miércoles, 31 de mayo de 2017

Plebiscito, boicot y paro.

Desde el primer momento, la legislación del plebiscito para Puerto Rico en el 2017 ha creado serios debates. Primero fue la papeleta con dos columnas dispuesta por la Ley 7 del 2017 para esa consulta (Una columna para la Estadidad y otra columna para la Libre Asociación/Independencia).   

Ante esa papeleta, se cuestionó que se excluyera al Estado Libre Asociado (ELA), con su trasfondo histórico que le valida y las posturas tradicionales para su crecimiento desde su propia naturaleza. Como fruto del debate, lo peor fue un junte de izquierda en la columna de Libre Asociación/Independencia.

Eso fue lo peor por favorecer la exclusión del ELA y por tratarse de una mogolla ponzoñosa y engañosa. Es ponzoñosa, no por quienes legítimamente creen en el mayor gobierno propio, sino por quienes buscan crearle votos en forma fraudulenta a la alternativa separatista que es el peor de todos los caminos, que no convence y no gana. Ene se junte, no se toleraba la ruta del boicot ni disidencia alguna.

Luego llegó la opinión del Departamento de Justicia Federal en la línea de que debía incluirse al ELA. Se cambió la papeleta para incluir una opción territorial ajena a la jurisprudencia sobre el ELA como convenio (con el nombre de “Actual Status Territorial”), y el Partido Popular Democrático tomó la ruta de boicot, pero en defensa de la definición del ELA que históricamente ha defendido, y no en la línea equivocada del junte-mogolla de izquierda. Más adelante, se oficializó la quiebra de Puerto Rico. La deuda y los problemas económicos del presente (que han originado una Junta de Control Fiscal) fueron causados por malas prácticas administrativas que hay que corregir, no por el ELA.

Unos plantean que está bien celebrar la consulta, y otros plantean que se debe buscar un consenso entre todos los partidos y un aval federal. Unos plantean que no es el momento para bregar con el status político, y otros plantean que es el mejor momento para bregar con eso. Unos ven que bregar con el status pude proveer herramientas de desarrollo económico, y otros manipulan el tema para tratar de lograr beneficios del caos (tratar de imponer lo que no lograrían por la vía electoral).  

Es respetable que una persona decida acudir a votar el 11 de junio con el razonamiento de buscar una ruta que potencie una mayor restauración integral del país. Es respetable que una persona decida no acudir a votar el 11 de junio (que es la ruta del boicot) con el razonamiento de que el proceso se debió dar en mejor forma.

Lo que no es respetable, es fomentar un boicot en los lineamientos del junte de izquierda, o promover un estilo de paro que bloquee los centros de votación (serían los peores precedentes seguir los estilos del extremismo o impedir ejercer el derecho al voto).

Lo irónico es que el que los del junte apoyen ahora el boicot que antes rechazaban, no equivale a que se puso fin al debate ideológico que hay que resolver en el PPD para afirmarse en sus mejores raíces; y de prevalecer el boicot, no elimina la controversia sobre el status político y la necesidad de un Pacto Social (lo que es el acuerdo de todos los partidos para implantar -indistintamente de resultados electorales- iniciativas fundamentales para el crecimiento real y el pleno progreso de la patria)

Votar o no votar en el plebiscito, es cuestión de conciencia en cada elector; pero ciertamente mucho hay que hacer por una Isla con tantos problemas y un notable éxodo. No apoyo un paro nacional para el día de la consulta plebiscitaria porque los paros nada bueno adelantan ante la naturaleza de la crisis, la violencia agrava problemas, la perspectiva izquierdista resulta ser obsoleta, y formar grupos frente a las escuelas para intimidar e impedir el ejercicio del voto sería conducir al país a un abismo.

Ante todo debate y todo camino, la búsqueda de perfeccionar la unión de Puerto Rico con Estados Unidos es una buena meta.


                                                         





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