Nos dice parte de una biografía del pastor Carlos Camacho:
“Conversión y Pastorado:
Carlos conoció al Señor Jesucristo en el año 1996, mientras todavía era miembro del cuarteto Los Hispanos. Una vez siente el llamado a servir en el ministerio a tiempo completo, se retiró de Los Hispanos, siendo su última actividad con ellos un espectáculo en el día de las Madres del 2003 en el Teatro Tapia de San Juan. Desde entonces, ha terminado su preparación como pastor del Concilio de Iglesias del Nuevo Testamento y junto a su amada esposa Susie radica actualmente en la ciudad de Ponce, donde fue enviado para comenzar una obra pastoral”.
Me siento afortunado y bendecido al poder congregarme en la Iglesia Nuevo Testamento de Ponce. Los grande de los Pastores no está tanto en ellos en sí (que tienen talentos y calidad humana que sólo del cielo pueden ser dados), sino en la forma en que enfatizan en que enfoquemos la mirada y la vida entera en el Señor.
He escrito que Melina León es la cantante cristiana que más admiro. Eso sigue y en forma creciente. La sigo bendiciendo. Sus discos son el regalo ideal porque pueden ser grandes canales de bendición (me consta).
Esa perspectiva sigue con el razonamiento de que en San Mateo 25:34-40, el Señor no pregunta sobre la música que se escucha, sino sobre la fe puesta en acción. Lo que mejor define a uno, es lo que se vive. Ser cristiano es creer en Jesucristo, por lo que todo creyente, en su vocación y en el escenario en donde esté, tiene la capacidad de ser utilizado por el Espíritu Santo para inspirar y edificar.
Con ese respeto, reconozco que un disco que es gran canal de bendición es la producción “Sé Que al Fin Yo Venceré”, del pastor Carlos Camacho, en que consagra al servicio de Jesucristo sus dones y talentos en la sumatoria de su brillante carrera. De ese disco, cada vez que escucho la canción “Creo en Dios”, hay nuevas revelaciones y fuerzas para seguir perseverando.
Es así que cuando regalo el disco de Camacho, es fruto de oración y reflexión, y no se trata de un obsequio más, es algo de fe, conciencia y corazón.
En la sonrisa sincera y la voz de buena voluntad, los pastores Susana y Carlos Camacho hacen la diferencia. Cada servicio a que asisto es una vivencia única y hasta inenarrable en sus mayores proporciones. En cada servicio, ante mis ojos es como si los Pastores fuesen cada vez más jóvenes por la forma en que contagian con tanta fe que se renueva y nos renueva, sensibilidad, fuerza y gozo, humildad y fidelidad.
Son almas luminosas que son una en amor y vocación consagrada. Con unción, acción y visión, pastorean la Iglesia Nuevo Testamento de Ponce, en la Ave. Hostos # 1188 de la Ciudad Señorial. Cada miembro de la congregación es un testimonio y es inenarrable lo que hace el Espíritu. Merecen la cobertura de oraciones y apoyo de todos en la energía constructiva de vida.
Somos llamados a propiciar en tiempos retadores y convulsos que se vuelva a creer. ¿Creemos en Dios; le creemos a Dios? Sea “Sé Que al Fin Yo Venceré” poderosa herramienta en ese proceso de restauración y potenciación. Adelante.
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