lunes, 9 de abril de 2012

Señor, ¿tiene una peseta?

“Señor, ¿tiene una peseta?”; ¿Cuántos a diario escuchamos esa expresión que se da en tono de súplica por una limosna? Algunos significados de la palabra “señor” son:



·         “Tratamiento de respeto y cortesía que se da a una persona adulta”.

      

·         “Título nobiliario, generalmente de origen feudal”.



·         “Persona que es la dueña de una cosa, o que tiene poder o dominio sobre ella, especialmente si se trata de tierras”.



·         “Que es bueno o grande, o muy señorial”.



Quien hoy pide en la mayor necesidad, en unos casos para comer y en demasiados casos para calmar un vicio, lo hace por condiciones y circunstancias que le superan, con el mayor respeto del que son capaces.



No piensan en lo que pueda decir un diccionario sobre el término “señor”, pero sí viven duras realidades; nadie está exento de poder caer en un nivel así de escasez (¡cuántos pierden todo de momento y en ese punto, descubren a los amigos sinceros y lo verdaderamente valioso, significativo e importante!).



Reconozco que a veces doy esa ayuda y a veces no, pero siempre les doy el respeto que merece la dignidad humana y en todo lo posible, la exhortación cristiana para buscar un mejor rumbo de vida.



Ante esos rostros suplicantes, que no piden por deseo, a veces me pregunto si cada uno tiene vive un nivel de súplica en la medida que busca superar un mal que agobia, levantar a un ser querido, superar una herida profunda o lograr de Dios la dádiva que sólo Él puede conceder para hacer realidad una nueva vida.



Es sencillo criminalizar a esas víctimas. Lo que más que se necesita es trascender  lo sencillo y comprender que la peor delincuencia no está esas almas enfermas que buscan suplicantes el mismo nivel de milagro sanador y liberador que le pedían a Jesús en su recorrido. La peor delincuencia está en los que son como los “sepulcros blanqueados” que señalaba el Maestro; esos son, en algunos ejemplos:



·         Los que se sienten superiores y en vez de agradecer y consagrar cada día adicional de vida, lo marchitan con malas obras..



·         Los que, en la empresa pública y la privada, hacen de la corrupción un modo de vida (la corrupción no solo se manifiesta en el robo de dinero, se manifiesta también en el robo de ideas, el maltrato laboral, el tergiversar el refrán de “donde manda capitán no manda marinero” para justificar abusos, en fin, la lista es larga).



·         Los que tergiversan y adulteran el mensaje cristiano para manipular y lograr fines ajenos a la sana doctrina enseñada por Jesucristo.



·         Los que desvirtúan la función política para alimentar la vana gloria y fomentar lo peor que divide y desnaturaliza en vez de lo mejor que hace patria.



En fin, no sigamos, promovamos ni alimentemos a los que disfrazados de autoridad legítima, no respetan y buscan convertir a los demás en personas que necesitan de dádivas y limosna. Aprendamos de los más humildes y luchadores que con fe y voluntad, hacen de cada día de vida una real hazaña. Demos al Señor la ofrenda de un nuevo ser, que se manifiesta en la conducta que dé luz y abra ojos hacia el bien, la dignidad, el amor y el valor, el honor y la igualdad. Dios ilumine a todos.



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