martes, 18 de diciembre de 2012

En Navidad y más allá, redefinamos lo disfuncional y fomentemos alegría de verdad


Cuando se habla de “familias disfuncionales”, pienso que en la realidad todas las familias son disfuncionales. Lo de familias funcionales es algo fabricado.

 

Viene a mi mente alguien que tiende demasiado a clasificar a otras familias como disfuncionales, sin reconocer que su propia familia es la estaca de las familias disfuncionales. ¿Cuántos han enfrentado o enfrentan algo así? Dice el refrán que habla quien menos puede, y hay quienes caen en eso que pasan a ser bufones.

 

Ser bufón NO es ser la gran alma de la fiesta o el buen centro de la conversación. Voy más allá: Ser “alegre” no es una apariencia, es algo que surge puro de adentro. Ser “alegre” NO es un show teatral, simular y empalagar, o cantar y dar carcajadas con la más elevada voz. Ser “Alegre” ES ser capaces de transmitir el gesto correcto que contagia alegría de verdad; alegría que se puede expresar con sonrisas, bailes y cantos (tanto en buena bohemia como en diversos escenarios, y más lo espontáneo), y también con acción vivificadora y apoyo ante la prueba; que alegra tanto con el tono agradable, como bien suavecito para que el Creador comprenda, responda y se manifieste. ¿Cuántos se autoproclaman como “personas alegres” y en realidad son una caricatura? Busquemos abonar a redescubrir la genuina alegría. Dios ilumine a todos. 

 

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