Comparto una foto de una actividad en la escuela elemental Ramiro Colón Colón en Ponce, Puerto Rico en la década de 1970. No recuerdo el motivo de la actividad o la fecha exacta de la foto.
Sí recuerdo los detalles sublimes de esa etapa de mi vida. Fue tan significativa que la emoción y la gratitud superan a mis palabras y me gustaría que hubiese reencuentros de Clase de la elemental.
En esos días, el tiempo navideño era inenarrable. La ilusión se sentía en la clase y en el patio escolar. Al compartir dulces, era tierno ver a niños dar dulces a sus padres. La decoración navideña era dibujos por los niños. Se veía a Santa Claus y los Reyes con buenos ojos, sin rivalidad ni desplazar a Jesús. Cada grupo buscaba hacer sus memorables actividades propias del tiempo más especial del año.
Nada de maligno había en lo alusivo a Halloween y Santa Claus. Muchos deben aprender de eso.
Recuerdo un tiempo en que la maestra Santiago le permitia a los niños ciertos días, llevar un juguete a clase. El compartir era muy bueno y en armonía; sin contiendas con niños elevando la imaginación.
Doy gracias por poder compartir estos recuerdos y por cada persona que pudo vivirlos. Gracias al Eterno soy afortunado en esa memoria. No hay espacio para depresiones y derrotas en esta conciencia que hace de cada nuevo día, parte creativa de esa sumatoria.
Lección de vida: Cuando hay amor, hay respeto y no hay afán para imponer ideas. Cuando está Jesús, se puede superar el origen de Halloween o lo comercial en Santa Claus y hacer todo nuevo y mejor.
Desde el niño interior, generemos los más edificantes recuerdos para las generaciones y lo testimonios dignos de ser relatados. Adelante en la vida como causa y vocación de amor.
--Gerardo L. Berrios Martinez

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