Uno de los más tiernos
y forjadores recuerdos, es ver con ilusión a tres estrellas. Al son de “los
tres santos reyes, los tres, y los tres…”, generaciones han celebrado esta
festividad con gran emotividad, y en algunos casos hasta con promesas.
La realidad es
que se trata de mucho más que una tradición cultural. Es una lección de
adoración al Rey de Reyes. NO es para fomentar el insularismo, lo religioso o
las controversias y diferencias ideológicas, ya que el Príncipe de Paz vino al
mundo para que tengamos “vida en abundancia” (Ver San Juan 10:10), con un
mensaje redentor para todo el mundo (Ver San Mateo 28:16-20). Somos llamados a
entender y crecer.
·
En relato bíblico en San Mateo 2:1-12 dice: “Cuando Jesús
nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a
Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha
nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados
todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde
había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está
escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más
pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que
apacentará[a] a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los
magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del
niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le
adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían
visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre
donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo
adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y
mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a
Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Es poco lo que el Evangelio de
Mateo menciona sobre los Magos de Oriente. En particular, no menciona un número
específico de ellos aunque sí se menciona que entregaron tres regalos. Nacido,
pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente
a Jerusalén unos magos diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de
nacer?».”
El relato no
indica los nombres de los magos ni cuántos eran, pero sí identifica los géneros
de regalo. Lo de “abriendo sus tesoros”, nos indica que no dieron pequeñas
cajitas o “souvenirs”, sino Todo Lo MEJOR. Ahí está la gran lección de honrar
cada día al Altísimo con todo lo mejor de lo que se es capaz, en que lo que
mejor defina a uno sea lo que uno viva y consagre con fe, sabiduría, visión,
honor, amor y valor.
El término
“magos” no se refiere ahí a “hechiceros”, ya que la Palabra de Dios no avala
esa práctica. El término “magos” se refiere a “hombres sabios” u “hombres de
ciencia” (así se les llama en diversas versiones de la Biblia en inglés). No
fueron reyes y NO son divinidades a las cuales rendirles culto o pleitesía. La
Biblia es clara:
·
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y
los hombres, Jesucristo…” (1 Timoteo 2:5).
·
“Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de
la tierra…” (Filipenses 2:10).
·
“El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal
pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden. Si
estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que
quisiereis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me amó, también yo os he
amado: estad en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor;
como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor. Estas
cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis los unos á los otros, como yo os
he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus
amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando. Ya no
os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas os he
llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho
notorias. No me elegisteis vosotros á mí, mas yo os elegí á vosotros; y os he
puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que
todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, él os lo dé” (San Juan 15:6-16).
No es cuestión de
religión y apariencia, sino de relación y esencia. Al, celebrar una de las más
bonitas tradiciones con esencia cristiana, que domine la sana conciencia, que
se aproveche para educar y formar bien, y que al celebrar, no olvidemos la
empatía y solidaridad con quienes sufren, a tono con lo que dice el Señor en
San Juan 4:23-24:
·
“Pero vendrá la hora y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad. Porque también el Padre
busca a tales que lo adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran, deben
adorar en espíritu y en verdad."
Crecemos al volver a ser niños a la
altura de lo que agrada al Señor y fructifica. Dios ilumine a todos.
--Gerardo L. Berríos Martínez
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