Es
noticia que con 90 años de edad, la reina Isabel II ha hecho historia al
cumplir 65 años en el trono del Reino Unido. Es la primera monarca británica
que celebra el llamado Jubileo de Zafiro. Eso en verdad es admirable y
respetable.
En
uno de los reportajes, se indica que algunos de los detalles que explican su
longevidad, con buena salud mental y física, son la genética, no fumar ni beber
en exceso, dieta sana, ejercicio y serenidad, actividad mental y fe. Ante lo accesible al mundo, ella refleja valores y orden en la vida; y
en ocasiones hasta ojos de piedad.
A
generaciones ha inspirado su perfil señorial y mirada con bien ganada
autoridad. Sin embargo, a mí lo más que me cautiva de esa imagen de verdadera
reina en un mundo que necesita poder volver a creer y crecer, es su cierto
parecido con mi madre. En verdad deseaba que mi madre pudiese llegar sana a los
90 años, pero se fue al cielo.
¿Imperan
siempre el “tiempo de Dios” y la “voluntad de Dios”? En un mundo en que hay más
de 4,000 religiones, es propio buscar trascender y encontrar lo correcto que en
verdad edifique a todo el ser. Aun en ambientes de realeza en que parecen
hacerse realidad los cuentos de hadas, no todo es perfecto. Cuando dejan de funcionar
los clichés y los tradicionales libretos memorizados, comienza la verdadera búsqueda
del genuino bálsamo y de la verdad. Es en ese nivel que se puede crecer como
seres humanos. Que se redefina el tiempo de Dios como cada obra y hazaña que
hace presente algo positivamente impactante y revolucionariamente trascendente.
La
reina Isabel II es madre de cuatro hijos. Mi madre, Adela Martínez Cruz,
también tuvo cuatro hijos y supo perfeccionar la imagen señorial con la
humildad que en verdad tiene esencia divina. No tuvo los bienes de la reina,
pero sí supo inspirar mucho.
Las
grandes damas son en verdad un regalo de Dios. Una reina y una madre así lo
confirman. Mi madre tenía una voz que daba serenidad ante todo, y una
sensibilidad y humildad que le daban autoridad. ¡Que mucho se necesita hoy ese
nivel de cátedra y serenidad que respeta y no necesita recurrir al grito o al
estilo cuestionable! Imposible contener las lágrimas al recordar la última vez
que mi madre me dijo “Dios te bendiga”.
Mi
madre mereció más en la vida, y al mismo tiempo le dio luz a todo lo que tuvo y
alcanzó. Haya gozo eterno a ella y paz a todos los que seguimos perseverando. Una
reina y una madre acentúan que Dios se creció al crear a la mujer.
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“Hay una mujer al principio de todas las
grandes cosas.” – Alphonse de Lamartine
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“Una mujer con imaginación es una mujer
que no sólo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino
también el futuro de un milenio”. --Rigoberta Menchú, activista indígena
guatemalteca, Premio Nobel de la Paz
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“Dios no podía estar en todas partes y por ello creó a
las madres”. --proverbio judío
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