viernes, 13 de enero de 2017

El temblor ocurrido en Puerto Rico un 13 de enero, me recordó mi ruta y la barca; y eso tiene vigencia.

Soy reservado con los temas de mi personal vivencia espiritual. Incluso ha habido golpes que han afirmado eso, ya que no todo el que busca indagar tiene buen propósito. Sin embargo, luego de reflexionar, he visto propio compartir un poco de mi vivencia al temblar la tierra el lunes 13 de enero del 2014. El tiempo ha seguido su marcha.
                                                             
Se dio la pregunta de dónde estabas cuando hubo el temblor en Puerto Rico. Por haber coincidido con el día de mi cumpleaños, lo recuerdo. Esa memoria tiene mayor jamaqueo ahora, por ser mi primer cumpleaños sin la presencia de mi madre.

Es fácil hablar de “prepararse”, pero en el momento de la verdad, cada cual deberá buscar actuar en la forma más correcta posible de acuerdo a las realidades inmediatas (que en muchos casos, no será como se contempla en libretos de “preparación”). Al darse el temblor, estaba redactando ante la computadora. Había esperado a la medianoche, como quien espera año nuevo, para enviarle un mensaje a alguien por mi día. Eso estaba en mi mente en el instante del temblor; hoy veo que mayores jamaqueos enfrentaría.

Al sentir y ver el movimiento a mi alrededor, recordé una reflexión dada por el licenciado y maestro Rafael Hernández Colón el viernes 8 de junio de 2012 en la graduación de la Universidad Central de Bayamón. Dijo que los valores nos definen como personas y como pueblo y que el futuro se hace en el presente, “hoy, aquí, ahora”, que para cada uno es el momento porque “solo el presente nos pertenece”. Para esa obra, identificó a Jesús como el “constante”. Que con Cristo en la barca se pueden enfrentar las tempestades en la vida. Eso está muy bien, pero se dañaría si se convierte en un libreto para comunicarle a toda persona que necesita ayuda, ya que cada caso es único

Recordar esas palabras, me permitió visualizar al Jesús tranquilo, en la forma que se hace presente y no se ve en predicaciones, ilustraciones y películas. Así, con el principio sin convertirlo en mero libreto, pude exhortar a la tranquilidad. Ese mensaje y acción, tiene vigencia. Ese Cristo en la barca transmite serenidad y valentía. NO transmite odios, conformismo o exclusión. Es la serenidad que debe estar presente ante todo en la vida. No significa eso que el Señor ha estado ausente en países en donde terremotos han sido devastadores. Sería muy malo dar gracias con soberbia cuando no hay pérdidas que lamentar. Se trata de ser fortalecidos en humildad y todo lo vivificador y constructivo.

Los terremotos son parte natural del planeta. Los terremotos NO son instrumentos para manipular con lo de hacer sentir culpable, juzgar y demonizar. ¿A quién se culpará por los terremotos de hace millones de años? Hay factores naturales en el planeta y hasta en lo de los daños a la capa de ozono, se está restaurando; ¿por qué en vez seguir lo de hacer sentir culpable, mejor se aprovecha para fomentar restauración en todo?

Ante las realidades de la naturaleza que confirman la igualdad de lo efímero para todo y para todos, es triste que ciertos personajes se enfoquen en manipular e infundir miedos e inseguridades por sus propios intereses. El hecho de haber lo salvífico además de lo natural, confirma que el amor es más que ciertas interpretaciones y ante las voces de la manipulación, la exclusión, el maltrato y el oscurantismo.  

A quienes tergiversan, deforman y desvirtúan los temas, se les podría plantear: Si termina el mundo y nada se lleva uno, ¿Darías todo a los más necesitados? Si termina el mundo y uno solo lleva ante Dios las obras, ¿Aprovecharías el tiempo para fomentar restauraciones, amor, perdón y la Equidad que es buena y agrada a Dios? Si termina el mundo y el tiempo es cada vez más breve, ¿Harías mensajes en verdad con nueva unción y no libretos memorizados? En fin: ¿Optarían por terminar la jornada brillantemente en vez de seguir en los mismos estilos egoístas y cuestionables?

Dice la ciencia: “La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Tomemos las mejores lecciones de eso, para ver que no hay finales absolutos, hay comienzos. La reflexión dada por Hernández me confirmó que Dios emplea los medios que Él desea para responder y edificar, cada persona que opta por hacer y sembrar el bien es instrumento de Dios y canal de bendición. Se confirma que la fe se define con obras.

Ciertamente se necesita buscar propiciar una existencia en real victoria y no una inercia esperando el llamado “tiempo de Dios” (principio que se tergiversa demasiado). Que se redefina el tiempo de Dios como cada obra y hazaña que hace presente algo positivamente impactante y revolucionariamente trascendente. Que se potencie todo lo que dé felicidad a la gente buena. Porque uno solo tiene control de uno mismo, a cada alma le toca tomar la decisión de ser mejor ser humano; no por temor a la naturaleza, a mensajes apocalípticos o al ciclo de la vida, sino por confianza en que la llama que siempre estará viva, es de amor. Así, con el Señor en la barca, adelante…

·         “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. --Mateo 22:36-40

·         “El que siente la grandeza de Dios en el universo siente también en su propio espíritu la necesidad de vivir los breves años de la vida en una forma que sea digna del amor de Dios. Para vivir en forma digna de la grandeza infinita de Dios hay que llevar generosidad en el espíritu, justicia en el propósito, cariño a los demás seres humanos en el corazón.” –Luis Muñoz Marín

·         “La misión del alma humana es darle al hombre oportunidades iguales frente a las desigualdades de la geografía, de la naturaleza, de la historia.” –Luis Muñoz Marín








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