Hoy es martes
30 de octubre de 2012 y mañana 31 de octubre es Halloween. Al momento de
escribir estas palabras, el mundo es impactado por el azote del huracán Sandy a
Estados Unidos. Ante eso, mi reflexión fue:
“Cuando Puerto Rico es amenazado por
un fenómeno atmosférico, se exhorta a orar y cuando superamos la prueba, damos
gracias; pero no está bien buscar del Señor solo en eso y ser indiferentes
cuando la amenaza es a otro. Ante el azote del huracán Sandy a Estados Unidos,
oremos por los boricuas allá y por toda alma indistintamente de nacionalidad o
credo, ya que todos habitamos en el mismo planeta creado por Dios. Oremos en
todo tiempo para crecer y fructificar. En todo, busquemos agradar al Señor”.
No faltan
quienes tratan de asociar el fenómeno atmosférico con un “castigo de Dios”. En
vez de entrar en un profundo estudio sobre los llamados “tiempos apocalípticos”
o sobre el debate de cuánto de la Biblia se ha cumplido o está por cumplirse,
pienso que lo más constructivo es que cada cual se plantee cómo ser mejor ser
humano.
Los fenómenos
atmosféricos son parte de la naturaleza en el mundo. Antes de señalar algo como
castigo o condenar a quien participa en un evento de Hallowwen, procede el
análisis de conciencia para ver si en verdad no se es parte de lo que
justifique un castigo; en tiempos en que todavía se está en espera de que tire
la piedra quien esté libre de pecado. No olvidemos que Jesús enfrentó con mayor
rigor a los religiosos.
NO patrocino ni
favorezco Halloween. Demasiados problemas ocurren en fiestas de Halloween por
el ambiente propicio para ello, y ciertamente en la Iglesia se logra lo más edificante.
Sin embargo, para ser justo reconozco que un buen amigo de mi clase de 1985 de
Ponce High participa para fomentar los buenos valores de niño, y es imposible
para mí criticarlo o condenarlo por eso en un mundo en que quienes más fallan
son quienes más se valen de falsas apariencias. “Wikipedia” nos dice sobre
Halloween:
“Halloween o
Noche de Brujas es una fiesta que se celebra principalmente en Estados Unidos,
Norte de México, y algunas provincias de Canadá en la noche del 31 de octubre.
Tiene origen en la festividad celta del Samhain y la festividad cristiana del
Día de todos los santos. En gran parte, es una celebración secular aunque
algunos consideran que posee un trasfondo religioso. Los inmigrantes irlandeses
transmitieron versiones de la tradición a América del Norte durante la Gran
hambruna irlandesa de 1840”. Dice también:
“Leyendas y
costumbres de Halloween:
Se dice que la
noche de Halloween, la puerta que separaba el mundo de los vivos del Más Allá
se abría y los espíritus de los difuntos hacían una procesión en los pueblos en
los que vivían. En esa noche los espíritus visitaban las casas de sus
familiares, y para que los espíritus no les perturbasen los aldeanos debían
poner una vela en la ventana de su casa por cada difunto que hubiese en la
familia. Si había una vela en recuerdo de cada difunto los espíritus no
molestaban a sus familiares, si no era así los espíritus les perturbaban por la
noche y les hacían caer entre terribles pesadillas.
Truco o trato-
Originalmente el Truco o trato (en inglés "Trick-or-treat") era una
leyenda popular de origen céltico según la cual no solo los espíritus de los
difuntos eran libres de vagar por la Tierra la noche de Halloween, sino toda
clase de entes procedentes de todos los reinos espirituales. Entre ellos había
uno terriblemente malévolo que deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa
en casa pidiendo precisamente "truco o trato". La leyenda asegura que
lo mejor era hacer trato, sin importar el costo que éste tuviera, pues de no
pactar con este espíritu (que recibiría el nombre de Jack O'Lantern, con el que
se conocen a las tradicionales calabazas de Halloween) él usaría sus poderes
para hacer "truco", que consistiría en maldecir la casa y a sus
habitantes, dándoles toda clase de infortunios y maldiciones como enfermar a la
familia, matar al ganado con pestes o hasta quemar la propia vivienda. Como
protección surgió la idea de crear en las calabazas formas horrendas, para así
evitar encontrarse con dicho espectro (y con el tiempo, debido a la asociación
mental entre el espíritu y las calabazas, el nombre de este sería dado a ellas,
que es como son conocidas hoy día cuando llega esta fiesta)”.
En la
información de “Wikipedia”, se presenta la realidad actual de Halloween: “En la
actualidad, los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles
pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta los niños
pronuncian la frase ‘truco o trato’, ‘truco o dulce’ o ‘travesura o dulce’
(proveniente de la expresión inglesa trick or treat). Si los adultos les dan
caramelos, dinero o cualquier otro tipo de recompensa, se interpreta que han
aceptado el trato... El recorrido infantil en busca de golosinas probablemente
enlace con la tradición neerlandesa de la Fiesta de San Martín”.
El respeto es
fundamental y esencial. Conozco a quienes celebran en Halloween sanamente y son
creativos con disfraces que destacan lo positivo, sin ánimo de rendir tributo a
las tinieblas. En la niñez nunca me disfracé por Halloween y nunca me llamó la
atención eso, pero era bueno en la escuela compartir dulces. Compartir es un
buen principio humano y cristiano.
No dudo que
hay gratas y conmovedoras historias en nuestros mayores en esa línea. No dudo
que muchos niños que celebraron Halloween, hoy son buenos y productivos
ciudadanos. De los niños podemos aprender lo que debe ser la fiesta de
Halloween libre del origen oscuro y de los que tienen malas intenciones en el
presente.
Así, veo más
salomónico aprovechar la coyuntura de Halloween para fomentar temas heroicos en
los disfraces, iniciativas como los “talent show”, y dar el cierre de oro a la
ruta de “trick or treat” con la cena familiar o la fiesta que no altere la
paz.
NO es mi
propósito fomentar Halloween y habrá casos en que ante las discrepancias en los
conceptos y las ideologías, y ante los riesgos y peligros, será mejor no
participar del Halloween. Mi propósito es fomentar que ante cualquier decisión,
sea participar en Halloween o sea no participar en Halloween, impere una nueva
conciencia en que lo que se viva, dé luz y armonía y agrade al Todopoderoso.
Por eso,
alerto a que con el Halloween visto en forma distorsionada, no se justifiquen
negativas y dañinas actuaciones, ni se empleen los disfraces para cometer
abusos y delitos. ¡Cuiden a los niños; cuídense todos! Sin embargo, no sería
justo asociar a las máscaras única y exclusivamente con Halloween.
¿Cuántos
emplean máscaras para ocultar dolores? ¿Cuántos emplean máscaras para proyectar
lo que no son? ¿Cuántos emplean máscaras para ocultar el feo rostro de maldad
que justifica manipular, engañar, robar, maltratar y menospreciar? ¿Cuántas
máscaras cotidianas fuera de Halloween son más horribles que las de Halloween?
Máscaras,
¿solo en Halloween? ¿Cuántos no pueden verse con paz ante el espejo? ¿Cuántos
emplean máscaras para tratar de dar aliento en los más difíciles escenarios?
¿Cuántos emplean máscaras para prolongar la falsedad y crearse una imagen que
no corresponde a lo que realmente son?
Que sea lo
genuino del rostro, ventana del alma que no necesita máscaras. Que ante el
azote de Sandy, crezcamos en la solidaridad y en la capacidad de buscar al
Señor en todo tiempo. Dios ilumine a todos, y precaución y moderación en
Halloween y más allá.
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