El 11 de septiembre de 2001 parecía otro día dentro de la normalidad en el ritmo de Ponce, Puerto Rico, con su clima, su sol y sus afanes. En esa fecha, la Fundación Biblioteca Rafael Hernández Colón tenía sus facilidades en un piso alquilado en el edificio Isabel II en la Ciudad Señorial.
Pensaba en mis propios asuntos y al mismo tiempo, cumplía mis tareas en el trabajo. Todo cambió con una llamada telefónica de la familia de la secretaria, indicándole que Estados Unidos estaba siendo atacado en Nuevo York, en contra de las torres gemelas. No lo podíamos creer y lo primero fue sintonizar la radio.
Quienes laborabamos en la Fundación, nos mirábamos con incredulidad y temores. Vivimos la necesidad de estar cerca en ese instante. El que haya la respuesta de buscar más apoyo mutuo en la crisis, no significa que la crisis sea buena. Significa que las almas crecen en la empatía y en todo lo que mejor define la humanidad.
Al escribir estas palabras en el 2020, el recorrido en el edificio Isabel II adquirió nuevos alcances. Hoy, el reto de la Pandemia genera también incredulidad y temores. Son tiempos en que más procede buscarnos y encontrarnos. Son tiempos en que procede la mayor introspección para crecer ante los retos con la decisión y la voluntad de, en nuestro espacio vital, forjar y consagrar una realidad mejor a la que había antes del virus. Son tiempos para ver y definir con claridad en la vida como causa y vocación de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario