Los Superhéroes crecen al inspirar
cuando más se necesitan heroísmo y “role models”, y trascienden al mover a
descubrir el heroísmo real.
El
heroísmo no es ciencia ficción, fantasía, juego de niños o un imposible en el
mundo. El heroísmo real da nuevas dimensiones a lo que cautiva desde temprano,
a lo que se lee, a lo que se ve en películas y series, y a los héroes y
heroínas que se admiran; hace de la vida misma, la más apasionante aventura.
Así, viviendo el mundo hoy tiempos retadores y difíciles,
se aplica nuevamente que cuando más problemas hay, más se busca de heroísmo y
ejemplos edificantes.
Es cierto que son personajes ficticios y que lo mejor es
buscar primero del Altísimo, pero ciertamente hay una efectiva aportación de
los superhéroes para el sano entretenimiento y para redescubrir el heroísmo que
es real y no imposible. El heroísmo real se atreve a vivir, perseverar y
fructificar con el más abarcador amor.
Aprendamos a reconocer, valorar y apoyar el verdadero heroísmo, que no
siempre es reconocido, comprendido y apoyado, pero que persevera, se resiste a
dejar de creer y crece en fe, pruebas, amor, valor y ensordecedores silencios.
Aprendamos a
reconocer, valorar y apoyar el verdadero heroísmo, ya que a eso nos llaman los
superhéroes que en diferentes tiempos y a diferentes generaciones, han sabido
inspirar para superar limitaciones con el poder que viene de adentro, ser
sensibles ante el dolor, valientes ante las injusticias, más solidarios y
constructivos, más humanos y hermanos. Ahí están las reales Super-hazañas.
Demos Gracias por los Superhéroes. ¡Claro que se puede hacer realidad
lo digna y constructivamente potenciador!
¡Sí!
Hay heroísmo tanto en lo callado que da todo lo mejor del ser, como en lo que
comunica con prudencia para que el testimonio dé luz de verdad y no aliente la
soberbia. ¡Sí! ¡El heroísmo consagrado es real y puede mucho!
¡Sí!
Podemos llegar a donde no hemos llegado. Podemos vestirnos del heroísmo que
hace la diferencia al dar fe en donde no la hay, al saber decir no al mal, al
saber decir sí a lo que suma a la vida de quienes se ama y más allá, el bálsamo
a los que lloran y sufren, el perdón que no es simbólico y sí es camino de
cambio y evolución, la solidaridad a quienes resisten ante las manifestaciones
de la corrupción, comprensión en donde se ha perdido, apoyo al caído para
levantarse, fuerza a las buenas causas, atención debida al alma en formación y
al alma que merece dignidad y tanto puede aportar en los años dorados, el buen
consejo que aporta a perfeccionar la jornada, potenciación a quienes necesitan
redescubrir que no es demasiado tarde, en fin, el heroísmo no es ciencia
ficción, fantasía, juego de niños o un imposible en el mundo. El heroísmo real
se atreva a vivir, perseverar y fructificar con el más abarcador amor.
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