El pasado viernes culminó el mes de septiembre y ayer sábado comenzó el mes de octubre de 2011. Proceden preguntas como las siguientes:
1. ¿Se tomaron las sabias lecciones dadas al cumplirse 10 años de los ataques en contra de la humanidad, ocurridos el Estados unidos el 11 de septiembre de 2001? ¿En Puerto Rico se logró trascender el simbolismo y el tribalismo político; se logrará entender que no fueron ataques en una tierra ajena, sino en una tierra hermana? El tiempo dirá… Afortunadamente aún hay conciencias serias y sensibles, lo que alienta la esperanza de que no todo está perdido ni es demasiado tarde.
2. Al seguir aumentando la crisis económica, la violencia en la Isla y otros males: ¿Se verá que no debe ser motivo de júbilo o de crear imágenes falsas en la guerra política, sino motivo para buscar como pueblo unido soluciones? Afortunadamente son más los buenos, lo que alienta la esperanza de que no todo no está perdido y aún hay quienes educan y forman bien.
3. En la medida que se debilita la buena autoestima, la fe y de deja de creer: ¿Asumirá el liderato religioso y cristiano sus responsabilidades a la altura de lo que espera dios, o seguirá en aumento la tendencia de la indiferencia y el libreto memorizado para despachar todo tema y caso? Afortunadamente, hay siervos fieles y obedientes, lo que alienta la esperanza de que no todo está perdido y aún hay quienes fructifican desde su vocación y talentos en acción. Sigue presente sobre el tapete, lo de tocar los temas sobre los que no se quiere hablar, como el fundamentar grandes planes y promesas en cumplir promesas a Dios; que impere el Altísimo y lo que genere paz, justicia, prosperidad integral y bienestar de verdad.
Con esas reflexiones y otras, comencé ayer octubre, entre otras cosas (como procesar un texto sobre un gran significado de octubre), con un buen almuerzo de filete mignon y para majada en el restaurante Metro-Ponce, cerca del monumento a la abolición de la esclavitud de la Ciudad Señorial. ¡Recomiendo tan excelente, ungido y único lugar!
A cada alma le toca buscar hacer la diferencia; superándose a sí misma y su entorno en todo lo posible, y enfocándose en el Señor como guía para buscar ser luz y solución en este mundo (en la mejor medida de lo que se vive).
No deseo caer en extremos abstractos o utópicos. La realidad es que cada alma tiene potencialidades y limitaciones. Lo importante es buscar dar el máximo y crecer en el proceso con sana y edificante conciencia.
Como he escrito: “De perseverar con fe, amor, visión, honor, valor y voluntad se trata la vida”. Lo vivido es prólogo y ante el Señor, en el propósito de victoria integral y real para consagrar y dar testimonio luminoso, tiene que ser realizable el escenario anhelado con el mejor contenido. Dios ilumine a todos en la Isla del Cordero.
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