miércoles, 19 de septiembre de 2018

A un año de distancia del golpe del huracán María.



Ha pasado un año desde que Puerto Rico fue golpeado por el huracán María. Tan pronto pude redactar luego del tiempo sin energía eléctrica e internet (por el colapso de la infraestructura tras el azote huracanado), escribí los siguientes textos:

·         1 de noviembre de 2017- “El azote del huracán María a Puerto Rico y lecciones vigentes”. Ver el link http://batallante.blogspot.com/2017/11/el-azote-del-huracan-maria-puerto-rico.html.

·         3 de noviembre de 2017- “El tema del status político es ineludible ante azote del huracán María a Puerto Rico”. Ver el link http://batallante.blogspot.com/2017/11/el-tema-del-status-politico-es.html.

·         17 de noviembre de 2017- “Puerto Rico ante el huracán María”. Ver el link http://batallante.blogspot.com/2017/11/puerto-rico-ante-el-huracan-maria.html.

·         7 de diciembre de 2017- “El huracán María acentuó que Puerto Rico necesita un nuevo y revolucionario Mensaje de Fe”. Ver el link http://batallante.blogspot.com/2017/12/el-huracan-maria-acentuo-que-puerto.html.

Es una vivencia recordar los sonidos del golpe huracanado y aquellos días grises de escenarios impensables y surrealistas. Sin embargo, el presente requiere mucho más que la tradicional expresión de “parece que fue ayer”, ya que la Isla sigue sufriendo y no se ha recuperado en la forma que debió haberse recuperado. Puerto Rico sigue en proceso de restauración. Mas allá de los debates sobre lo lento de ese proceso, es triste el patrón histórico de crecerse ante la crisis para luego volver a lo mismo. Ahora más que nunca, hay un llamado a evolucionar y edificar.

Tenemos una ensalada de temas. Por ejemplo:

·         En el link http://batallante.blogspot.com/2018/04/revista-time-2018-y-puerto-rico.html está lo que escribí sobre el reconocimiento al excelente trabajo de la alcaldesa Carmen Yulín ante el huracán María.

·         Se cubrió ampliamente el estudio de Harvard, que estimó las muertes por María en 4,645. Ya es imposible ocultar la verdad o sostener cifras irreales.   












·         Es estudio de la Universidad de George Washington estableció un estimado de 2,975 muertes por el azote del huracán María. Ya es imposible escapar a la magnitud de la tragedia. Lo más triste es que todo apunta a que nunca se tendrá una cifra final, certera y oficial.  Se cubrió ampliamente:










Tantas muertes constituyen una herida abierta en el país. Eso no se alivia ni sana con un recital de clichés y libretos de conformismo, o con que fue una voluntad divina ajena a las fallas en la respuesta oficial ante la emergencia. La respuesta más irresponsable e insensible es pretender despachar todo con que “para la próxima se hará mejor”. Se necesita más para hacer patria. Se necesitan acciones como las siguientes:
Ø  Un mayor esfuerzo para establecer una cifra final, certera y oficial. 
Ø  Real apoyo a familias, sobrevivientes, almas en vulnerabilidad, y almas en soledad.
Ø  Servicios psicológicos realmente profesionales, que den atención individual y efectiva y no se pretenda resolver todo con clichés y libretos de conformismo.
Ø  Hacer realidad el propósito de reconstruir viviendas e infraestructura que sean mejores a lo que eran antes del paso del huracán. 
Ø  Fijar responsabilidades en todos los niveles de los organismos oficiales, y establecer las debidas acciones correctivas.
Ø  Apoyar a los gobiernos municipales en la tarea de restauración.
Ø  Apoyar a las entidades educativas, comunitarias y sin fines de lucro para forjar un país que pueda ser parte efectiva de la obra de edificación y de nuevas soluciones.
Desde esa base, haya más sensibilidad constructiva y fe con poder real.

·         Un nuevo escándalo que acentuó la serie de errores, es que apareció agua sin entregar a víctimas de María. Hay que adjudicar responsabilidades por las fallas dadas luego de María y revelar las verdades sobre la cifra de muertes, los vagones y tantos tropiezos en la restauración. No procede la indiferencia; se necesita empatía. Las huellas de María son herida abierta; sanar y curar eso, es la base del proceso para hacer realidad lo de estar preparados y lo de reconstruir mejor que lo que había antes del golpe huracanado. También hubo cobertura del tema:




Todo se resume en que la logística no funcionó. No se le dijo la verdad al país y el tiempo le dio la razón a la alcaldesa Carmen Yulín y a los alcaldes en los señalamientos. Se trata de una observación que supera lo ideológico en un país que nos necesita a todos. No es justificable que no se optimice más la infraestructura.

No estuvo bien fomentar que para cuando se restablece el servicio de energía eléctrica, haya un ambiente de fiesta que tergiversa el sentido de gratitud, alimenta al egoísmo y la indiferencia hacia quien sigue sufriendo, y tira al olvido los dolores y las lecciones.

No hay fuerza humana que pueda más que el poder de la naturaleza. Aun así, se puede cuestionar unos desempeños, enaltecer lo municipal y comunitario, y aspirar a contar con más efectiva preparación para enfrentar emergencias. Sin embargo, es incorrecto el libreto mal intencionado de que el huracán rompió la imagen de un mal modelo de desarrollo.

La realidad es que la Isla estaba en crisis desde antes de María. La crisis no fue causada por el buen sistema democrático-constitucional. Con ese sistema bien administrado por buenos gobiernos, la Isla había llegado a ocupar un rol de vanguardia en toda la región. En adición, se contaba con eficaces planes para enfrentar emergencias. La crisis fue causada por malas prácticas administrativas y por abandonar la ruta del buen camino. Por consiguiente, es prioridad rescatar la buena administración para restaurar, enfrentar efectivamente la crisis (que originó la Ley PROMESA y la Junta de Control Fiscal) y generar soluciones.

Ante esos llamados y la conciencia humana e histórica, se reitera que las huellas son herida abierta. Hay mucho que corregir y optimizar. Se necesita no abandonar la unidad heroica. Se necesita que sea mucho diferente y es vital buscar no olvidar los mayores pensamientos y propósitos expresados en el momento de la emergencia, para que el heroísmo, la búsqueda de Dios mediante lo que se vive hacia el prójimo, la iniciativa constructiva y la solidaridad que tiende puentes y unifica, no se pierdan.

Recuerdo mis pasos entre escombros. Recuerdo las expresiones solidarias y los testimonios de nueva esperanza. Hay quienes siguen la buena onda y los estilos edificantes. Hay quienes regresaron a la soberbia y la arrogancia. Sin embargo, a todos nos toca fortalecer la fe luminosa, la humildad grande y el poder del amor; buscar ser mejores seres humanos en un país que nos necesita a todos. Adelante… 



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