jueves, 7 de diciembre de 2017

El huracán María acentuó que Puerto Rico necesita un nuevo y revolucionario Mensaje de Fe.

Antes del paso del huracán –categoría 5—María en Puerto Rico (dado el 20 de septiembre de 2017), los mensajes de fe se desviaron de la esencia original, hacia estilos de ritualismo, trivialización, cainismo, exclusión y mercadeo. Dominó la indiferencia hacia la acción social y se ignoró que Jesús estableció que la fe, el corazón, todo el ser y la redención se definen con buenas obras. Al tocar la calamidad en otras tierras, con soberbia se veía a la Isla del Cordero como “bendecida” en una forma contraria al término; en una forma de sentir superioridad, exención de todo mal y de celebrar mientras otros sufrían.  

Con el devastador paso del huracán María, todo cambió:
1.    Las manipuladas teorías del Yuquiyú y del manto protector se fueron por la borda. El mensaje sobre las maravillas naturales y el manto de protección se perdió cuando dejó de ser de amor y humildad.
2.    Si se acepta que Dios es amor, es imposible fomentar la teoría de “lo bueno del huracán” o que tanta muerte y destrucción sea “voluntad de Dios” o un “castigo de Dios”. Tiene pertinencia parafrasear lo que escribió Díaz Alfaro ante la tragedia de Mameyes (en el poema “Los Mameyes enlutados”) en términos de que no fue voluntad de Dios.


Procede reconocer que ante las realidades naturales y geográficas, levantarse es voluntad de Dios. Que no se vea como lo bueno del huracán, la falta de energía eléctrica como un espacio para socializar. Que se vea lo solidario como algo esencial para la supervivencia. Estando todos en la brecha, o crecemos como pueblo, o seguimos en lo mismo. Antes del huracán dominaban en la Isla el clasismo y las divisiones. Por ejemplo, se daba maltrato y rechazo hacia quien vive en residencial público y barrio, o hacia quien no tiene auto. Se idolatraban las brechas tan abismales, notables e hirientes en una Isla con tan limitada extensión territorial. El discrimen por edad era peor.

Después del huracán que no distinguió de nivel socioeconómico al causar estragos, solo hay una clase: los que sobrevivimos al huracán María (en la Isla en crisis desde antes de ese embate). No faltan quienes quieren seguir en el clasismo, o buscan acaparar lo disponible. Sin embargo, en la Isla azotada con una sola clase, hay que superar la arrogancia y los egoísmos, para crecer, reconstruir y edificar mejor. La voluntad de Dios, de existir en la forma que ilumina las más inspiradas lecciones, no estuvo en el huracán, está en los buenos corazones, capaces de hacer que haya vida nuevamente.

El que se acepte que hubo una mano divina en la creación de todo, no impide que se cuestione la acción de adjudicar todo a una voluntad divina. Por ejemplo, el cambio climático por la contaminación, es obra del hombre; las brechas socioeconómicas son serias fallas del sistema y del desarrollo de la cultura del “yo” (lo mío es primero y busco estar sobre los demás) y del “ahora” (busco todo lo que deseo y quiero ahora lo que me llena, sin medir consecuencias).

También hay que considerar que hay quienes sufren por errores que cometen, y no por voluntad divina. La expresión de “estoy como Dios quiere” se convierte en un medio para evadir responsabilidades o justificar fallas, cuando se emplea ocultar los males como producto de no haber planificado bien el proyecto de vida, o tener miseria como fruto de desenfrenos, vicios y derroches.

Esas palabras, no son para debilitar la fe y/o juzgar a los demás, sino para fomentar la más sincera y efectiva introspección. En eso, hay que desarrollar suma empatía hacia los demás. Por ejemplo, que se valide la misericordia divina mediante testimonios de personas que logran rectificar sus pasos y lograra una nueva vida. Que se comprenda el llamado a la conciencia de quienes dejan de congregarse por ciertos líderes religiosos que han perdido el norte; para apoyara los líderes religiosos que honran la vocación y fomentar un nuevo movimiento de reconciliación y edificación. No es cuestión de premios y castigos, es cuestión de comprender realidades y llamados.

Así, no es que no existe una perfecta voluntad divina, un complejo tiempo divino para cada detalle en el mundo, o incluso algo especial en la imponencia de la naturaleza que los indios llamaban Yuquiyú. Lo que se fue por la borda, lo que se hizo sal y agua, fue la tendencia de tergiversar, manipular y mercadear principios de fe. Quienes insistan en volver a eso, no solo no aprendieron del golpe huracanado, sino que convierten la nueva oportunidad e vida en una pérdida de tiempo.  

Todo lo mejor de la fe se vivificará en cada testimonio de real solidaridad. El verdadero amor se hace presente en cada testimonio de quien va más allá; que pone todo lo mejor de su corazón y su ser en cada paso para llegar al destino. Cada acto heroico mediante cada detalle del alma, hará realidad el mayor contenido del tiempo de Dios, la voluntad de Dios y la naturaleza del Yuquiyú que se niega a morir y reverdece.

Ante el tema de fe en el más dramático escenario, ¿cómo buscar dar aliento a quien perdió la casa y todo bien material, o a quien las consecuencias del huracán le aceleraron la muerte a un ser querido? Ciertamente no es tiempo de clichés y libretos tradicionales. El principio básico para encontrar la respuesta correcta hacia cada caso particular, es guardar silencio y desear con todas las fuerzas, dar esa respuesta. Cuando hay el sincero deseo de ayudar bien, las palabras sabias y luminosas fluyen naturalmente.  

Que conste que escribo así por diversas experiencias, no soy consejero. De hecho, reconozco que no tomé la ruta del sacerdocio por lo del celibato y unos dogmas. Reconozco también que no tomé la ruta pastoral por unos estilos que no siempre respetan y unifican. Así, escribo sobre fe como un hombre que busca trascendencia desde lo cotidiano y su realidad humana.

Partiendo desde mi realidad, confieso que hay en mí, desde antes del huracán María, motivos de gratitud y de inquietud. Hay logros en mi vida y también peticiones a Dios que aun no se han cumplido. El día del huracán, parecía no querer terminar y en el apartamento en donde me encontraba, el golpe de viento y lluvia totalmente horizontal que recibían las puertas de la sala, era como si un gigante tratase de destruirlas para entrar con inenarrable poder destructivo. Pasado el huracán en toda su intensidad, siguió una etapa de lluvias y ráfagas.

En esos instantes, recordaba un mensaje de Rafael Hernández Colón, de Jesús en la barca, como el constante. Al recibir el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad Central de Bayamón, el 8 de junio de 2012, el licenciado Hernández Colón pronunció palabras luminosas que edifican y trascienden:
·         “Jesús había estado predicando y sanando todo el día y estaba sumamente cansado. Les pidió a los discípulos que se echaran en una barca al mar de Tiberiádes para alejarse un poco de la gente y descansar. El pobre estaba tan exhausto que enseguida quedó dormido. Y de repente se desató una tormenta, y la barca se jamaqueaba y Jesús seguía dormido como un bebé. Los apóstoles se morían de miedo porque creían que iban a naufragar, que iban a morir. No aguantaron más y despertaron a Jesús. Jesús no podía creer el miedo que vio en los ojos de sus discípulos. Se paró, mandó a calmar las aguas y el viento, e increíblemente... se calmaron. Los discípulos quedaron boquiabiertos y se decían, pero quien es este que hasta los vientos lo obedecen...Jesús les dijo: ‘hombres de poca fe.......’ La vida es como el lago que en momentos está bien tranquilito y en otros momentos está borrascoso. Todos somos la barca que navega por ese lago. Los discípulos representan nuestros miedos y emociones. Y Cristo es el constante que siempre está en la barca con nosotros listo para apacentar las aguas y el viento cuando se lo pidamos. Si cuando ustedes se encuentren en encrucijadas difíciles recuerdan que él está montado en la barca, no tienen porqué dejar que el miedo o la inseguridad los dominen. Con Cristo en la barca se pueden enfrentar a las tempestades de la vida sabiendo que aunque duden por unos momentos harán lo correcto, lo valiente, lo ético, lo que producirá el bien común, lo que surge del amor. Serán lo que todos sus padres ansían: hombres y mujeres de bien, que en última instancia es lo que necesita nuestro país”.
           
Al meditar, veía la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que tanto atesoraba mi madre, que está en el cielo. Me preguntaba que haría mi madre en un escenario así. Afortunadamente, no tuve pérdidas mayores. Pude haber interpretado que Dios protegió todo o que conservado, pero preferí otra forma de ver y pensar: Ante los asuntos pendientes, interpretar que hay temas que deben ser vistos como si el río se los hubiese llevado. No se trata de derrotismo, sino de ver la primera página de un nuevo libro. Muchos necesitan un nuevo comienzo y el país debe aspirar a restaurar y forjar mejor que lo que había antes del azote del poderoso huracán María.  

Ante ese nuevo libro, al tocar el tema de la fe, me propuse no caer en más de lo mismo.  Recuerdo que el 21 de septiembre, el día siguiente al huracán, los primeros destellos del amanecer fueron poéticos, pero vinieron más lluvias y nublazón. En Ponce, salí y el escenario era impactante. Con cielo gris, los árboles caídos daban imagen y olor a muerte. Era un ambiente tan cargado, que hubiese sido fácil caer de rodillas. Me sentía como que estaba en otro lugar o en una pesadilla.

¿Cómo escribir sobre fe? Confieso que de inmediato no encontraba palabras y al salir ese día siguiente a la tempestad, hasta se me hacía difícil caminar.  En la ruta, ver un árbol caído y un árbol firme en la misma escena, daba de qué pensar. Es como cuando ante retos y embates en la vida, surge la pregunta de porqué unos sí y otros no. Las respuestas varían, pero el tema está sobre el tapete.


El 22 de septiembre, tomé la ruta hacia la zona histórica de Ponce. En el camino, fueron impresionantes escenas como un gran árbol que bloqueó la Calle Guadalupe cerca de la parroquia La Milagrosa, crecidas aguas en el canalizado Río Portugués (recuerdo su fuerza antes de ser canalizado, cuando causó estragos la tormenta Eloísa en 1975), un enorme árbol que bloqueó el Paseo Lineal, y árboles bloqueando la Calle Sol. El casco urbano y tradicional ponceño, era como una pintura surrealista (el surrealismo busca plasmar en mundo de los sueños). Entre tanto árbol caído, el Parque de Bombas estuvo incólume. Muchas casas tradicionales resistieron.  


¿Cómo escribir sobre fe ante tantas personas que combinaron en sus rostros la gratitud por la vida, la frustración por lo perdido y la búsqueda de nuevas esperanzas entre escombros? Ese 22 de septiembre en la zona histórica de Ponce, las personas caminando reafirmaban un deseo de echar pa’lante y las aves eran como un grito de que hay vida. Fue el 23 de septiembre, con la fecha que recuerda al Salmo 23, que encontré la mayor bendición al conversar con una gran mujer ponceña, Norma Suarez, La Bori.  

Ese día, hubo la magna reunión del Gobernador con los alcaldes (con 55 municipios representados). La Isla seguía en ese momento en estado de emergencia y poco a poco, restableciendo las comunicaciones. Para mí la mayor bendición para mí fue llegar caminando hasta la residencia de La Bori, una compañera de Clase que desarrolló una bonita amistad con mi madre y le dio luz a su última etapa de vida. Al encaminarme a su casa, me sentía como el personaje de la pelicula “The Day After Tomorrow”, que fue a pie hacia su destino.

Al llegar, la fortaleza, ánimo y fe de Norma eran en verdad admirables. La conversación fue buena. Fui pensando en ayudarla, y fue ella quien me iluminó. Demostró Norma el corazón que hace a la mujer, la creación perfecta. Me habló con suma fe sobre las grandezas del Señor.

Para quien crea en la reencarnación, ni en mil reencarnaciones mas podría agradecer a plenitud a Norma. Para quien crea en la vida después de la muerte, no hay Paraíso que pueda contener el agradecimiento a Norma. Para quien crea en el “Big Bang”, la evolución y los desarrollos naturales del universo, no hay enormidad del infinito espacio que sea más que la gratitud a Norma. Es su rostro el mejor símbolo de renacer de la patria entera. 

La mirada de Norma hacia el cielo, no fue de desesperanza o desesperación. Su mirada fue de serenidad, fuerza y confianza. Ella miró hacia un porvenir certero y esperanzador. Ella me confirmó que el mejor mensaje de fe en tiempos de catástrofe y emergencia nacional, es con la frente en alto, la fe bien definida y el corazón con fuerza para dar luz y vida.

El 24 de septiembre fue el primer domingo luego del paso del huracán. Más allá de las noticias sobre los estragos, los esfuerzos de restauración y los diversos problemas que surgen en la marcha, lo más especial es ir trazando planes para nuevos comienzos. Lo más revolucionario ante un golpe catastrófico que convierte  a todo un país en zona de desastre, es creer y paso a paso, trazar nuevos proyectos con ánimo creador.

En las noches siguientes, vi cielos estrellados. La falta de luminarias permitió ver las estrellas con más facilidad. Recordé cómo siendo niño, veía junto a mi madre a las tres estrellas con gran ilusión. Vi las estrellas pensando en que la naturaleza y la vida nos ha colocado en Puerto Rico frente a la primera página del nuevo libro.


El 25 de septiembre (primer lunes luego del evento), los informes oficiales sobre los abastos de combustible, contrastaban con los señalamientos de facilidades de salud con necesidad de diesel. Se comprende la atención a la zona metro por lo centralizado del sistema, pero a nivel Isla el panorama se tornó desesperante; la falta de comunicaciones fue un serio agravante, en adición a los casos de aumentos abusivos que retaron al DACO. Ante lo que superó los alcances del gobierno, fue la acción de vecinos lo que ha hecho, y sigue haciendo, la diferencia en comunidades, abriendo caminos y hasta desarrollando el milagro de la multiplicación del pan. 

El 26 de septiembre, en la emisora WPAB, Wilda Rodríguez supo resumir la realidad ante el huracán María: El Gobierno estaba preparado para la emergencia, pero no para la crisis. El gran problema es que no se ha visto la organización ideal. La restauración sigue lenta.  Objetivamente, el proceso de restaurar a Puerto Rico tras el azote del poderoso huracán María, va muy lento. Se debe buscar lograr algo mejor que antes del huracán y en el análisis sobre los desempeños gubernamentales, en lugar de caer en la lucha de rojos y azules, debería enfocarse la primera atención evaluadora hacia el nivel federal. Sobre toda ayuda federal: Es algo muy necesario (mucho peor sería la realidad sin esa ayuda) y al mismo tiempo, No es un regalo o un privilegio; es un derecho, Puerto Rico aporta mucho a Estados Unidos, y mucho más hay que hacer y lograr para edificar mejor a la patria puertorriqueña. También hay que velar por la buena administración, por lo que el tema es complejo. Sin embargo, el factor humanitario es esencial y se pierde mucho cuando ese factor se debilita o se pierde de perspectiva.

Ante todo eso, ¡claro que se puede hablar y escribir de fe! Hay un nuevo y revolucionario mensaje de fe en cada testimonio de superación, de forjar sueños y proyectos, y de honrar a quienes han partido de este mundo antes de su tiempo. Así, hay que cambiar el idioma: No lamentarnos o ver distante lo que se haría si se tuviese tales o cuales herramientas, sino buscara hacer, sumar y multiplicar desde AHORA. Eso es hacer todo lo posible en la mejor forma, y dejar a Dios lo que supera los alcances.

Poco después del huracán María, hubo un calor inusual en Puerto Rico; y fue mucho más que por los árboles caídos. Era un calor que hacía de caminar, toda una hazaña. En los días siguientes a tan devastador evento, hubo en el ambiente un olor particular. Luego de eso hubo unas intensas lluvias.

Es como si la naturaleza dijera luego del huracán, que la lucha no había terminado. El 25 de octubre, en el campus de la Pontificia Universidad Católica, tuve el buen ejemplo que se va repitiendo y maximizando en toda la Isla: Es inspirador el mensaje de la naturaleza que reverdece.


En la avenida Hostos de Ponce, un enorme árbol cayó, pero el monumento a Agüeybaná se mantuvo en pie. Hay que mantener el espíritu de lucha y la voluntad bien fundada.  Demos nueva vida a la fe…


 Para alentar la fe, el amor como causa de vida, y la perseverancia:

·         "You'll Never Walk Alone": https://www.youtube.com/watch?v=iacM6UGPswM



 Con ese ánimo de fe revolucionaria, comparto una reflexión sobre heroísmo que redacté:

>>> Los héroes reales usan capa y más... <<<

Las capas fueron en su origen, abrigos. Con el paso del tiempo, evolucionaron para ser la capa una parte del vestuario que acentúa el dramatismo y los efectos en el teatro, el cine y el mundo de los héroes y los superhéroes. El impacto ha sido tan grande que al mencionar la palabra "capa", viene a la mente la imagen de un notable personaje con misterios y señorío, alguien con admirables capacidades y recursos, o un ser con grandes poderes. Se piensa en superhéroes con capa, pero el Zorro y los Mosqueteros también usaban capa.

Se ha generalizado el pensamiento de que "no todos los héroes usan capa", para destacar al heroísmo que supera clichés y se manifiesta en lo cotidiano. Es un buen concepto, pero no falta quien busca desvirtuar lo de héroes y superhéroes y proyectarlo como fantasioso o lejano de la realidad. Si se profundiza y se ve más allá, se reconoce la dimensión mayor de héroes y superhéroes como positivos y efectivos "Role Models"; y se descubre que los héroes reales en lo cotidiano, sí usan capas y más.

Las capas pueden dar tanto toques enigmáticos, como elegancia y trazos únicos a lo de alcanzar nuevas alturas y fuerzas. En el verdadero heroísmo en lo cotidiano, no se ve físicamente la capa, pero está ahí, en la capacidad de trascender y de servir con identidad bien definida, valores firmes y personalidad respetable. Está en la buena imagen fruto de estilos edificantes. Está en la caballerosidad del hombre de bien y honesto, y en lo virtuoso de la mujer heroica y con la hermosura acentuada por su corazón. No es sólo la capa:

·         El intelecto es como creciente músculo para encontrar respuestas y desarrollar soluciones.

·         La imaginación es como fuente inagotable de ideas y energias.

·         La fe es como armadura con esencias de eternidad.

·         Los talentos son como armas que forjan, y producen digna y eficientemente en todo escenario.

·         El amor es su fuente mayor de poder y su guía esencial al actuar y tomar decisiones y caminos.

Héroes reales aman y forjan nuevos paradigmas… Así, los héroes sí usan capa y más: Es la capa que supera lo captado a simple vista, y su uniforme y poderes se nutren del buen corazón. A la hora de la verdad, el más real heroísmo se da en quien busca superarse a sí mismo(a) para crecer y ser mejor ser humano mediante la fe que se vive y se manifiesta en buenas obras. Así, no renuncian ante la adversidad y saben que no faltarán lágrimas, heridas, soledades e incomprensiones.

Saben que al lograrse la hazaña, lo esencial es la humildad; y al no resultar el plan según lo trazado, lo esencial es levantarse, afirmar las grandes causas y seguir adelante. En un mundo que necesita tanto heroísmo y al mismo tiempo no siempre lo reconoce y entiende, hacer de la existencia un completo Proyecto de Vida, es luz para amar y forjar superando mucho. Adelante...





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