He visto en
internet una teoría que poco a poco se va difundiendo, que dice:
“¿Puede el
hombre pactar con Dios?
En hebreo es
BERIT = Pacto, Alianza, acuerdo o Testamento.
Acuerdo
voluntario de parte y pueden ser bilateral entre dos partes, trilateral tres
partes o multilateral muchos implicados. Pacto en el punto Bíblico: no podemos
pactar con Dios, Muchos predicadores por ignorancia o deliberada maldad están
enseñando equivocadamente que el hombre puede pactar con Dios.
No podemos
hacer pacto porque no tenemos nada que dar a Dios, y con los Votos tenemos que
tener cuidado de cumplirlos porque si no lo cumplimos se nos contará como
pecado y las promesas descansemos en las que el Señor tu Dios ha dicho.
Hermanos: Dios
es el único que hace pacto, es proponente de pacto, en la Biblia, es Dios quien
pacta, legisla y sanciona al hombre que incumple el pacto. Porque el pacto
involucra leyes y el hombre no puede ponerle leyes a Dios, cómo una creatura va
a ponerle leyes a Dios…
El hombre solo
puede pactar con sus semejantes…”.
No censuro a
quienes de buena fe y sincero corazón puedan aceptar esa teoría que aparenta
estar bien, pero que lamentablemente es errónea.
Hay derecho a optar por prometer y
hacer pactos con Dios, y hay derecho a optar por no prometer y no hacer pactos
con Dios. A lo que NO hay derecho, es a difundir lo incorrecto de que “el
hombre no puede hacer pactos y promesas con Dios”. Hay evidencia bíblica y
lógica de que el hombre sí puede pactar con Dios.
Con el debido respeto, NO es cierta
la expresión de que “no podemos hacer pacto porque no tenemos nada que dar
a Dios”, ya que sí tenemos mucho que dar, comenzando con dar luz a los demás
mediante un buen testimonio; la expresión equivocada, en vez de prestase a fomentar
fe y humildad, se presta a ser instrumento para manipular mediante el fomento
de la inseguridad y sentimientos de inferioridad.
SIN MIEDO!: De lo que no se quiere
hablar es de lo que más hay que hablar. Veamos lo de los pactos y las promesas:
El tema de las promesas que sólo se
pueden cumplir luego de recibir lo pedido a Dios, es el tipo de promesa que
aunque algunos pretendan estigmatizarla negativamente como “trueque”, tiene
base bíblica.
Un ejemplo de promesa lo tenemos en
Génesis 28:20-22: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me
guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para
vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi
Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo
que me dieres, el diezmo apartaré para ti”. No me enfoco en el detalle del
diezmo que tan diversas interpretaciones recibe, sino en el concepto de
prometer a Dios en pos de cumplir lo prometido al recibir lo pedido. Es triste
que ese tema de ese tipo de promesa, casi no se toque y en ocasiones se evade.
Gracias a Dios no todo está perdido.
Admiro el testimonio del obispo Alex D’Castro, quien vivió ese tema que tanto
capta mi atención de promesas que se cumplen sólo luego de recibir lo pedido a
Dios. No me refiero a lo que hay que hacer siempre, e incluso desde antes de
recibir lo pedido a Dios, como las buenas obras, el congregarse o la siembra
financiera. Nos dice una biografía sobre el obispo D’Çastro: “Desde muy
temprana edad, Alex D’ Castro demostró poseer unas habilidades musicales
sobresalientes, un interés particular por la música tropical y unas destrezas
de liderato entre sus compañeros de escuela”. ¿Quién no recuerda y sigue
admirando tan brillante trayectoria y talentos? Dice también la biografía:
“A pesar de gozar del favor del
público, el apoyo promocional de una compañía multinacional de discos, un
sólido status social y económico, este joven artista no tenía paz ni gozo en su
vida. Durante esos años de trabajo, su estado de ánimo fue sucumbiendo poco a
poco hasta al punto de estar sumergido en un fuerte estado de depresión. Por
otro lado, y para añadir peso a su problema emocional, este enfermo con cayos
en sus cuerdas vocales. Desesperado por esta situación, busca ayuda profesional
con un psiquiatra el cual le receta antidepresivos. El orgulloso poseedor del
título ‘El tenor de la salsa’ continuaba gradualmente perdiendo su voz.
Evidentemente esta situación contribuía al aumento del deterioro emocional y
así también a sus dosis antidepresivos. Sin embargo, Dios siempre tuvo un plan
especial para el joven artista, pues le había provisto con una compañera que
amaba y servía al Señor…”. “El mismo día que este talentoso artista recibió al
Señor, la depresión salió de su vida (Jeremías 15.19) Mas tarde, este se
comprometió con Dios pidiéndole que le sanara sus cuerdas vocales, y si esto lo
hacía, le cantaría exclusivamente a Él. El Señor cumplió su parte, también
Alex”.
Es simple, sencillo y directo (sin
margen para manipulaciones o tergiversaciones): El obispo D’Castro sólo pudo
consagrar su talento musical luego de recibir la sanación de sus cuerdas
vocales. Es cuestión de lógica y de sentido común. Si hoy alguien le admira
más, es por lo grande que obra el Señor.
Otro buen ejemplo es el siguiente:
Un estudiante que no tiene forma de graduarse por malas notas y objetivamente
sólo un milagro le puede permitir lograr el diploma. Si ese estudiante promete
que de lograr graduarse presentará el diploma ante el altar, sólo de concederse
lo pedido, se podrá cumplir la promesa.
Si vemos un ejemplo de las tradiciones,
fuese para agradecer el lograr un hogar o fuese para agradecer el regreso de un
familiar en el ejército, la oración, ritual y fiesta en el cumplimiento de una
“Promesa de Reyes”, sólo se daba luego de recibir lo pedido. Se define así: “La
Promesa de Reyes es la costumbre de invocar a los Santos Reyes –Melchor, Gaspar
y Baltasar- para su intervención en un momento de necesidad, para la solución
de alguna situación que está fuera de su alcance. A cambio de la petición
concedida, el devoto hace un pacto o compromiso de pagar esa promesa”.
Reconozco que La Palabra es clara:
“Cuando alguno hiciere voto a Dios, o hiciere juramento ligando su alma con
obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su
boca” –Números 30:2. Fundamentar peticiones y rumbos de vida en promesas a
Dios, no es atadura, es cuestión de honor.
Existe el argumento de que es mejor
no prometer que prometer y no cumplir, ¿pero por qué no enfatizar en los
testimonios de quienes prometen y cumplen? ¿Por qué la resistencia al tema de
las promesas? ¿Por qué la resistencia a un método de amor, fe y perseverancia
que por los términos de una promesa, es inmune a la manipulación y
tergiversación?
¡SIN MIEDO!: ¿Prometer en esa forma
es “negociar con Dios”? Con toda humildad, respeto y reverencia, no temo a eso.
Si prometer al Altísimo es negociar con El, que así sea. La clave es prometer
para hacer el bien, con respeto a la sana y libre conciencia, sin creer que se
puede torcer el brazo del Altísimo o pretender hacer más daño que bien vía el
capricho. Por lógica simple, serán mejores los negocios con el bien que con el
mal; aunque por ser algo sagrado que se debe hacer sabiamente y no a la ligera,
la palabra más correcta quizá no es “negocio”, sino pacto.
¡SIN MIEDO!: Estoy convencido de que
en la medida que no se toque el tema, se seguirán agravando los problemas
sociales, por lo que la mayor promesa que deseo cumplir va más allá de mí. Hay
que rescatar el honor. Ante Dios y los hombres, ante el cielo y la tierra, cada
cual afirme promesas que abonen a iluminar almas. Dios sabe; a Dios consagremos
todo.
Vivimos tiempos en que lo que se
necesita son testimonios de cumplimiento con amor, visión y HONOR, para una
mejor y más consagrada civilización. Todo sería mejor si cada bendición
recibida no fuese un fin en sí, sino una base de pacto para hacer algo grande
para Dios y por ende, para inspirar y educar. Por ejemplo, habría fidelidad y
paz si la bendición de la compañía idónea se basara en la promesa de glorificar
a Dios, educando e inspirando a los demás.
¡SIN MIEDO!: Un buen Propósito de
Vida es sumar y no restar, a la vida de quienes estén con uno en el hogar, el
trabajo, la comunidad, en todo lugar. La religión y la política se enaltecerían
cumpliendo promesas a Dios. Así, la empresa llamada vida adquiere nuevas
dimensiones.
Reconozco que existe el argumento de
que en promesas a Dios, la respuesta puede ser sí o no, y que en cualquier
caso, hay que mantener la paz. Se argumenta que si la respuesta es sí a los términos
específicos de la promesa, procede un cumplimiento, y si la respuesta es no a
los términos específicos de la promesa, procede seguir viviendo aún siendo
exentos de un cumplimiento. Es como en la política: Se le puede exigir al
candidato que prometió y resultó electo que cumpla lo prometido, no al que no
fue electo, pero todos tienen el deber constante de ser buenos ciudadanos. Una
promesa se refiere a algo específico, que por la medida que puede marcar un
nuevo rumbo de vida, debe acentuar el compromiso mejor fundado.
¡SIN MIEDO!: El cumplir promesas es
cuestión de honor y cuando resucitan sueños, se confirma que en lo que más
imposible parece, es en lo que más se luce Dios. Así, se recibe la real
Voluntad Divina que sea, con paz. Nos define lo que vivimos.
Lo que me mueve, no está en los
mismos términos que empleó el obispo D’Castro, pero el sistema es el mismo: el
entendimiento de que unas bendiciones que por lo que significan e impactan,
requieren hacer grandes cosas para el Señor en la visión, el agradecimiento y
la acción. Ciertamente todo cambia cuando se busca vivir un cumplimiento así,
ya que la petición va más de uno mismo por la medida de la consagración y el
potencial para dar luz a los demás.
Que quede claro: Hay derecho
a decidir, pero NO hay derecho a mentir. Hay derecho a optar por
prometer y hacer pactos con Dios, y hay derecho a optar por no prometer y no
hacer pactos con Dios. A lo que NO hay derecho, es a difundir lo incorrecto de
que “el hombre no puede hacer pactos y promesas con Dios”. No hay derecho a
buscar forzar pactos por unos “beneficios” sin alcance mayor (va entre comillas
porque los beneficios en línea con la Palabra son buenos de verdad; lo que se
busca imponer por apetitos desmedidos es todo lo contrario), y no hay derecho a
buscar frenar pactos para ocultar fallas y deficiencias. Hay derecho a buscar
superarse a uno mismo y agradar a Dios; lo que consiste en optar por lo que
infunde real e inenarrable PAZ. Hay evidencia bíblica y lógica de que el hombre
sí puede pactar con Dios.
¡SIN MIEDO!: Que cada paso
determinante y gran petición se fundamente en promesa al Todopoderoso para que
sea El en nosotros. Que esa nueva vida nos ubique haciendo mejor patria desde
lo mejor del alma. Dios ilumine a todos.