El 1 de julio de 2016, ha sido muy bueno ver la información de que sigue
adelante la restauración de la capa de ozono. La creación y la naturaleza
confirman el mensaje divino de que es realizable la restauración. No es momento
de triunfalismos prematuros, sino de fortalecer y maximizar los buenos esfuerzos.
Veo que es mejor enfatizar en el mensaje de aliento a los esfuerzos
positivos, que seguir el estilo -que tiende demasiado a la manipulación- de
hacer sentir culpable como si poco o nada se pudiese corregir, reparar y
lograr.
No se trata de evadir responsabilidades y consecuencias de actos, sino de
desarrollar una nueva conciencia constructiva. Tampoco se trata de
triunfalismos prematuros que tienden a perder lo adelantado o de bajar la
guardia (el trabajo no ha terminado y la conservación no termina), sino de
afirmar fe, estrategias y pasos en la ruta correcta.
Es cierto que hay empresas y lugares en donde se sigue contaminando por
afanes de ganancias que en el saldo total, resultan demasiado costosos. También
es cierto que van en aumento los esfuerzos en pro del ambiente que cada vez
logran unir a más personas de diferentes ideologías, ya que por encima de las
teorías individuales, está el factor común de que todos tenemos que convivir en
la aldea global con enormes potencialidades y nadie prospera de verdad en un
planeta destruido.
La mejor noticia es: Si se está logrando lo que parecía imposible de
restaurar la capa de ozono, ¡cuánto más se puede reparar en fe, autoestima,
sanidad interior, relaciones humanas, escenarios cotidianos, vocaciones y roles
y mucho más!
En la jornada, nos dice el frágil planeta que es nuestro hogar a proteger,
que no es imposible la restauración. ¡Ama en verdad! ¡Restáurate! ¡Crece!
¡Reverdece! ¡Agrada al Señor para tener paz! ¡Adelante!
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