En
la historia de pueblo en Puerto Rico, nuestros jíbaros enseñaban que aun en los
más difíciles momentos, uno no se podía quejar de la Navidad, porque si uno se
quejaba de la Navidad, Dios castigaba a uno. El propósito de eso no era
fomentar conformismo o justificaciones, o encuevarse a lo insularista y evadir
temas fundamentales. El propósito era vivir el mayor respeto en la fe, al no
perder de perspectiva que la razón de ser de la Navidad es recordar y reconocer
el nacimiento de Jesús.
Puerto
Rico vive retos antes impensables. Son tiempos atípicos en que el tiempo
navideño es muy necesario para fortalecer la voluntad inquebrantable, los lazos
solidarios y todo lo grande que se forja con amor, fe, visión, sabiduría y todo
el ser.
Eso
no significa que sea malo sentir dolor o debilidades. Eso no significa que sea
pecaminoso cuestionar por qué, en el análisis del camino recorrido hasta la
actual, las cosas no están como deberían estar. Eso significa que:
·
Es bueno el rostro sonriente
en Navidad, pero que sea de verdad y no artificial por aparentar; es más digno
un rostro serio con buen corazón que un disfraz de falsedad.
·
Es bueno el ánimo
festivo en Navidad, pero que sea de verdad y no por un alboroto externo con
vacío interior por ansias tergiversadas de aceptación; es más digna la
sobriedad respetable que la estridencia que empalaga.
·
Es bueno en principio
enfatizar en los temas agradables, pero que no sea para tirar al olvido a los
enfermos y tantas personas que sufren; es más digna la acción solidaria con
personas en soledad y almas que viven cada día en forma heroica, que seguir “la
fiesta” como si togo estuviese bien, con egoísmo y soberbia.
·
Es bueno en principio
el lema de “Puerto Rico se levanta”, pero se daña si se emplea para no
cuestionar lo que obstaculiza la más efectiva y rápida restauración del país (que
debe tener el norte de forjar algo mejor a lo que había antes del azote
huracanado); es más digno jamaquear corazones y conciencias constructivamente,
que manipular y limitar horizontes.
·
Es bueno el significado de
resiliencia como “la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse
frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro”; pero se daña cuando
se busca frenar toda acción de cuestionar y de buscar la verdad, o convertir lo
de recuperación y de ajuste, en formas de tratar de justificar unas realidades
como que siempre deben ser así, o de confinarse en más de lo mismo sin
expectativas de cambio (eso es conformismo y estancamiento). En tiempo
navideño, porque Jesús fue revolucionario con amor y mensaje de sanidad y
redención, veo que hay muchas ocasiones en que la disidencia (saber no rendirse
y defender la justicia) y la resistencia (saber ser firmes y solidarios en lo
correcto) son lo mejor.
En
fin, no es quejarse de la Navidad lo que procede; y es de lo peor, estigmatizar
a la queja razonable como que es incorrecta en el tiempo navideño. Lo que
procede es educar mejor sobre la queja debida, y acentuar lo que genera genuino
gozo navideño.
Lo
que procede es hacer valer el respeto a la dignidad humana en todo tiempo; es
quejarse dignamente por lo que así procede, en pos de corregir injusticias y
lograr soluciones reales. Lo que procede es reconocer la verdad, entender las
causas de los problemas, asumir responsabilidades, buscar definir mejor el
Proyecto de Vida y entonces, hacer del tiempo navideño, un buen momento para
redefinir estrategias, buscar crecer como seres humanos y afirmar el mayor deseo
de conciencia y corazón de consagrar nuevos testimonios de plena realización y
bien para el mundo.
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