De tiempo en tiempo, surge el debate
sobre el tono de azul que debe tener la bandera de la nación puertorriqueña. La
realidad es el tono de azul en la bandera y es mucho más; es el simbolismo de
cada alma y la Isla en la estrella como creación de Dios, destello en la bóveda
celeste, o como estable barca en las aguas. En su mensaje del 25 de julio de
1952, dijo el prócer-maestro, grande por su humildad, Luis Muñoz Marín:
“Puerto Rico, apretado haz de
resistencia espiritual frente a los nacionalismos destructores de la paz y de
la esperanza del hombre, es imagen en el corazón de su gente, que su gente pone
hoy y para siempre en su bandera.
Cultura de libertad, de trabajo, de
serenidad, de justicia, de generosidad; cultura que ve al prójimo y no cree que
hay extranjero; cultura modesta y buena en su vivienda, a gusto en sus
quehaceres, resguardada frente al infortunio, abundante y sencilla en la mesa,
alegre en la fiesta, sin pobreza y sin hábitos enloquecidos de consumo, viril
en la defensa del derecho, que valora al hombre más por lo quiere hacer que por
lo que se proponga adquirir, reverente en el amor de Dios. Esta es la imagen de
nuestro pueblo que ponemos, con el hondo cariño de nuestra alma, en la bandera
del Estado Libre Asociado de Puerto Rico que voy a izar ahora en nombre de
todos los puertorriqueños. ¡Y que Dios la bendiga!”
¡En esas palabras vemos el concepto
de las alianzas y del programa que pone a la gente primero! ¡Claro que
funciona! Veamos más para afianzar el entendimiento:
La bandera de Puerto Rico tiene
nombre oficial: Bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (Ver el Reglamento
sobre el Uso en Puerto Rico de la Bandera del Estado Libre Asociado de Puerto
Rico, y para Otros Fines, que se adopta de conformidad con la Ley Núm. 1 del 24 de julio
de 1952). En el actual sistema de Estado Libre Asociado, nuestra
bandera flota a la misma altura que la bandera de Estados Unidos y un gran
ejemplo de la presencia de nuestra bandera está en el olimpismo.
Respeto la bandera de Estados Unidos
y cuando se entonan los himnos de Puerto Rico y Estados Unidos, dedico a ambos
el mismo nivel de reverencia. Existe el vínculo de la ciudadanía, y los miles
de compatriotas que emigran confirman que los pueblos son llamados a buscar su
plena superación, viendo que el status es una herramienta y no un fin en sí, y
venciendo toda barrera insularista o de nacionalismo sin sentido mayor.
La libertad integral y adelantos que
tanta gente de diversos orígenes del mundo encuentra en la bandera de Estados
Unidos, supera la suma de fallas que se pueda señalar a la nación
norteamericana. No obstante, eso no debe llevar a menospreciar lo que significa
la bandera del ELA en nuestras conquistas y realizaciones como pueblo. Lo
vivido es prólogo y somos llamados a ir creciendo y perfeccionando cada día.
Es cierto que el tema de los
símbolos patrios no es el único punto a considerar al decidir sobre la
alternativa de status político y otros temas, pero también es cierto que todo
progreso material se desnaturaliza y desvirtúa sin amor patrio, visión
trascendente y consagración de los rumbos y propósitos de vida. Lo más
importante: Procede forjar una patria de todos, por todos y para todos, lo que
es más que fórmulas de status y supera toda frontera ideológica. ¿Creemos o no creemos en Puerto
Rico?
Los líderes,
estructuras diversas, y sistemas de gobierno, pueden inspirar y propiciar; en
eso pueden hacer mucho si emulan el ejemplo de Salomón que pidió sabiduría a Dios
para gobernar bien, pero la obra es de todos y de cada uno. Los pueblos que
consagran su camino, crecen y progresan al apoyar y alentar las manifestaciones
de su sana autoestima, talento y creatividad. Es el tono de azul en la bandera
y es mucho más… ¡es el real y consagrado AMOR a la Isla del Cordero! Dios
ilumine a todos.
--Gerardo L.
Berríos Martínez
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