Ante el nombre de Steve Austin, procede aclarar que no se trata del luchador de la WWE (World Wrestling Entertainment, Inc.). Aunque se ha destacado bien en su vocación y hay figuras de acción inspiradas en él, en este texto me enfoco en el personaje de la serie “The Six Million Dollar Man”.
En mi niñez, uno de mis juguetes favoritos fue la figura de acción de Steve Austin, de la exitosa serie televisada de 1974 a 1978 de “The Six Million Dolllar Man”. Mi padre la compró con gran espíritu complaciente ante mi deseo de adquirir esa figura (algo propio de los niños de esa época).
De esa etapa, por un lado, recuerdo los relatos de cuando los niños fabricaban sus propios juguetes. Por otro lado, recuerdo cuando niños y niñas lloraban por lograr recibir el juguete de moda. El tema de comprarle o no el juguete al niño y la niña que llora, siempre genera debates y conversaciones. Nada hay escrito en forma definitiva y definitoria. Hay muchos factores a considerar y detalles particulares.
Por ejemplo: Hay casos en que el niño se merece el regalo y es bueno premiar lo positivo. Hay quienes piensan que nada se debe complacer y que desde temprano se debe enseñar a enfrentar el dolor y no recibir lo que se desea. Hay veces que la situación económica limita mucho. Hay casos en que complacer en todo limita el desarrollo del niño. Hay casos en que nunca dar el juguete crea traumas y vacíos formativos.
Con el paso de los años, he visto cómo ese tema se manipula para insertar ideologías políticas y/o atacar al capitalismo. Lamentablemente ese cainismo también es trasladado al tema de Santa Claus y los Reyes; en mi caso, veo en Santa Claus y los Reyes la exaltación del amor y la generosidad. Sobre los regalos, en vez de criticar a quien puede regalar y/o alentar envidias y contiendas, procede maximizar la educación sobre alegrarnos por las debidas bendiciones de los demás, compartir, bendecir a quien no tiene, y enseñar a ahorrar y hacer del tiempo navideño la buena cosecha de lo debidamente organizado y realizado durante el año.
En fin, el tema es
propio para otro texto. En lo más básico, pienso que hay que armonizar
conceptos de orden, justicia, comprensión, sabio entendimiento de lo que se
necesita en esa etapa de la existencia, y propiciar una niñez sana; y nunca dar
espacio al maltrato y la burla, o a crear marcas que puedan dañar para toda la
vida.
Sobre mi caso y la figura de Steve Austin, no olvido la magia e ilusión del momento al recibir y abrir la caja que contenía a tan de moda juguete. La caja con ventana era en todo su diseño, una invitación a crear aventuras mayores a las vistas en televisión. La sala de casa adquiría nuevas dimensiones y ambientes en mis juegos.
Con el paso de los años, mucho cambia. Me recuerda la canción "Cuando alguien me amaba", en que se muestra cómo una niña tenía el tesoro de diversión en su muñeca, pero al crecer cambia sus intereses y tira la muñeca al olvido. Se puede tener cambios, pero no hay que tirar todo lo pasado al olvido.
En mi caso, siempre
conservé esa figura (que es parte de la primera serie de figuras de esa línea)
y hoy, al ver que todavía funciona el mecanismo de su brazo derecho en
combinación con su cabeza y un botón para levantar lo que simula un motor,
reviví buenos recuerdos y al mismo tiempo, amar con mayor perspectiva la obra
de mis padres y contemplé mi sumatoria. Ojalá mi padre y mi madre (que están en
el cielo), estuviesen presentes físicamente para leer estas palabras.
El juguete que todavía funciona, confirma lo importante de la conservación. Mi figura de Steve no tiene el uniforme rojo original porque fue hecho con una tela de pobre calidad que no duró mucho. También conservo la figura de Oscar Goldman, el gran colaborador y jefe de Steve Austin en la serie. El mensaje es que si se puede desarrollar la conciencia para conservar y coleccionar, es porque se reconoce el valor de la historia, el sentido de agradecimiento y el legado a generaciones.
De no haber funcionado el mecanismo del brazo de esa figura que conservo, el mensaje no hubiese sido menor. El que un tesoro de días dorados supere la prueba del tiempo, con las huellas del paso de los años acentúa que el ciclo de la vida llama a crecer de verdad y atesorar cada paso y momento.
Por eso, el arte del
juguete no es solo de niños. Mi mensaje a los adultos es: No desechen juguetes
por la mala cultura de botar. Edúquense y eduquen sobre el arte de coleccionar
y de preservar la vida de los juguetes. Si en edad adulta ven que pueden
adquirir que tuvieron o que deseaban adquirir en la niñez, no duden en
adquirirlo. No teman a las burlas y al qué dirán; ya que quien más critica y
señala lo hace porque lo desea. En ese valor está la más poderosa y real
madurez.
Que los niños disfruten
la más especial etapa siendo niños (que no se les haga avanzar fuera de
tiempo). Que los jóvenes y adultos confirmen el poder formativo de las
experiencias potenciadoras (que no se tiren al olvido los días de inocencia).
Que el deseo constante de revivir los más bonitos tiempos (en mi caso, el fluir
de la imaginación en mis juegos al amparo de la seguridad que inspiraban mis
padres), sean aliento de fe y en cada nostálgica lágrima de vida, un
apoyo-motor para seguir adelante.
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Videos:
Cuando alguien me amaba: https://www.youtube.com/watch?v=BCKMsbaNbKw
Bionic Toy Collection: https://www.youtube.com/watch?v=xSpIkG9UYuU
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