La
soledad no es un estado emocional o una forma de ver las cosas. La soledad es
una dura realidad.
Hay múltiples soledades. Por ejemplo: La madre soltera
que crece en la soledad, el padre cumplidor que rompe moldes, quienes en el
lugar vacía sienten los ecos normales con inenarrable estruendo, la persona que
persevera en tiempos atípicos, el amor que crece al cuidar enfermos, los
rechazados que no renuncian a la fe en el amor, las almas que deben seguir
luchando aun ante la más sentida pérdida, los traicionados que deben seguir en
el bien aun llevando en la espalda las huellas de múltiples puñaladas, en fin,
hay mucho heroísmo en el anonimato.
Reconocer las soledades con sabiduría es entender que ya no
funcionan los clichés y libretos memorizados, que se necesita una nueva obra
que vivifique la fe y todo lo genuino. Eso es desarrollar empatía ante lágrimas
(siendo las mayores las que no se ven) y llamados de justicia, apoyo a lo
digno, y solidaridad. Eso es corazón.
Acción de Gracias, los días navideños, otras fechas significativas en el calendario, y sobre todo, cada día o instante que propicia y permite dar ayuda real y eficaz a un alma, son buenos momentos para vivir empatía verdadera y transformadora hacia quien sufre soledad.
Sin embargo, esa acción con inicio edificante, se puede perfeccionar al
mantenerla creciente más allá de los breves días festivos. Adelante…
The
Lonely Man: https://www.youtube.com/watch?v=m55T004kvEQ
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