Comparto dos fotos de una actividad en la escuela elemental Ramiro Colón Colón en Ponce, Puerto Rico en la década de 1970. Es de una actividad de niños de segundo grado de la maestra Velázquez. Estoy en las fotos.
Recuerdo que Velázquez trabajó en la farmacia Moscoso en la zona histórica ponceña (hoy ese edificio es parte de la Casa Alcaldía) y era devota cristiana. La emblemática principal era Judith Rodríguez. La esceula Ramiro Colón Colón estuvo cerrada un tiempo y ahora es Escuela de Deportes.
Recuerdo detalles sublimes de esa etapa de mi vida en la escuela elemental que culminó con la graduación en 1979. En esa graduación, Judith Rodríguez se retiró y el nuevo principal fue el señor Cuevas. La hija de Cuevas era parte de mi grupo. Fue tan significativo ese tiempo que la emoción y la gratitud superan a mis palabras y me gustaría que hubiese reencuentros de Clase de la elemental.
No recuerdo la naturaleza del evento específico captado en la foto, pero me inspira a recordar lo navideño. En esos días, el tiempo navideño era inenarrable. La ilusión se sentía en la clase y en el patio escolar. Al compartir dulces, era tierno ver a niños dar dulces a sus padres. La decoración navideña era dibujos por los niños. Se veía a Santa Claus y los Reyes con buenos ojos, sin rivalidad ni desplazar a Jesús. Cada grupo buscaba hacer sus memorables actividades propias del tiempo más especial del año.
De hecho, recuerdo cómo mi madre admiraba siempre cuando Velázquez le regaló juguetes a los niños. La fe y el amor visionario son más. Así, con canas en el cabello y con libertad al ser libre en paz y seguridad gracias a la introspección alentada por una foto tomada en la escuela Ramiro Colón Colón, escribo:
En la verdadera vivencia humana y cristiana, el tiempo navideño es ejemplificar que el Señor hace todo nuevo en el Halloween positivo y unificador; la Acción de Gracias que no es conformismo, sino motor de superación y progreso; reconocer la generosidad inspirada desde lo Alto en Santa Claus; ver en Jesús, María y José el modelo de hogar a forjar; tomar aliento en los pastores para entender sublimes revelaciones; recibir lecciones de los Reyes para ser adoradores en todo; y afirmar para el nuevo año el propósito de trazar la ruta hacia la Eternidad desde la salud, los milagros de amor que superan fronteras geográficas y culturales y crean paradigmas, la vida en abundancia, la prosperidad para bendecir, la felicidad y la plenitud en esta tierra.
Recuerdo un tiempo en que la maestra Santiago (quien también llegó a laborar como bibliotecaria en Ponce High) le permitia a los niños ciertos días, llevar un juguete a clase. El compartir era muy bueno y en armonía; sin contiendas con niños elevando la imaginación.
Doy gracias por poder compartir estos recuerdos y por cada persona que pudo vivirlos. Gracias al Eterno soy afortunado en esa memoria. No hay espacio para depresiones y derrotas en esta conciencia que hace de cada nuevo día, parte creativa de esa sumatoria.
Motivación de existencia y de trascendencia: Los niños dibujábamos lo que queríamos ser al llegar a ser grandes. Al escribir estas palabras, veo que no todos realizamos lo que vimos en ese tiempo. Con el paso de los años evoluciona la vocación, pero siempre se agradece lo recibido en la escuela y el hogar. En un mundo imperfecto y la compleja ruta terrenal, también se cometen errores; errores que son mayores cuando no se siguen las buenas lecciones recibidas en la esencial base formativa.
La gran verdad es que nada se adelanta con sentido de culpa o hundidos en lo depresivo. Recuerda a quienes tuvieron las mejores esperanzas al verte en la niñez, recupera esa fuerza vital, repara todo lo que esté a tu alcance, elimina toda idea de que eres indigno o que nada suficiente puedes hacer y busca consagrar la realización de tus sueños con el siguiente norte: Mereces ser feliz y por la medida en que esa felicidad te llena y va más allá de ti al inspirar a los demás, el Eterno necesita tu felicidad y testimonio victorioso.
Lección de vida: Cuando hay amor, hay respeto y no hay afán para imponer ideas. Cuando está Jesús, se puede superar el origen de Halloween o lo comercial en Santa Claus y hacer todo nuevo y mejor.
Desde el niño interior, generemos los más edificantes recuerdos para las generaciones y lo testimonios dignos de ser relatados. Adelante en la vida como causa y vocación de amor.



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