Tradicionalmente, se han escuchado frente a retos y jamaqueos, expresiones como "soy fuerte" y "lo bueno de la crisis". También se han notado estilos de hacer sentir culpable, de manipulación o de escape.
Ante la Pandemia del Coronavirus, se necesita mucho más. No bastan las expresiones de conformismo y no funciona lo de aparentar que se tiene fuerza y se resiste. La realidad es que nadie puede decir que no ha sido afectado y es dañino reprimir emociones.
Es razonable sentir temores y es válido ver incertidumbre ante el porvenir. Se sabe que el virus tendrá su final; pero no es justificable evadir llamados de empatía y apoyo, y el deber de buscar forjar una nueva realidad mejor a la que había antes del virus.
Lo más heroico es buscar dar vida a la vida. Lo más revolucionario está en la humanización y el corazón; que se manifiestan en testimonios de diálogo, comprensión, reconciliación, restauración, edificación, en fin, mediante el poder de la paz y el amor.
Buscar ayuda sabiamente es correcto, y dar la mano es crecer. Busquemonos unos a otros. Construyamos puentes. Tenemos el presente para construir y la vida para consagrar el nuevo yo y el luminoso nosotros. Así, vive el Señor, Redentor y Sanador, en nosotros.
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