Hoy 8 de abril de 2012, asistí al servicio especial de Domingo de Resurrección en la Iglesia Nuevo Testamento de Ponce, ubicada en la Ave. Hostos Núm. 1188 de la Ciudad Señorial (ungida obra pastoreada por los pastores Susana y Carlos Camacho). Doy gracias a Dios por todo lo ahí vivido.
No solo hay una creciente congregación, sino que el ambiente en verdad estaba potenciado de amor y fe, adoración y alabanza, y la materia prima de milagros. Fue inenarrable lo vivido en la oración con poder único, liberador y sanador.
Buenos testimonios surgidos al instante, fueron prólogo a la prédica. El pastor Camacho fundamentó el mensaje en San Juan 20:24-29, en donde se ve la expresión del Señor de benditos los que creen sin haber visto.
Dijo que si podemos creer, ningún obstáculo en la vida nos va a detener. Reconoció que hay montañas ante los seres humanos. Ciertamente hay montañas que se interponen, como los vicios, el alcohol, la droga, la fe en la astrología y tantos otros factores que detienen y limitan. Fue acertada la línea del mensaje de exhortación a optar por un cambio para abandonar lo negativo, crecer y mejorar; estableció que cuando más dudamos y tememos, Jesús nos da Su abrazo, como ocurrió con Tomás.
Afirmó el pastor Camacho: “Cree y no serás avergonzado, no serás abandonado. Tenemos que creer que Jesús es fiel, y comienza a manifestarse Su fidelidad en nosotros”. Estableció que el Pacto lo cumplió y explicó Jesús: “Cree en mí y todo te saldrá bien”. La oración final fue el mejor punto de partida.
Una gran vivencia espiritual no marca un final, marca un principio. Al celebrar la Resurrección, aún con bajones de fe, busquemos perfeccionar la ruta y agradar al Señor en todo, para que todo en el proceso y las batallas, siga un buen curso.
Creamos en los testimonios en marcha y a manifestar para dar luz; no solo para los que se congregaron hoy, sino para toda alma que reciba en este día, mediante toda palabra bien inspirada, una luz de vida y resurrección. Si quien lee estas palabras se une a esa visión, entonces estamos en lo esencial en oración de común acuerdo.
Ser “cristiano” no es religión, un género musical o una marca comercial. Ser “cristiano” no es ser perfecto o inmune a lo que afecta al mundo. Ser “cristiano” es ser creyente; lo que infunde una naturaleza revolucionaria al palpitar, al ver, creer, pensar y hacer. Creamos... ¡Celebremos al Resucitado en nosotros! Optemos por perseverar en el buen camino! ¡Adelante en el nombre de Jesucristo!
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