Mi graduación de
escuela elemental fue el 29 de mayo de 1979 en la Ramiro Colón Colón de Ponce.
1979 fue declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de la
Niñez (hasta se hizo un sello postal conmemorativo de 15 centavos).
En la graduación
bajo el majestuoso árbol del patio escolar, tuvo especial emotividad el poema
“Adiós a la escuela” declamado por el niño más brillante de la clase. Ese árbol
sigue custodiando a generaciones.
Para ese fecha de
graduación, el mundo había sido impactado por un avión DC-10 que días antes se
estrelló en Chicago por la falla de un tornillo (esa tragedia que se vio como
el peor accidente de la aviación norteamericana, nos recuerda que no procede
menospreciar factores, por pequeños que parezcan).
En Puerto Rico,
para esos tiempos se daban conflictos en Vieques por las prácticas de la
Marina. Ese día de mi graduación, en la página 3-A del periódico “El Mundo””,
se informaba sobre los miles que se habían retratado para poder votar en 1980,
y se daba a conocer el informe sobre las cifras de delitos. Sin entrar en un
análisis detallado de periódicos y noticias, es notable cómo hay temas
recurrentes.
En el día de
graduación, se sentía el ánimo por los Juegos Panamericanos en tal nivel, que
el lema de la clase fue: “Estudiar, competir y amar a Puerto Rico es compromiso
de todos”. Los Juegos fueron inaugurados el 1 de julio. Ese día de graduación,
los niños todavía seguían con la fiebre del momento: Superman.
La película
“Superman, The Movie”, comenzó a exhibirse en la Isla el 5 de abril de 1979.
Christopher Reeve interpretó a Clark Kent y Superman, Margot Kidder interpretó
a Louis Lane, Marlon Brando interpretó a Jor-El (padre de Superman) y Gene
Hackman interpretó al villano Lex Luthor; el libreto fue hecho por Mario Puzo.
Siempre recuerdo
que mi hermana me llevó a ver la película aquí en Ponce, en el desaparecido
cine Santa María. Hoy, cada vez que veo esa película en DVD, recuerdo algo de
aquella magia, no sólo de ojos de niño, sino de lo que se lograba en esas
películas y cómo el heroísmo inspiraba ante las realidades del momento (no era
otro mundo, es el mismo mundo que vivimos hoy; cada época tiene sus propios
afanes, ¿o son en sí unos mismos llamados y retos básicos con ajustes y
actualizaciones?).
Viví en ese cine
algo que se convirtió en un símbolo de la época: aplaudir cuando Superman
rescata a Lois Lane, con ella en un brazo y sosteniendo un helicóptero con el
otro brazo.
En los reportajes
se destacó la película como algo sano para toda la familia. Por ejemplo, en la
página 8-B del periódico “El Mundo” del 10 de marzo de 1979, un reportaje se
titula “Superman: Una fantasía romántica y divertida” y en parte dice: “Lo más
increíble del filme ‘Superman’ no es el hecho de que trate de aventuras
fantásticas, sino que esas aventuras parezcan tan reales, tan posibles, tan
fascinantes… llega el momento en que nos adentramos en un mundo tan maravilloso
de romance y aventura que todo parece posible…” .
¡Qué mucho se
necesita eso hoy para fomentar el heroísmo de verdad! El vuelo de Superman y
Lois Lane se convirtió para todas las generaciones, en inspiración símbolo del
gran amor que alcanza nuevas alturas por lo genuino de la conciencia y la
grandeza del corazón.
En aquella
graduación, no faltaron las lágrimas por la idea de que al finalizar la escuela
elemental, finaliza la niñez. “Superman, The Movie”, nos recuerda siempre que hay
una mirada de niño que alienta la fe mayor que puede mucho y alimenta la
potenciación en el heroísmo real que consagra una nueva vida, un nuevo
nosotros. Dios ilumine a todos.
--Gerardo L.
Berríos Martínez
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