Era de esperarse que generara
protestas y controversias la llegada de UBER a Puerto rico. Es algo razonable
en tiempos de crisis económica en que más se necesita fomentar la creación de
empleos y empresas puertorriqueñas.
Los taxistas y porteadores públicos
brindan un gran servicio en la patria entera y tiene que cumplir con rigurosos
requisitos. Son profesionales, cumplen con una gran función en transporte, y en
Ponce son parte de una tradición señorial. Que la llegada de UBER se convierta
en buena coyuntura histórica para:
·
Fomentar la transportación masiva en Puerto Rico. La
cultura de forzar el tener vehículo propio y definir el valor de las personas
por eso, no funciona. En las proporciones de la Isla, no es un imposible lograr
un sistema ejemplar de transportación masiva para cada municipio y para la
extensión territorial en su totalidad. Ya existe una infraestructura para
construir.
·
Ante el factor de “libre competencia”, fomentar el
patrocinio de nuestros taxistas y porteadores públicos es lo sabio y
conveniente. No se trata de insularismo, sino de que Puerto Rico se fortalezca
ante el mundo y ante sí mismo. Esos sistemas de transportación masiva crean
empleos, abonan al desarrollo económico, alivian la congestión vehicular y
fomentan más seguridad en el tránsito.
Ante UBER, que la respuesta del
pueblo sea apoyar lo nuestro, a nuestra gente, a los que conocemos. Apoyemos a
nuestros taxistas y porteadores públicos porque es lo justo y correcto, y
porque eso es parte de hacer y consagrar patria.
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