El 25 de diciembre es Navidad; fecha que une mi fe con muy gratos recuerdos. El número 25, me recuerda también que el 25 de junio de 2016 mi madre se fue al cielo; los pensamientos y sentimientos superan palabras.
Hacer memoria de pasadas épocas navideñas, crea en mi mente un tapiz que incluye a mi madre mostrándome las tres estrellas, mis padres en la jornada artesanal de la comida típica, los regalos, y más detalles. El propósito de valorar y honrar cada nueva época navideña, confirma que el amor es la zapata.
Al reflexionar en este instante, la foto de la parroquia La Milagrosa en Ponce, me recuerda que ahí fui bautizado y recibí las bases de fe. También me mueve a reconocer esencias compartidas de templo en las escuelas que estudié; por las tareas formativas, el aliento de sueños y el compartir de seres humanos.
El tiempo navideño es excelente espacio para afirmar los motivos de gratitud, desarrollar introspección correctiva y evolutiva, armonizar y trazar el porvenir en bases de amor, edificación, perseverancia y consagración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario