sábado, 21 de mayo de 2016

Vida y gozo eterno para Ángel Antonio “Guacho” Fourquet.


·         “El ser humano es una síntesis de lo temporal y lo eterno, de lo finito y lo infinito”. --Soren Kierkegaard

El viernes 20 de mayo de 2016, cerca del fin de la semana laboral, me enteré del fallecimiento de Ángel Antonio “Guacho” Fourquet. Mi primer pensamiento recordando a sus hijos, fue recordar el día del fallecimiento de mi padre. Al pensar en su compañera Nydia, recordé la fortaleza de mi madre.

De regreso a casa, con esos pensamientos miré hacia el cielo y hasta retraté parte de ese paisaje que se presenta ante mí a diario. Al tomar la foto en medio de las reflexiones, como en esos instantes en que el tiempo parece detenerse; como si la creación, ante afanes y vorágines, decidiera hacer una pausa ante algo mayor. Me planteé: ¡Cuántas jornadas di junto a mi padre! ¡Cuántas luchas dio Guacho por esta Ciudad con tanta historia, llamados y potencialidades!

Pensar en Guacho, es atesorar su sonrisa y sentido único de humor, admirar cómo en la política tenía carácter, convicciones y no malas intenciones, y sobre todo, reconocer la forma en que expandía el mejor sentido de amor y unidad familiar para ser amigo sincero y consejero eficaz. En el servicio público y los ideales, dio buena cátedra. En lo deportivo y comunitario, supo ampliar horizontes e inspirar bien.

De mi recuerdo personal, está lo aleccionador de cómo supo hacer del rol de líder en Morel Campos, el gran modelo de cómo hacer pueblo y país. Con suma humildad, disfrutaba tanto del juego de dominó como de la conversación que ve al prójimo y no conoce discrimen alguno. De sus deseos para su descendencia, recuerdo lo visionario que abrazaba las realizaciones genuinas que trascienden lo político y hasta lo efímero.

Al escribir así, estoy consciente de que cada persona que tuvo la bendición de conocer a Guacho, podría escribir un libro sobre él para exaltar lo que en la jornada de la existencia dio ejemplo de la fe trazada con buenas obras y de lo que define a un buen ser humano. Ante las páginas inéditas, procede afirmar el propósito de escribir nuevas crónicas que honren a nuestros forjadores y edifiquen a generaciones. Haya paz para su familia y amistades, y vida y gozo eterno para el alma que tuvo el nombre de Ángel Antonio “Guacho” Fourquet.

·         “Pero es precisamente la Resurrección la que nos abre a la esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado y la muerte pueden ser derrotados. Y ello lleva a vivir con mayor confianza las realidades cotidianas, a afrontarlas con valentía y con empeño. La Resurrección de Cristo ilumina con una luz nueva estas realidades cotidianas ¡la Resurrección de Cristo es nuestra fuerza!”. –Papa Francisco









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