Hoy 9 de octubre de 2012, se cumple
1 año del fallecimiento de Ramón “Chin” Cordero Santiago. Por su trayectoria y
forma de ser, herencia, perspectiva, y los detalles que le distinguieron, Chin
merece respeto ante el recuerdo de su partida hacia la eternidad.
Pude conocer a Chin en la campaña
primarista del 2008 que enalteció los valores y la dignidad; y ser solidarios como
secuela de esa lucha que requirió trascender, en una gesta fundadora ponceña
para la elección general de ese año que dejó lecciones y potencialidades para
las generaciones.
Las realidades del Ponce del 2012
requieren que para darle mejor visión y dirección a la Ciudad Señorial, nos
vistamos de Ponce. Chin me confirmaba lo que deseaba su hermano Rafael “Churumba”
Cordero Santiago para esa ruta. Como cuestión de conciencia, veo que procede
coincidir todos en ese cauce fundado por Luis Muñoz Marín y defendido por
grandes como Churumba y Luis A. “Wito” Morales.
Recuerdo y atesoro de Chin su saludo
cordial, serena firmeza en sus convicciones, y la forma en que enlazaba sus
relatos de crianza, con el deseo de educar con vocación. En verdad deseaba para
el Ponce y Puerto Rico de hoy, soluciones a la altura de los nuevos tiempos,
sin olvidar la ruta y huella histórica. En eso hay patriotismo.
El patriotismo no es sólo del procerato,
de nombres exaltados o ampliamente reconocidos, o de quienes asumen posiciones
en el liderato político y gubernamental. El patriotismo es amor que corre en
las venas como las aguas de nuestros ríos que dan vida. El patriotismo se
vivifica en toda gran inspiración y toda buena obra con sabiduría, conciencia y
corazón en acción. El patriotismo palpita en las esencias de nuestras familias,
en los perseverantes en el bien, en las almas que abren caminos, en quienes que
superan soledades y contagian con nueva luz potenciadora, en las conciencias
que no dejan de creer, sembrar y obrar para fructificar.
El patriotismo sabe perseverar con
prudencia y dar batallas sabiamente, enseñar desde la acción comunitaria, jamaquear
con amor y humildad, y reconocer que el bien agrada al Señor.
Chin y este servidor tuvimos puntos
de convergencia y divergencia. Probablemente Chin no comprendió a cabalidad
todos los motivos de mis decisiones políticas del presente, pero ciertamente
las respetó porque coincidimos en buscar dar y hacer todo lo mejor posible
desde la más firme convicción de bien. Doy gracias a Dios. Demos gracias a Dios
por la semilla sembrada; que sea cultivada y abonada para que los frutos sean a
la altura de lo que honra al Creador.
Unos podrán desear el descanso
eterno de Chin con sinceridad; otros harán mejor si guardan silencio para no
caer en la imagen que empaña y ofende; todos podemos armonizar en el propósito
de recordar las palabras y los esfuerzos en pos de una mejor civilización, con
el fin de que cada día sea para cada cual en su rol, un taller para adelantar
las buenas causas.
Recuerdo que cerca de las elecciones
del 2008, este servidor tenía una foto de su difunto hermano, el siempre
recordado “león mayor” y alcalde Churumba, y me dijo Chin que por él (Churumba)
lo hacía. Siempre recordaré la mirada de Chin Cordero en ese instante.
Fue una expresión de buen hermano y
de hombre consciente (por fe, se ora creyendo, y se alimenta la visión de que Dios
permite el encuentro de las almas de Chin y Churumba). Fue una expresión que
enseña a inspirarnos en los forjadores, pero podemos aspirar a más: Podemos
perfeccionar esa expresión, afirmando la fe y la perseverancia por el Supremo
Origen del amor, el valor, el honor, la verdad y la vida.
Chin Cordero, como todo hombre con
virtudes y defectos, supo dar la cátedra de valentía que le eleva al nivel de
los grandes de verdad. ¡Aspiremos a ser valientes y humildes, real y
consagradamente, para que lo que vivamos sea lo que mejor nos defina; dando
vida a la vida! Deseo paz al alma de Ramón “Chin” Cordero Santiago, que se
inspiró con puro corazón. Esté con el Señor y haya paz para sus familiares y amistades.
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