prevalecer en debates.
Santa Claus nunca ocupó en mi corazón el lugar de Jesús y los Reyes no son deidades, sino modelo de adoración a Jesús y al Eterno. Fomentar debates en lugar de coexistir, es ir en contra de Jesús.
Recuerdo el tiempo que hubo arbolito navideño en casa. Luego la etapa en que no lo hubo; y luego la etapa en que volví a colocarlo. Con canas en el cabello, coloco un arbolito navideño libremente ante mi conciencia, mis recuerdos y llamados, y Dios.
Habrá quien estará de acuerdo y habrá quien no estará de acuerdo. Ante eso, lo humano es guardar silencio digno; y ante el rápido paso del tiempo y la breve existencia, permitir que cada cual pueda tener su encuentro personal, su bálsamo y su paz.
--Gerardo L. Berrios Martinez





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