El año pasado, escribí en este foro de la red de
internet, por el día del cumpleaños de mi madre (9 de febrero), lo siguiente:
“Se funden recuerdos,
lecciones y llamados. Es como ver toda la vida con una sola mirada y el mosaico
que tanto combina, reconocer que quien más brilla como sincero apoyo, capacidad
de tolerancia y fuerza, lágrimas como rocío, abnegación, perdón con toque
divino y amor sin límites, es la madre.
Es mi madre quien, como
gran embajadora de una generación pulida con valores, principios y decencia,
mejor me define con su ser, humildad y su vida, que Dios se creció al crear a
la mujer. Es ella mucho más y mayor de lo que he merecido. Merece ella todo lo
que supera las teorías y los libretos que no alcanzan lo luminoso de verdad”.
Hoy 9 de febrero de 2017, es el primer cumpleaños de mi
madre en que ella no está físicamente, porque se fue al cielo. Al dar gracias
por el milagro de vida que ella fue en este mundo, pido poder seguir honrando
algo tan grande. Tiene suma vigencia mi reflexión del año pasado:
“Mi exhortación a cada
alma que lea estas palabras, es a REVOLUCIONAR CONSTRUCTIVAMENTE:
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes se burlan de hijo(a)s amoroso(a)s con las
madres.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes tratan de borrar la verdad de que hijo(a)s que en
verdad tratan de ser bueno(a)s y obedientes con las madres, son pareja idónea.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes no comprenden la dimensión de amor hacia la
madre que ha fallado y busca una oportunidad de real restauración.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes se entronizan en la soberbia y al ahondar
brechas socio-económicas, menosprecian a madres que se multiplican y dan
admirables batallas para mantener un hogar, y a las que defienden el derecho de
sus hijos, familia y comunidad a la Equidad que es buena y agrada al Creador.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes son injustos con la mujer que aún con amor
maternal no puede concebir y con quien opta por la adopción.
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Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes estigmatizan y no apoyan a la madre soltera.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes son obstáculos a las madres que se crecen al
cuidar enfermos, y a las que enfrentan lo que pueda causar contienda y rupturas
(como esposos que maltratan o hijos que toman rutas equivocadas), en pos de
armonizar bajo un mismo techo.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes creen que procede alcanzar “logros” y
“disfrutar” olvidando a la madre.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes olvidan lo mucho que desea, necesita y merece la
madre en los días dorados.
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Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes maltratan a la madre envejeciente.
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Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes no reconocen a quien sigue atento a la madre,
aunque su memoria haya desaparecido.
·
Hay que revolucionar constructivamente
ante quienes piensan que es malo orar por la madre fallecida, en oración como
incienso sublime, sanador y redentor ante el Altísimo.
·
Hay que revolucionar
constructivamente ante quienes piensan que el reconocer a Jesucristo como único
Salvador e Intercesor, es ignorar que tuvo madre y que lo maternal lo potenció
a él.
¡Esa es la Revolución del
Amor! Hay que rebelarse y revolucionar constructivamente mostrando mejores
formas de hacer las cosas; que el honor y amor hacia el alma en el rol de madre
(aún sin haber concebido a quien ama y forma) sea consciente y valiente,
consagrada y heroica fuerza forjadora. Hay que revolucionar constructivamente
siendo solidarios con las madres y con quienes buscan honrarlas y apoyarlas;
especialmente en los escenarios atípicos en que más se necesita el
revolucionario amor cristiano y apoyo a la madre que da el todo por su familia.
Las madres no renuncian a
creer y amar, y ciertamente el amor de madre es lo más cercano al amor de Dios.
Muy bien nos enseña Jesús a valorar y respetar tal amor. A quien esté leyendo
estas palabras y siente un pensamiento inquietante o una lágrima, muy bien
puede aprovechar para reencontrarse con su madre y/o darle el beso y abrazo que
no necesita un día especial, sino la necesidad de agradecer y rehacer, de
perfeccionar el dar gracias y escribir brillantes capítulos, como la necesidad
de respirar.
Por cada motivo de
decepción, o perspectiva de que es demasiado tarde para un nuevo ser, que pueda
más el entendimiento de que en la brevedad de la vida, hay que buscar dar mejor
sentido a mucho... ¡Esa es la Revolución del Amor!”
Gracias a Dios por mi madre. Las grandes damas son en verdad
un regalo de Dios. Mi madre tenía una voz que daba serenidad ante todo, y una
sensibilidad y humildad que le daban autoridad. ¡Que mucho se necesita hoy ese
nivel de cátedra y serenidad que respeta y no necesita recurrir al grito o al
estilo cuestionable! Imposible contener las lágrimas al recordar la última vez
que mi madre me dijo “Dios te bendiga”.
Mi madre mereció más en la vida, y al mismo tiempo le dio
luz a todo lo que tuvo y alcanzó. Haya gozo eterno a ella y paz a todos los que
seguimos perseverando. Ella sigue acentuando que Dios se creció al crear a la
mujer.
·
“De mi madre aprendí que nunca es tarde,
que siempre se puede empezar de nuevo; ahora mismo le puedes decir basta a los
hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de
crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren
dirigir tu vida por el camino perdido”. --Facundo Cabral
·
“El amor de una madre no contempla lo
imposible”. --Charles Paddock
·
“Gracias a la mujer de Puerto Rico.
Gracias a la mujer puertorriqueña porque su esencia es dar. Dar todo lo que
tiene. Dar generosamente. Dar todo lo que tiene a los demás; a sus hijos, a sus
maridos, a sus padres, a sus vecinos, al prójimo. La mujer puertorriqueña da,
porque la mujer puertorriqueña es generosa. La mujer puertorriqueña da, porque
la mujer puertorriqueña es fuerte. Porque no hay fuerza más grande que la del
amor. Porque el amor da fuerza; fuerza para todo, fuerza para luchar”. --Rafael
Hernández Colón
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