Existe
el libreto tradicional y generalizado de que al morir mientras se duerme, no se
siente dolor y que por tanto, “es la mejor forma de morir”. Muchos aceptan eso argumentando
que les hace sentir mejor ante el dolor por la pérdida, o que no hay otra
alternativa porque nadie ha regresado del más allá para relatar cómo fue eso.
Sin
embargo, existe el razonamiento lógico y científico de que es inenarrable el
dolor al fallecer. Veamos un ejemplo simple y directo:
Si
una persona cena y no se da cuenta de que algo le envenenó o le cayó mal al
sistema, seguirá su rutina normal hasta el momento de dormir, y de madrugada
despierta con un fuerte dolor. Si una indigestión levanta a uno del sueño con
dolor, mayor es el dolor que se siente cuando órganos y sistemas van colapsando
hasta morir.
Un
reportaje fruto de una investigación científica, dice en parte:
“Los principales síntomas que tienen las personas a
punto de fallecer son el deterioro del estado de la conciencia -a pesar de que
algunas conservan la lucidez hasta el final-, la disnea o sensación de ahogo,
el dolor, la alteración de la ingesta, aunque no se tiene necesidad de comer ni
de nutrirse, las alteraciones psicológicas y los cuadros confusionales, y las
alteraciones respiratorias”.
En
otro reportaje, la ciencia busca descubrir si se siente dolor al morir,
mediante el estudio de 10 formas diferentes de fallecer. En todo, el dolor es
el gran factor común. La conclusión directa y certera es que NO existe muerte
sin dolor.
Decir
que al morir mientras se duerme, no se siente dolor y que por tanto, “es la
mejor forma de morir”, es una mentira. De cada persona dependerá si sigue
mintiendo o si busca aliviar con la verdad. Existe la forma de alentar la fe
con la verdad:
Es
mejor reconocer que la muerte es dolor, pero se puede comprar con el dolor de
parto que trae felicidad. En Juan 16:21 dice: “Cuando la mujer está para dar a
luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño,
ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en
el mundo”.
La
fe dicta que tras un inmenso dolor que no se puede describir en palabras, viene
un gozo inmenso que supra el razonamiento humano. No es necesario mentir con el
libreto engañoso de la “muerte sin dolor”. La mejor empatía se logra con razón
y corazón.
La muerte y las teorías
sobre la “buena muerte” siguen siendo el mayor misterio. ¿Imperan siempre el
“tiempo de Dios” y la “voluntad de Dios”? En un mundo en que hay más de 4,000
religiones, es propio buscar trascender y encontrar lo correcto que en verdad
edifique a todo el ser. Cuando dejan de funcionar los clichés y los
tradicionales libretos memorizados, comienza la verdadera búsqueda del genuino
bálsamo y de la verdad. Es en ese nivel que se puede crecer como seres humanos.
Que se redefina el tiempo de Dios como cada obra y hazaña que hace presente
algo positivamente impactante y revolucionariamente trascendente.
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