Antes del paso del
huracán –categoría 5—María en Puerto Rico (dado el 20 de septiembre de 2017),
los mensajes de fe se desviaron de la esencia original, hacia estilos de
ritualismo, trivialización, cainismo, exclusión y mercadeo. Dominó la
indiferencia hacia la acción social y se ignoró que Jesús estableció que la fe,
el corazón, todo el ser y la redención se definen con buenas obras. Al tocar la
calamidad en otras tierras, con soberbia se veía a la Isla del Cordero como “bendecida”
en una forma contraria al término; en una forma de sentir superioridad,
exención de todo mal y de celebrar mientras otros sufrían.
Con el devastador paso del
huracán María, todo cambió:
1. Las manipuladas teorías del Yuquiyú y del manto protector se fueron por
la borda. El mensaje sobre las maravillas naturales y el manto de protección se
perdió cuando dejó de ser de amor y humildad.
2. Si se acepta que Dios es amor, es imposible fomentar la teoría de “lo
bueno del huracán” o que tanta muerte y destrucción sea “voluntad de Dios” o un
“castigo de Dios”. Tiene pertinencia parafrasear lo que escribió Díaz Alfaro
ante la tragedia de Mameyes (en el poema “Los Mameyes enlutados”) en términos
de que no fue voluntad de Dios.
Procede reconocer que ante
las realidades naturales y geográficas, levantarse es voluntad de Dios. Que no
se vea como lo bueno del huracán, la falta de energía eléctrica como un espacio
para socializar. Que se vea lo solidario como algo esencial para la
supervivencia. Estando todos en la brecha, o crecemos como pueblo, o seguimos
en lo mismo. Antes del huracán dominaban en la Isla el
clasismo y las divisiones. Por ejemplo, se daba maltrato y rechazo hacia quien
vive en residencial público y barrio, o hacia quien no tiene auto. Se
idolatraban las brechas tan abismales, notables e hirientes en una Isla con tan
limitada extensión territorial. El discrimen por edad era peor.
Después del huracán que
no distinguió de nivel socioeconómico al causar estragos, solo hay una clase:
los que sobrevivimos al huracán María (en la Isla en crisis desde antes de ese
embate). No faltan quienes quieren seguir en el clasismo, o buscan acaparar lo
disponible. Sin embargo, en la Isla azotada con una sola clase, hay que superar
la arrogancia y los egoísmos, para crecer, reconstruir y edificar mejor. La
voluntad de Dios, de existir en la forma que ilumina las más inspiradas
lecciones, no estuvo en el huracán, está en los buenos corazones, capaces de
hacer que haya vida nuevamente.
El que se acepte que
hubo una mano divina en la creación de todo, no impide que se cuestione la
acción de adjudicar todo a una voluntad divina. Por ejemplo, el cambio
climático por la contaminación, es obra del hombre; las brechas socioeconómicas
son serias fallas del sistema y del desarrollo de la cultura del “yo” (lo mío
es primero y busco estar sobre los demás) y del “ahora” (busco todo lo que
deseo y quiero ahora lo que me llena, sin medir consecuencias).
También hay que
considerar que hay quienes sufren por errores que cometen, y no por voluntad
divina. La expresión de “estoy como Dios quiere” se convierte en un medio para
evadir responsabilidades o justificar fallas, cuando se emplea ocultar los
males como producto de no haber planificado bien el proyecto de vida, o tener
miseria como fruto de desenfrenos, vicios y derroches.
Esas palabras, no son
para debilitar la fe y/o juzgar a los demás, sino para fomentar la más sincera y
efectiva introspección. En eso, hay que desarrollar suma empatía hacia los
demás. Por ejemplo, que se valide la misericordia divina mediante testimonios
de personas que logran rectificar sus pasos y lograra una nueva vida. Que se
comprenda el llamado a la conciencia de quienes dejan de congregarse por ciertos
líderes religiosos que han perdido el norte; para apoyara los líderes religiosos
que honran la vocación y fomentar un nuevo movimiento de reconciliación y
edificación. No es cuestión de premios y castigos, es cuestión de comprender realidades
y llamados.
Así, no es que no existe
una perfecta voluntad divina, un complejo tiempo divino para cada detalle en el
mundo, o incluso algo especial en la imponencia de la naturaleza que los indios
llamaban Yuquiyú. Lo que se fue por la borda, lo que se hizo sal y agua, fue la
tendencia de tergiversar, manipular y mercadear principios de fe. Quienes
insistan en volver a eso, no solo no aprendieron del golpe huracanado, sino que
convierten la nueva oportunidad e vida en una pérdida de tiempo.
Todo lo mejor de la fe
se vivificará en cada testimonio de real solidaridad. El verdadero amor se hace
presente en cada testimonio de quien va más allá; que pone todo lo mejor de su corazón
y su ser en cada paso para llegar al destino. Cada acto heroico mediante cada
detalle del alma, hará realidad el mayor contenido del tiempo de Dios, la
voluntad de Dios y la naturaleza del Yuquiyú que se niega a morir y reverdece.
Ante el tema de fe en
el más dramático escenario, ¿cómo buscar dar aliento a quien perdió la casa y
todo bien material, o a quien las consecuencias del huracán le aceleraron la muerte
a un ser querido? Ciertamente no es tiempo de clichés y libretos tradicionales.
El principio básico para encontrar la respuesta correcta hacia cada caso
particular, es guardar silencio y desear con todas las fuerzas, dar esa
respuesta. Cuando hay el sincero deseo de ayudar bien, las palabras sabias y
luminosas fluyen naturalmente.
Que conste que escribo
así por diversas experiencias, no soy consejero. De hecho, reconozco que no
tomé la ruta del sacerdocio por lo del celibato y unos dogmas. Reconozco
también que no tomé la ruta pastoral por unos estilos que no siempre respetan y
unifican. Así, escribo sobre fe como un hombre que busca trascendencia desde lo
cotidiano y su realidad humana.
Partiendo desde mi
realidad, confieso que hay en mí, desde antes del huracán María, motivos de
gratitud y de inquietud. Hay logros en mi vida y también peticiones a Dios que
aun no se han cumplido. El día del huracán, parecía no querer terminar y en el
apartamento en donde me encontraba, el golpe de viento y lluvia totalmente
horizontal que recibían las puertas de la sala, era como si un gigante tratase
de destruirlas para entrar con inenarrable poder destructivo. Pasado el huracán
en toda su intensidad, siguió una etapa de lluvias y ráfagas.
En esos
instantes, recordaba un mensaje de Rafael Hernández Colón, de Jesús en la barca,
como el constante. Al recibir el Doctorado Honoris Causa en Humanidades de la Universidad
Central de Bayamón, el 8 de junio de 2012, el licenciado Hernández Colón
pronunció palabras luminosas que edifican y trascienden:
·
“Jesús había estado predicando y
sanando todo el día y estaba sumamente cansado. Les pidió a los discípulos que
se echaran en una barca al mar de Tiberiádes para alejarse un poco de la gente
y descansar. El pobre estaba tan exhausto que enseguida quedó dormido. Y de
repente se desató una tormenta, y la barca se jamaqueaba y Jesús seguía dormido
como un bebé. Los apóstoles se morían de miedo porque creían que iban a
naufragar, que iban a morir. No aguantaron más y despertaron a Jesús. Jesús no
podía creer el miedo que vio en los ojos de sus discípulos. Se paró, mandó a
calmar las aguas y el viento, e increíblemente... se calmaron. Los discípulos
quedaron boquiabiertos y se decían, pero quien es este que hasta los vientos lo
obedecen...Jesús les dijo: ‘hombres de poca fe.......’ La vida es como el lago
que en momentos está bien tranquilito y en otros momentos está borrascoso.
Todos somos la barca que navega por ese lago. Los discípulos representan
nuestros miedos y emociones. Y Cristo es
el constante que siempre está en la barca con nosotros listo para apacentar
las aguas y el viento cuando se lo pidamos. Si cuando ustedes se encuentren en
encrucijadas difíciles recuerdan que él está montado en la barca, no tienen
porqué dejar que el miedo o la inseguridad los dominen. Con Cristo en la barca
se pueden enfrentar a las tempestades de la vida sabiendo que aunque duden por
unos momentos harán lo correcto, lo valiente, lo ético, lo que producirá el
bien común, lo que surge del amor. Serán lo que todos sus padres ansían:
hombres y mujeres de bien, que en última instancia es lo que necesita nuestro
país”.
Al meditar, veía la
imagen del Sagrado Corazón de Jesús que tanto atesoraba mi madre, que está en
el cielo. Me preguntaba que haría mi madre en un escenario así.
Afortunadamente, no tuve pérdidas mayores. Pude haber interpretado que Dios
protegió todo o que conservado, pero preferí otra forma de ver y pensar: Ante
los asuntos pendientes, interpretar que hay temas que deben ser vistos como si
el río se los hubiese llevado. No se trata de derrotismo, sino de ver la
primera página de un nuevo libro. Muchos necesitan un nuevo comienzo y el país
debe aspirar a restaurar y forjar mejor que lo que había antes del azote del
poderoso huracán María.
Ante ese nuevo libro,
al tocar el tema de la fe, me propuse no caer en más de lo mismo. Recuerdo que el 21 de septiembre, el día
siguiente al huracán, los primeros destellos del amanecer fueron poéticos, pero
vinieron más lluvias y nublazón. En Ponce, salí y el escenario era impactante.
Con cielo gris, los árboles caídos daban imagen y olor a muerte. Era un
ambiente tan cargado, que hubiese sido fácil caer de rodillas. Me sentía como
que estaba en otro lugar o en una pesadilla.
¿Cómo escribir sobre fe?
Confieso que de inmediato no encontraba palabras y al salir ese día siguiente a
la tempestad, hasta se me hacía difícil caminar. En la ruta, ver un árbol caído y un árbol firme
en la misma escena, daba de qué pensar. Es como cuando ante retos y embates en
la vida, surge la pregunta de porqué unos sí y otros no. Las respuestas varían,
pero el tema está sobre el tapete.
El 22 de septiembre,
tomé la ruta hacia la zona histórica de Ponce. En el camino, fueron
impresionantes escenas como un gran árbol que bloqueó la Calle Guadalupe cerca
de la parroquia La Milagrosa, crecidas aguas en el canalizado Río Portugués
(recuerdo su fuerza antes de ser canalizado, cuando causó estragos la tormenta
Eloísa en 1975), un enorme árbol que bloqueó el Paseo Lineal, y árboles
bloqueando la Calle Sol. El casco urbano y tradicional ponceño, era como una
pintura surrealista (el surrealismo busca plasmar en mundo de los sueños).
Entre tanto árbol caído, el Parque de Bombas estuvo incólume. Muchas casas
tradicionales resistieron.
¿Cómo escribir sobre fe
ante tantas personas que combinaron en sus rostros la gratitud por la vida, la
frustración por lo perdido y la búsqueda de nuevas esperanzas entre escombros?
Ese 22 de septiembre en la zona histórica de Ponce, las personas caminando
reafirmaban un deseo de echar pa’lante y las aves eran como un grito de que hay
vida. Fue el 23 de septiembre, con la fecha que recuerda al Salmo 23, que
encontré la mayor bendición al conversar con una gran mujer ponceña, Norma
Suarez, La Bori.
Ese día, hubo la magna
reunión del Gobernador con los alcaldes (con 55 municipios representados). La
Isla seguía en ese momento en estado de emergencia y poco a poco,
restableciendo las comunicaciones. Para mí la mayor bendición para mí fue
llegar caminando hasta la residencia de La Bori, una compañera de Clase que
desarrolló una bonita amistad con mi madre y le dio luz a su última etapa de
vida. Al encaminarme a su casa, me sentía como el personaje de la pelicula “The
Day After Tomorrow”, que fue a pie hacia su destino.
Al llegar, la
fortaleza, ánimo y fe de Norma eran en verdad admirables. La conversación fue
buena. Fui pensando en ayudarla, y fue ella quien me iluminó. Demostró Norma el
corazón que hace a la mujer, la creación perfecta. Me habló con suma fe sobre
las grandezas del Señor.
Para quien crea en la
reencarnación, ni en mil reencarnaciones mas podría agradecer a plenitud a
Norma. Para quien crea en la vida después de la muerte, no hay Paraíso que
pueda contener el agradecimiento a Norma. Para quien crea en el “Big Bang”, la
evolución y los desarrollos naturales del universo, no hay enormidad del infinito
espacio que sea más que la gratitud a Norma. Es su rostro el mejor símbolo de
renacer de la patria entera.
La mirada de Norma
hacia el cielo, no fue de desesperanza o desesperación. Su mirada fue de serenidad,
fuerza y confianza. Ella miró hacia un porvenir certero y esperanzador. Ella me
confirmó que el mejor mensaje de fe en
tiempos de catástrofe y emergencia nacional, es con la frente en alto, la
fe bien definida y el corazón con fuerza para dar luz y vida.
El 24 de septiembre fue
el primer domingo luego del paso del huracán. Más allá de las noticias sobre los
estragos, los esfuerzos de restauración y los diversos problemas que surgen en
la marcha, lo más especial es ir trazando planes para nuevos comienzos. Lo más
revolucionario ante un golpe catastrófico que convierte a todo un país en zona de desastre, es creer
y paso a paso, trazar nuevos proyectos con ánimo creador.
En las noches
siguientes, vi cielos estrellados. La falta de luminarias permitió ver las
estrellas con más facilidad. Recordé cómo siendo niño, veía junto a mi madre a
las tres estrellas con gran ilusión. Vi las estrellas pensando en que la
naturaleza y la vida nos ha colocado en Puerto Rico frente a la primera página
del nuevo libro.
El 25 de septiembre
(primer lunes luego del evento), los informes oficiales sobre los abastos de
combustible, contrastaban con los señalamientos de facilidades de salud con
necesidad de diesel. Se comprende la atención a la zona metro por lo
centralizado del sistema, pero a nivel Isla el panorama se tornó desesperante;
la falta de comunicaciones fue un serio agravante, en adición a los casos de
aumentos abusivos que retaron al DACO. Ante lo que superó los alcances del
gobierno, fue la acción de vecinos lo que ha hecho, y sigue haciendo, la
diferencia en comunidades, abriendo caminos y hasta desarrollando el milagro de
la multiplicación del pan.
El 26 de septiembre, en
la emisora WPAB, Wilda Rodríguez supo resumir la realidad ante el huracán
María: El Gobierno estaba preparado para la emergencia, pero no para la crisis.
El gran problema es que no se ha visto la organización ideal. La restauración
sigue lenta. Objetivamente, el proceso
de restaurar a Puerto Rico tras el azote del poderoso huracán María, va muy
lento. Se debe buscar lograr algo mejor que antes del huracán y en el análisis
sobre los desempeños gubernamentales, en lugar de caer en la lucha de rojos y
azules, debería enfocarse la primera atención evaluadora hacia el nivel
federal. Sobre toda ayuda federal: Es algo muy necesario (mucho peor sería la
realidad sin esa ayuda) y al mismo tiempo, No es un regalo o un privilegio; es
un derecho, Puerto Rico aporta mucho a Estados Unidos, y mucho más hay que hacer
y lograr para edificar mejor a la patria puertorriqueña. También hay que velar
por la buena administración, por lo que el tema es complejo. Sin embargo, el
factor humanitario es esencial y se pierde mucho cuando ese factor se debilita
o se pierde de perspectiva.
Ante todo eso, ¡claro
que se puede hablar y escribir de fe! Hay un nuevo y revolucionario mensaje de fe
en cada testimonio de superación, de forjar sueños y proyectos, y de honrar a
quienes han partido de este mundo antes de su tiempo. Así, hay que cambiar el
idioma: No lamentarnos o ver distante lo que se haría si se tuviese tales o
cuales herramientas, sino buscara hacer, sumar y multiplicar desde AHORA. Eso
es hacer todo lo posible en la mejor forma, y dejar a Dios lo que supera los
alcances.
Poco después del
huracán María, hubo un calor inusual en Puerto Rico; y fue mucho más que por
los árboles caídos. Era un calor que hacía de caminar, toda una hazaña. En los
días siguientes a tan devastador evento, hubo en el ambiente un olor
particular. Luego de eso hubo unas intensas lluvias.
Es como si la
naturaleza dijera luego del huracán, que la lucha no había terminado. El 25 de
octubre, en el campus de la Pontificia Universidad Católica, tuve el buen
ejemplo que se va repitiendo y maximizando en toda la Isla: Es inspirador el
mensaje de la naturaleza que reverdece.
En la avenida Hostos de
Ponce, un enorme árbol cayó, pero el monumento a Agüeybaná se mantuvo en pie.
Hay que mantener el espíritu de lucha y la voluntad bien fundada. Demos nueva vida a la fe…
Para alentar la fe, el
amor como causa de vida, y la perseverancia:
Con ese ánimo de fe revolucionaria,
comparto una reflexión sobre heroísmo que redacté:
>>> Los héroes reales usan capa y más...
<<<
Las capas fueron en su origen,
abrigos. Con el paso del tiempo, evolucionaron para ser la capa una parte del
vestuario que acentúa el dramatismo y los efectos en el teatro, el cine y el
mundo de los héroes y los superhéroes. El impacto ha sido tan grande que al
mencionar la palabra "capa", viene a la mente la imagen de un notable
personaje con misterios y señorío, alguien con admirables capacidades y
recursos, o un ser con grandes poderes. Se piensa en superhéroes con capa, pero
el Zorro y los Mosqueteros también usaban capa.
Se ha generalizado el pensamiento de
que "no todos los héroes usan capa", para destacar al heroísmo que
supera clichés y se manifiesta en lo cotidiano. Es un buen concepto, pero no
falta quien busca desvirtuar lo de héroes y superhéroes y proyectarlo como
fantasioso o lejano de la realidad. Si se profundiza y se ve más allá, se
reconoce la dimensión mayor de héroes y superhéroes como positivos y efectivos
"Role Models"; y se descubre que los héroes reales en lo cotidiano,
sí usan capas y más.
Las capas pueden dar tanto toques
enigmáticos, como elegancia y trazos únicos a lo de alcanzar nuevas alturas y
fuerzas. En el verdadero heroísmo en lo cotidiano, no se ve físicamente la
capa, pero está ahí, en la capacidad de trascender y de servir con identidad
bien definida, valores firmes y personalidad respetable. Está en la buena
imagen fruto de estilos edificantes. Está en la caballerosidad del hombre de
bien y honesto, y en lo virtuoso de la mujer heroica y con la hermosura
acentuada por su corazón. No es sólo la capa:
·
El intelecto es como creciente
músculo para encontrar respuestas y desarrollar soluciones.
·
La imaginación es como fuente
inagotable de ideas y energias.
·
La fe es como armadura con esencias
de eternidad.
·
Los talentos son como armas que
forjan, y producen digna y eficientemente en todo escenario.
·
El amor es su fuente mayor de poder
y su guía esencial al actuar y tomar decisiones y caminos.
Héroes reales
aman y forjan nuevos paradigmas… Así, los héroes sí usan capa y más: Es la capa
que supera lo captado a simple vista, y su uniforme y poderes se nutren del
buen corazón. A la hora de la verdad, el más real heroísmo se da en quien busca
superarse a sí mismo(a) para crecer y ser mejor ser humano mediante la fe que
se vive y se manifiesta en buenas obras. Así, no renuncian ante la adversidad y
saben que no faltarán lágrimas, heridas, soledades e incomprensiones.
Saben que al lograrse la hazaña, lo esencial es la
humildad; y al no resultar el plan según lo trazado, lo esencial es levantarse,
afirmar las grandes causas y seguir adelante. En un mundo que necesita tanto
heroísmo y al mismo tiempo no siempre lo reconoce y entiende, hacer de la
existencia un completo Proyecto de Vida, es luz para amar y forjar superando
mucho. Adelante...
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