La noche del sábado 11 de febrero de 2012 pasa a la historia por la noticia de la muerte de la estrella Whitney Houston.
Lo triste es que un significativo número de los que comentan la muerte de la Diva que falleció, de no haber muerto no la tendrían en mente. Lo positivo es que el legado de ella no muere y merece ser recordada como fue en sus mejores días. Lo aleccionador es que este mundo tiene que crecer y evolucionar en todos los sentidos.
Que no se tome a la fallecida estrella -que seguirá brillando desde sus producciones y logros admirables- como ejemplo de escarmiento o medio para manipular y condenar (aún con palabras sutiles), ya que hay quienes tras una falsa imagen cometen peores actos, como comercializar la Palabra y la música sacra, buscar satisfacer los peores apetitos e instintos, o abusar de la confianza y traicionar la fe.
Son más las almas que inspiró bien Whitney Houston que la suma de sus pecados, y aún se sigue esperando que sea lanzada la piedra por quien esté libre de pecado, por lo que ella merece ser recordada como fue en sus mejores días.
Porque nadie es perfecto y todos compartimos una misma esencia, es más humano, cristiano y constructivo destacar lo que enseña a ser más comprensivos, solidarios y capaces de levantarnos y consagrar una nueva vida.
Es mejor trascender: Cada día de vida es gran día para redescubrir precisamente en el Corazón de Mujer (en todo rol en que se desempeña), todo lo grande, transformado y sublime que Dios quiere para el mejor desarrollo de la humanidad entera. Cada alma que lea estas palabras pensará en mujeres con particular distinción y mujeres que desde el infinito siguen inspirando por su ejemplo; Todos podremos coincidir en que con el Corazón de Mujer se hace patria.
Whitney hizo su parte. Merece ser recordada como fue en sus mejores días. Ese nivel de conciencia, amor y misericordia edifica, humaniza, cristianiza y agrada al Altísimo. Mientras haya vida, seguimos en la batalla de perseverancia. No esperemos a la llegada de la muerte para recordar y valorar. Expresemos ahora el amor, aprecio y admiración; con una base de oración vivificadora, pura y sincera. Hagamos la diferencia ahora. Demos el paso de fundamentar lo que sentimos y deseamos en cumplir grandes promesas al Señor, en pos de vivir reales testimonios que den luz. Dios ilumine a todos.
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